Secciones
Servicios
Destacamos
La vida de Eloy de Pablos, uno de los diez mejores jóvenes de fútbol sala del mundo, combina entrenar por la mañana con Inter Movistar con estudiar por la tarde en la biblioteca para un curso de gestión inmobiliaria. «Esto se va a acabar algún día y durante estos años gestionamos unos dineros que hay que saber invertir bien». Un detalle que ilustra su madurez, a sus 22 años, siempre un paso por delante. Por eso asumió las cesiones en Burela y Osasuna, visualizaba el futuro, que un día sería un miembro de pleno derecho en un grande. Con todo, la nominación por Futsal Planet no estaba en sus planes: no solo premia su nivel en 2024, sino que es el único español de la lista.
Su representante le llamó el lunes para darle la enhorabuena. «¿Por qué?» Recibió la noticia como un orgullo. «Con los pies en el suelo, los que estamos ahí somos muy jóvenes, nos queda mucho por demostrar». Comparte nominación con al iraní Amir Davoudi, los brasileños Lucas Farias y Guilherme Uesler, el afgano Mehran Gholami, los argentino Lucas Granda e Iván Monteros, el portugués 'Kutchy', el ucraniano Rostyslav Semenchenko y el francés Mamadou Touré. No lo esperaba porque comparte vestuario en Inter con Pablo Ordóñez, que a su edad ya ha sido convocado con la absoluta, el siguiente reto de Eloy, seleccionado el jueves por la sub-23. «Hay muchos jugadores en la liga que podían haber estado igual que yo». El hecho de que solo haya un español lo explica el Mundial, pues muchos acudieron con sus selecciones. Es el caso de Touré, que llegó a semifinales y sumó títulos con el Barça. Si el segoviano tuviera que votar, lo haría por él. «Por encima de mí, yo no he estado en la absoluta». Coincidieron hace cuatro años en las pruebas de acceso a Inter, aunque al final vistió de blaugrana. «Habilidoso, uno para uno, muy rápido». Una descripción clavada a la de Kutchy, internacional absoluto luso con el que se ha enfrentado en todas las selecciones inferiores. «Hasta nos podemos saludar».
El mensaje en el club es de continuidad. «Que no tengo que hacer nada nuevo, simplemente seguir jugando como hasta ahora. Al final yo lo que quiero es llegar a mi máximo potencial». No esconde el escaparate que supone. «Quizás mi nombre ha subido un poco de caché con esto, te da oportunidades, que te vea mucha más gente. Eso siempre es importante en un mundo en el que no tenemos las facilidades para ver tantos jugadores como en el fútbol». La camiseta de Inter ayuda a la designación. «Estás en el mejor club de la historia, jugando minutos. Que te den la confianza hace que otros entrenadores digan que este chico lo está haciendo muy bien».
Noticia relacionada
Su crecimiento no solo se explica por los minutos, sino por estar un año en dinámica con compañeros y entrenadores de élite. «Sube tu nivel físico, tu rendimiento, todo. Te enseñan muchísimo y si encima te ponen a jugar, mucho mejor». La recompensa a un objetivo que siempre tuvo claro, desde que salió de Segovia a los 15 años. «Para lo bueno o para lo malo, yo he madurado muy pronto. En nada estaba jugando con hombres de 35 años que al final te enseñan lo que es la vida. Te pierdes muchas cosas de la juventud, pero me ha compensado». El mayor sacrificio fue dejar a su familia. «Y más en fútbol sala, la apuesta es muy grande, hasta que no llegas a la élite prácticamente no puedes ni vivir de esto». Pero también los estudios. «No podía compaginarlo, entre selecciones, primer equipo, filial y juvenil estaba con cinco equipos diferente. Era una locura. Todo el tema universidad, fiestas… Me he perdido mucho». Y la vida nómada por España. «Te hace perder amistades. También encontrarlas, pero no es lo mismo».
Y las cesiones, la calma de construirse a fuego lento, la frase que no olvida la primera vez que fue a la selección: «Lo difícil no es llegar, es mantenerse. Se me quedó marcadísima. Estar al nivel durante un año entero en una Primera División es muy complicado. Yo lo que he hecho es abrir los oídos a todo el mundo para aprender lo máximo». Así evolucionó en Segunda con el Burela. «Yo llegué prácticamente siendo un jugador solo ofensivo y allí me enseñaron a competir. Uno contra uno, que es lo que todavía define mi juego, pero era solo eso». Una progresión defensiva que siguió la temporada pasada con Osasuna, hasta defender en la Copa de España a Dyego, recientemente nombrado mejor jugador del mundo. Porque el talento no basta para estar en la élite. «Hay mucha gente en Primera a la que metes en la cancha del barrio y hay un chaval que atacando le da mil vueltas. Pero cuando las cosas se ponen duras y hay que sacar los puntos, ese tío sabe qué hacer, pegarse con todo el mundo si hace falta. La competición es incluso más importante que el talento».
El aprendizaje, los entrenadores que le previnieron: «Eloy, tú puedes llegar muy alto, pero hay que tener la cabeza muy amueblada, he visto muchos casos que se han ido a la mierda». Exjugadores que compartieron su periplo, sus compañeros. «Te hacen ver otro mundo. Algo que tenemos en común los deportistas es que nuestra familia es la prioridad, no tanto en la fiesta, aunque de vez en cuando haya que desconectar». Y mantener los pies en la tierra. «Lo más importante es que los premios individuales no te cambien la cabeza, no creer que has descubierto la luz».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.