Segovia

La Confederación Hidrográfica del Duero derriba la pesquera de Vallelado

Los argumentos de la Confederación Hidrográfica del Duero no han convencido al Ayuntamiento de Vallelado. Ya en diciembre presentaron alegaciones al derribo, contra el que también se mostraron en contra decenas de vecinos de la localidad y de otros municipios de la zona. El alcalde, Ángel del Ser Pascual, pidió explicaciones ante el inicio de los trabajos para conocer en qué iba a consistir la demolición y cómo iba a quedar la zona tras el derribo.

«El atropello ya está consumado», afirma el regidor valleladense, quien lamenta no haber recibido ningún tipo de contestación a las alegaciones presentadas y a su solicitud de explicaciones. Ángel del Ser señala que la indignación es total en Vallelado y lamenta que la CHD haya seguido adelante con sus planes sin tener en cuenta el pensamiento mayoritario en el pueblo sobre el derribo y sin negociar posibles alternativas a la medida planteada.

El Ayuntamiento de Vallelado ha defendido durante las últimas semanas que la infraestructura hidráulica, cuyos primeros datos se remontan al siglo XVI, tiene un gran valor industrial, patrimonial, ecológico y sentimental. Además, ha señalado que la demolición se iba a llevar a cabo bajo una serie de argumentos «muy discutibles y sin respetar ni pedir opinión a los habitantes de la zona».

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El azud o pesquera de La Minguela era una construcción industrial para alimentar de agua el molino harinero del mismo nombre, hecha con grandes mampuestos de piedra de sillería, cuyos primeros datos se remontan al siglo XVI. En 2013 una gran avenida se llevó por delante parte del azud, «pero no por eso deja de ser un patrimonio importante, para nosotros y para toda la comarca», indica el historiador local, Ángel Fraile de Pablo. Aunque en la actualidad ya no tenía la utilidad para la que se construyó -y por lo tanto era susceptible de ser derribada para cumplir con el plan estratégico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico-, Fraile de Pablo también ha criticado su derribo. «Pensad en la cantidad de monumentos que tenemos desde hace siglos, que tenían una función y hoy podemos admirar y estar orgullosos de ellos. Nadie se imagina que alguien quiera derruir el Acueducto de Segovia porque ya no tiene la función de llevar o traer agua para sus habitantes. Sería una auténtica barbaridad».

El historiador valleladanse no solo se muestra contrario al derribo, sino que era partidario de poner en valor esta construcción «que formaba parte de nuestra identidad».