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Condenado a doce años de cárcel por una agresión sexual en un camino vecinalLa Audiencia Provincial de Segovia ha condenado a un hombre a una pena de doce años de prisión como autor criminalmente responsable de un delito de agresión sexual, con la concurrencia de la agravante de reincidencia y la accesoria de inhabilitación especial para el ... derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de condena.
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Quique Yuste
Los hechos se remontan al día 1 de mayo de 2022. A las nueve y media de la noche, en un camino vecinal situado a unos doscientos metros del casco urbano de una localidad cuyo nombre no ha trascendido, el ahora condenado, de nacionalidad rumana, se cruzó con una mujer que en ese momento se encontraba paseando a su perro, a la vez que hablaba por teléfono con una sobrina. Después de caminar unos metros, el individuo se dio la vuelta y caminó en la misma dirección que la mujer, acercándose al perro con intención de acariciarlo. La dueña le dijo que no lo tocara, a lo que el hombre respondió propinándole varios empujones que le hicieron perder el equilibrio y caer en una acequia contigua al camino. «Mi marido está de camino, está cerca», gritó. El agresor le tapó la boca y le metió la cabeza en el agua, pero ella consiguió morderle un dedo. Ahí empezó la agresión sexual, porque el hombre intentaba retorcerle el cuello y besarla en la boca, a la vez que trataba de meter su mano por debajo del pantalón de la víctima, mientras la golpeaba el rostro con el puño.
La mujer logró salir de la zona del agua, pero un nuevo empujón volvió a derribarla. «El agresor, con ánimo libidinoso, desabrochó el pantalón que [ella] vestía, quitándole después la zapatilla deportiva del pie derecho y el calcetín, y bajándole la pernera derecha del pantalón para, seguidamente, tras levantarle el jersey y bajarle la camiseta interior y el sujetador, chuparle los pechos y los pezones», relata la sentencia en el apartado de hechos probados. Acto seguido, el agresor, con idéntico ánimo libidinoso, se desabrochó el pantalón «sacando su pene fuera del mismo, rozándolo contra la vagina [...], sin llegar a penetrarla vaginalmente», para después sentarse a horcajadas encima de los abdominales de la mujer, a la que introdujo el pene en la boca, «momento en que el acusado, repentinamente, se puso tenso, miró hacia ambos lados, se levantó y se marchó del lugar».
Al día siguiente, el agresor se presentó en las dependencias de la Guardia Civil de Cuéllar y confesó haber agredido físicamente a una mujer y que el perro de ella le había mordido en el dedo, motivo por el que había sido explorado en el Centro de Salud Segovia III.
La víctima sufrió lesiones y contusiones en distintas partes de su cuerpo, especialmente en el rostro, pero también en el tórax y en las extremidades. Además, fue diagnosticada de estrés postraumático, por lo que ha precisado atención psicológica.
En sus fundamentos de derechos, la sentencia señala que la agresión física fue el medio empleado por el acusado para someter a la víctima, anular su defensa y llegar a la agresión sexual, que finalmente se produjo, pues cuando ella dejó de oponer resistencia porque no quería que la pegará más, empezaron los actos «para perpetrar el acceso carnal».
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