La elevada altitud sobre el nivel del mar y los desniveles existentes en la ciudad juegan a favor de Segovia a la hora de rebajar el riesgo de inundaciones. También la lejanía de gran parte de los espacios residenciales y patrimoniales de los valles circundantes ... formados por los ríos Eresma o Clamores. Sin embargo, estas particularidades no siempre han sido suficientes para esquivar los daños colaterales de las avenidas por deshielo o precipitaciones intensas. Hay media docena de edificios construidos en zonas delimitadas como inundables con una probabilidad media. En caso de episodios excepcionales, la cifra de inmuebles afectados crece hasta superar la veintena.
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La ciudad de Segovia es una de las capitales españolas que prevé menor grado de afección por inundaciones en su casco urbano. La posibilidad de que catástrofes naturales de este tipo ocurran con frecuencia ocasional -en un periodo de retorno menor a 50 años- es mínima, ya que tan solo se barajan desbordamientos puntuales del río Eresma en las márgenes más inmediatas. Aun así, los emplazamientos que se verían obligados a hacer frente a este fenómeno se ubican en numerosos barrios. Esta situación no supondría perjuicios para ningún edificio, salvo una excepción: la terraza y el patio de la Casa de la Moneda, que sufrirían las consecuencias intrínsecas al aumento del caudal.
El mapa cambiaría de forma radical si se analizasen las probabilidades de inundaciones para un periodo de retorno más amplio. La superficie anegada se incrementaría de forma significativa si se produce un evento extremo. La peligrosidad por avenidas se agravaría y el río desbordado alcanzaría de seis a más de 20 infraestructuras, tanto residenciales como patrimoniales e industriales. El riesgo para la población es muy bajo y excepcional, pero es un hecho contemplado. De ahí que se hayan elaborado informes que recopilan una serie de medidas para garantizar la seguridad, lo que incluye la no concesión de licencias urbanísticas.
La cartografía de zonas inundables en Segovia ha evolucionado a lo largo del tiempo. El estudio más reciente data de 2019 y fue elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente para su posterior difusión por parte de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD). La revisión de la historia y los últimos acontecimientos climáticos han permitido crear mapas de riesgo que llaman la atención sobre los puntos más vulnerables de la ciudad. El subtramo más peligroso tiene una logitud de 690 metros, es paralelo al paseo Santo Domingo de Guzmán y comprende el recorrido desde el puente de San Marcos hasta el final de la Alameda del Parral.
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A falta de actualizar la citada cartografía para concluir nuevos diagnósticos e inspecciones -procedimiento que está pendiente, según las últimas declaraciones realizadas por el organismo gestor de la cuenca-, los entornos más conflictivos se localizan en la unión entre los barrios de San Lorenzo y San Marcos. Justo donde se unen el río Eresma y el Ciguiñuela, uno de sus más destacados afluentes.
La prioridad es adaptar el riesgo de inundación, un problema que la CHD atribuye tanto a la falta de «eficiencia y eficacia» en las laminaciones del embalse del Pontón Alto como a la necesidad de regular el régimen natural de los cauces. Las acciones que se han planteado para tratar de dar una respuesta a esta situación se centran en el desarrollo de programas piloto para prevenir las consecuencias de las riadas y crecidas en el complejo del Museo de la Real Casa de la Moneda, así como en los edificios de la antigua fábrica de borra.
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Ambas infraestructuras han sido víctimas de los desbordamientos acaecidos a lo largo de los siglos. Según el geólogo segoviano y portavoz de inundaciones del Grupo de Asesoramiento en Desastres y Emergencias del CSIC, Andrés Díez, hay más de medio centenar de episodios de este tipo documentados desde 1202 en Segovia capital. Uno de los más graves tuvo lugar en agosto de 1543, cuando una gran tempestad hizo que el Eresma arrasase con todo lo que tenía a su paso: dos puentes, once molinos, 40 casas y diez vidas, lo que corrobora la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Pero para conocer riadas que han supuesto una amenaza para la población y patrimonio no hay que remontarse tanto tiempo atrás. El nivel que alcanzó el río en diciembre de 2020 o en enero de este mismo año causó estragos, aunque afortunadamente no hubo que lamentar daños personales. Todo puede cambiar en una mirada al futuro, si algún día las predicciones vaticinasen un temporal extremo y el mapa segoviano se cubriese de color rojo.
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En el peor escenario contemplado por la CHD, el Eresma avanzaría imparable por la ciudad y los primeros edificios que podrían sufrir las consecuencias son los que están situados en la parte baja de San Lorenzo. En concreto, los bloques ubicados junto al centro cívico del barrio que colindan con la ribera. A continuación, el río bravo llegaría al molino de la Perla y hasta el del Portalejo para finalmente encontrarse con el Ciguiñuela. Este lugar sería uno de los epicentros más problemáticos en caso de catástrofe, la 'zona cero', pues se crearía una vaguada bajo la calle San Vicente el Real y dañaría gran parte de las viviendas.
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Sin embargo, los mayores daños se podrían registrar en las huertas, las escasas construcciones y el mobiliario existente en la Alameda del Parral. El agua cubriría más de diez hectáreas de este entorno, la práctica totalidad de su superficie. El monasterio del Parral, gracias a su elevación respecto al fondo del valle, quedaría intacto. No correría la misma suerte la Casa de la Moneda, además de los inmuebles construidos en la calles Marqués de Villena y San Marcos. A estos emplazamientos se suma la calle José María Heredero Arribas, de acuerdo con la cartografía de la CHD.
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Sería imposible transitar por la carretera de Arévalo en el cruce que va desde la zona de La Fuencisla -que permanecería igualmente inundada, con salvedad de los templos- hacia la cuesta de los Hoyos. La destrucción se repetiría aguas abajo en edificaciones paralelas a la CL-607, como las del área conocida como Los Lavaderos, que acoge el molino de los Señores Canónigos y numerosas naves industriales próximas a la rotonda San Pedro Abanto. A medida que el río siguiera su curso por Valverde del Majano y Hontanares de Eresma, los daños se multiplicarían.
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