claudia carrascal
Segovia
Martes, 22 de diciembre 2020, 10:28
Solo tienen una petición: quedarse en sus casas hasta el final de sus días. Los mayores, en especial, los que viven en el medio rural lo tienen claro. Aunque son conscientes de que sus limitaciones son cada vez más severas y su autonomía va mermando, no quieren abandonar su entorno. Por eso, contar con los recursos necesarios para poder suplir las carencias de la edad es fundamental y el trabajo de la Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia (Codinse) permite a muchos mayores permanecer en su pueblo.
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La gerente de Codinse, María del Mar Martín, cuenta que uno de los motivos principales por los que no quieren irse a vivir con sus hijos es porque no soportan ser una carga para ellos. «La gente de los pueblos ha tenido una vida muy difícil y son muy duros e independientes, por lo que no les gusta dar que hacer a los demás», explica. Además, advierte de que muchas personas mayores que se trasladan a casa de hijos o a residencias acaban perdiendo la conciencia y el proceso de enfermedad y degeneración a causa de la edad suele avanzar más rápido porque «se encuentran en una situación y un entorno que les descoloca». Esto no significa que Codinse esté en contra de las residencias, porque «son necesarias», pero sí que «cuestionamos su tamaño, la mayoría son demasiado grandes y la atención es muy despersonalizada», argumenta Martín. Por otra parte, considera que la sociedad tiene una obligación con estos mayores y más en el medio rural, ya que «si provocamos también la migración de este sector de la población, no nos queda nada en los pueblos». Aunque el principal motivo, recalca, es que «en sus casas pueden tener una vida muy digna».
Estos servicios destinados al cuidado de los mayores también contribuyen a dinamizar los pueblos, porque suponen empleo en el territorio y atracción de personas más jóvenes, que son quienes realizan estos trabajos. Desde 2014 Codinse colabora con el Ayuntamiento de Campo de San Pedro para dar servicio de comida en el centro de día.
Antes de la pandemia no solo suponía una comodidad para los mayores de la zona, que se evitaban así tener que cocinar y fregar a diario, sino que era un modo de facilitar su socialización con otras personas en una situación similar, en especial durante los crudos meses de invierno, cuando la soledad es más acusada. «Al final basan una parte de su día en venir al comedor porque les obliga a vestirse y asearse por la mañana, vienen y comen con gente y después leen el periódico y algunos días juegan a las cartas o realizan algún taller», puntualiza.
Con una furgoneta recogían a todos aquellos que no tenían la posibilidad de desplazarse de forma autónoma y los llevaban al comedor, y por la tarde hacían el recorrido inverso. Sin embargo, la crisis sanitaria hace que estos encuentros supongan un riesgo para estas personas, por lo que han tenido que adaptar el sistema y las furgonetas para poder transportar los alimentos y distribuirlos a domicilio a los 25 usuarios habituales del servicio.
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Al inicio de la pandemia, Martín comenta que se produjo un incremento importante del número de usuarios que solicitaban el reparto de alimentos, aunque el perfil era diferente, gente de mediana edad que se había quedado sin trabajo y no le pagaban los subsidios. A partir del verano la situación se estabilizó.
Otra de las actividades que realiza Codinse son los talleres de estimulación cognitiva en los municipios más pequeños de la zona, donde no llegan las propuestas de la Diputación Provincial. No tienen un mínimo de participantes y la mayoría se distribuyen entre octubre y mayo porque son los meses más complicados para la población de avanzada edad de los pueblos. Guiados por un monitor, realizan ejercicios que les ayudan a activar la memoria como lectura, comentarios, pasatiempos o sopas de letras, también escriben sobre canciones o historias que recuerden, apunta. Además, hay otra parte de la sesión de gimnasia adaptada, con movimientos muy básicos porque «la mayoría de los participantes sobrepasan los 80 años y su movilidad es reducida», especifica Martín.
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El último servicio que ha puesto en marcha la coordinadora, también destinado a los más veteranos de la zona, es de asistentes personales. Tal y como pone de manifiesto, «es una figura que existe en la Ley de Dependencia de la Junta de Castilla y León y que cada vez se está promoviendo más para incentivar que permanezcan en sus domicilios el máximo tiempo posible». Su misión es cubrir las necesidades que puedan tener, aparte de la ayuda a domicilio o el servicio de comida. Ente ellas, destacan el acompañamiento al médico, llevarles la compra o estar unas horas con ellos para evitar que pasen todo el día solos.
La valoración de las necesidades que deben cubrir estos asistentes la hacen los servicios sociales, aunque de forma coordinada con Codinse, que es quien gestiona parte del servicio en el nordeste de la provincia. Su gerente afirma que desde que hace tres años que se comenzó a testar esta figura «ha mejorado mucho la situación y muchos mayores que no son autónomos del todo con estos apoyos siguen en sus casas».
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Cerca de 65 personas de la comarca se benefician de esta prestación, aunque María del Mar Martín señala que este año ha sido peculiar porque ha existido una mayor demanda de servicios puntuales a causa de la crisis sanitaria. Por el contrario, algunos talleres han tenido que suspenderse porque los usuarios no querían participar por miedo al contagio, y eso a pesar de que «se extreman las medidas de seguridad y en la mayoría de los grupos son solo cuatro o cinco personas».
Una parte de estos servicios está subvencionada por la administración autonómica y los propios usuarios aportan la cuantía restante en función de sus posibilidades económicas. No obstante, la gerente de Codinse cree que son unos servicios que deberían generalizarse en el medio rural, pero es consciente de que para ello es necesario un importante incremento de recursos. Asimismo, reclama una línea de ayudas para eliminar las barreras arquitectónicas y adaptar las viviendas de las personas sin recursos, ya que «la accesibilidad muchas veces marca la diferencia entre que puedan o no quedarse en su pueblo».
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