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El entrenador de El Cochinillo Segoviano, Sergio García Muñoz, tiene tatuado el 70-34 que su equipo recibió en septiembre de 2023 ante la UVa San Isidro. «Me acuerdo como si fuera ayer». Era su segundo partido al frente de un equipo que lo había perdido todo la campaña previa y llegaba así a las 30 derrotas seguidas. Escuchó entonces cómo el rival se refería a ellos con la etiqueta de trámite. Pero aquel equipo se levantó a partir de la semana siguiente y fue segundo de su grupo en Primera Nacional. Y un año después ha dado la vuelta al número maldito, ganando el sábado en el Emperador Teodosio a aquel 'coco', ahora denominado Geprecon Cumbers, que venía de ganar sus 30 últimos partidos de temporada regular –los 18 del curso pasado y los 12 de este– en una prueba de su potencial para, quien sabe, asomarse a Liga Femenina 2.
Podría decirse que el San Isidro es un equipo de categoría superior que se quedó en Primera Nacional por accidente. Ganó los 18 partidos de la primera fase y cinco de los seis de la prefase de ascenso. Así llegó a la fase final, un grupo de cuatro equipos en el que el campeón subía. Ganó los dos primeros partidos del fin de semana y ganaba de tres el tercero a de cinco segundos del final. Pero llegó un triple que derribó su castillo de naipes. Perdieron en la prórroga y cayeron después en el duelo por la otra plaza ante el segundo del otro grupo. Perdieron más partidos en 24 horas que en nueve meses, donde acumularon un 27-1.
El bloque se ha mantenido, apenas cambia el entrenador. García Muñoz elogia su calidad en «puestos muy determinantes» como la base Cristina Salinas o la alero Alicia Benito, cuya ausencia por lesión alivió el sábado su equipo, como la baja de Sara Fernández, su mujer alta. «Mezclan esa veteranía con jóvenes de Valladolid con mucho nivel de formación en selecciones. Juegan muy diésel, muy constantes, no te puedes permitir ni un falló. Eso hace que hayan ganado todos los partidos con medias cercanas a los 30 puntos y haber estado dominando con puño de hierro la liga estos dos últimos años».
El Cochinillo fue una de esas víctimas, aquel 70-34 que García Muñoz define como punto de inflexión. «Ahí hicimos un poco catarsis». Ganaron siete partidos seguidos y cuando se midieron en la segunda vuelta en Segovia compitieron, aunque cayeron 51-58. «Fuimos todo el partido detrás. En un arranque heroico nos llegamos a poner a cuatro, pero fueron totalmente merecedoras». Coincidieron en la prefase de ascenso, pero no se enfrentaron porque venían del mismo grupo. El técnico acredita que las pucelanas eran superiores a las gallegas o asturianas. «Por mentalidad y porque tienen un ritmo excepcional. Este año lo han mantenido, pueden jugar incluso más fluido y sencillo».
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Luis Javier González
Tras ganar cinco de sus primeros seis partidos, El Cochinillo vivió una mala racha de tres derrotas seguidas de la que se había repuesto ganando los dos partidos previos a la visita del líder. «Estoy encantado con el trabajo de todas, hemos dado un paso más en la forma de entrenar. Era algo que se venía cociendo, había mucho deseo por ese partido». Explica en parte la inercia ganadora del San Isidro por la falta de fe en el rival. «Terminar de creérselo. Y eso no nos faltó en ningún momento». Y hubo razones para dudar: se fueron por delante al descanso tras ir ocho abajo. «La capacidad de resiliencia, estar duras de coco, fue muy grande. Empezamos a ver lo que estoy seguro que podemos llegar a ser». Una defensa que dejó a cero en los siete primeros minutos del tercer cuarto a un rival con medias de anotación muy altas. Fue el parcial que rompió el encuentro (23-6) para una victoria relativamente cómoda: 65-51.
García Muñoz lo explica también por las gradas. «Fue impresionante el ambiente, no solo en este partido. El pabellón lleno todos los partidos, pancartas de ánimo… Se juntaron muchas cosas que necesitábamos, pero que también merecíamos». El lema fue la frase de Carolina Marín, la campeona olímpica de bádminton que se lesionó la rodilla en París cuando buscaba su segundo oro: «Puedo porque pienso que puedo». Para un equipo con margen de mejora, pues empezó con ocho jugadoras nuevas. «Es un proceso, ha habido que surfear varias olas». Como la reciente grave lesión de rodilla de Gabriela Nykiel. Han vuelto otras como Irene Llanos, máxima anotadora ante la UVa con 17 puntos.
El grupo está liderado por su víctima con 12 triunfos, dos más que el segundo. El tercer y el cuarto suman nueve. Hasta aquí, los que jugarían prefase de ascenso, el objetivo de las segovianas, que van 8-4 y están en un cuádruple empate por el quinto puesto. «Era un partido muy importante porque nos reafirmaba en la convicción, pero el objetivo es estar bien cuando llegue el momento de estar muy bien. No queremos que se nos recuerde como el equipo que le quitó la imbatibilidad al Geprecon Cumbers, sino como un equipo sólido. Un partido lo puede tener cualquiera, lo importante es la regularidad que estamos intentando construir».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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