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El Sinfín tiene en el bolsillo su segunda victoria de la temporada, pero Patotski sigue parando, como el condenado que pica piedra, por más que conozca su destino. La defensa deja una vez más en la estacada al bielorruso y Domínguez acaba redondeando a la ... tercera la faena local, llevando el 4 a la cifra de las decenas, un verdadero saco. El colista le cantó las 40 al peor Nava de la temporada, que resucitó a un viejo conocido, el equipo que le arrebató la permanencia en la última jornada hace dos años. Por eso La Albericia tiene memoria y entona que esa pista no se rinde, precisamente ante un rival que se marchó con acuse de recibo. Lo cierto es que los de Álvaro Senovilla no sabrán hasta mayo el precio de su tropiezo.
Sinfín
Gustavo Alonso, Marcos Domínguez (2), Aarón Pardo (3), Marcos Aguilella (3), Lukas Böhm (3), Marcos Moreno, Luís Pla (1), Diego Monzón (1), Alexander Tioumentsev (7), Ángel Basualdo, José Manuel Herrero, Marc López (11), Omar Sherif (9) y Matic Gerčar.
40
-
33
BM Nava
Luis de Vega, Andrés Moyano (2), Borja Méndez (6), Andrés Vila (1), Dani Pérez (4), Mario Nevado (3), Francisco Ahumada, Gonzalo Carró (4), Jakub Prokop (8), Roberto Pérez, Dragan Soljic, Óscar Marugán, Roberto Pérez, Dzmitry Patotski, Tomas Smetanka (2), Isaías Guardiola (3) y Pablo Herranz.
Parciales: 5-3, 7-5, 10-8, 15-13, 18-15, 21-17 (descanso), 24-18, 27-22, 29-24, 32-27, 36-31 y 40-33
Árbitros: García del Salto y Huertas Herrador. Señalaron cuatro exclusiones a los locales y tres a los visitantes
Patotski tocó balón a la primera y Mario Nevado abría el marcador a la contra, pero ese 0-1 fue la única ventaja visitante en todo el partido, la excepción a la norma. El Sinfín encontró una solvencia ofensiva impropia de un colista y empezó a calentar sus brazos. Marcos Aguilella encontraba un filón en el extremo derecho, como hiciera ocho días atrás el Granollers. Alexander Tioumentsev, el capitán general, movía los hilos y aprovechaba las ventajas para exhibir lanzamiento exterior. Pero el verdadero factor desequilibrante era Marc López, presente en todos los lances del juego: resolvía en estático, corría al contragolpe y transformaba los siete metros.
El Nava tenía un roto en el pantalón desde el principio —encajó cinco goles en los primeros cuatro minutos—, aunque lo paliaba en ataque con un Mario Nevado entonado. Pero el Sinfín lo anotaba todo y en cuanto había un ataque sin réditos para los visitantes, se descosía el traje. Patotski recogió diez veces el balón de su portería en los primeros 13 minutos, un dato calcado al del anterior partido, con su defensa desaparecida, lenta, sin brazos levantados. El Nava limitaba daños con acciones rotas, como un balón que salvó Dani Pérez por línea de fondo para que la recogiera Prokop mientras el resto de jugadores pensaba que había salido fuera. El eslovaco estrenó su cuenta particular con una sonrisa cómplice, pero no creó tendencia. A los problemas segovianos solo le faltaban las pérdidas. Y llegaron. En una de ellas, el Sinfín se plantó en estampida para poner el 12-8 y forzar el tiempo muerto de Senovilla.
Los motivos para la esperanza segoviana llegaban en ataque. El talento de Dani Pérez para tirar literalmente al suelo al portero en un penalti, un Matic Gerčar que vio con el trasero en el parqué cómo el balón entraba en su arco. Guardiola sumaba acciones solventes y Carró cumplía con el trámite en seis metros, pero no se acercaron al cogote local, que no vio nunca encogerse su ventaja por debajo de los dos goles. Luis de Vega dio un refresco en portería, pero los escasos balones que tocaba no servían para gestar un parcial. Así que Omar, un pivote con una movilidad impropia de su peso, ampliaba la renta a los cinco con una rosca de muchos quilates.
El Nava amagó con un conato de reacción tras un lanzamiento de Prokop y un tiro de siete metros de Méndez, un 0-2 que les acercaba a tres, pero el Sinfín el borró ese efímero consuelo con el que iban a irse a vestuarios gracias un penalti de Dani Pérez con el tiempo cumplido (21-17). Es el tercer partido consecutivo en el que los segovianos encajan más de 20 goles en la primera parte. Demasiada mochila para puntuar. Ante Anaitasuna y Granollers, los segovianos se subieron a su afición y recortaron ese déficit. Hacerlo en campo hostil son palabras mayores.
El paso por vestuarios no cambió la dinámica del partido. Toda reacción viene de la defensa y el Nava seguía sin encontrar la suya. Omar era un eje gravitatorio en seis metros y cuando le llegaba el balón, no perdonaba. López seguía sacando recursos y Tioumentsev encendía todas las alarmas de Senovilla, que pedía tiempo con seis abajo en busca del clic de la remontada. Pero eso debía suceder en la pista y el Sinfín no dejaba que ningún lance se convirtiera en parcial. Patotski estaba empezando a parar, pero no encontraba eco en la otra portería. Cuando detenía un penalti, Marugán se encontraba con el palo. Otro paradón desembocaba en una exclusión de Nevado. Y Tioumentsev fabricaba obras de arte como un lanzamiento de antebrazo a media altura que colocó en la escuadra. Pasaban los minutos y los cántabros seguían ganando de seis.
El Nava tiene brazos en ataque para no rendirse, así que Prokop y Moyano siguieron sumando. Rubén Garabaya, un clásico del balonmano nacional, pidió tiempo en cuanto vio que la ventaja de los suyos bajaba a los cuatro goles. Los momentos claves sonrieron a los suyos, cuando un golazo de Aguilella en la reanudación o un rechace a una intervención de Patotski que le cayó a Omar en seis metros: el pivote infalible hizo inútil la siguiente estirada de portero de fútbol del bielorruso. Y el +6 seguía a falta de diez minutos. A todas luces, misión imposible.
La certeza de la victoria hizo feliz a un equipo que solo sumaba una y dos empates en 16 jornadas previas, todo un drama. Sus jugadores aprovecharon el momento dulce, ese desorden del Nava, para ganar autoestima. Domínguez y Omar sacaban el puño tras estirar la diferencia a un ya sonrojante +9 para un equipo que abandona el farolillo rojo e iguala el promedio con los segovianos, con un abismo de nueve puntos con sus rivales, que marcan el descenso. Los ahorros de la primera vuelta. Pero el Nava resucitó ayer al colista.
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