El cisma entre cadetes que termina en una rotura de la tibia y el peroné

Antes del drama, al entrenador del Hontanares, Luis Gómez, le sorprendió la efusividad para un partido sin mayor trascendencia. «Los goles los celebraban como si fuese una final; nosotros metimos tres y celebramos uno». El clima beligerante fue a más al principio del segundo tiempo y pidió al colegiado que interviniera: «Si un aficionado nos está insultando tienes que parar el partido». El colegiado respondió: «Si no escucho nada, no puedo hacer nada». En esas, el técnico perdió la paciencia. «Yo me calenté y le di una patada a una de mis botellas. No actué bien. El árbitro me avisó y me senté. Su labor es muy complicada; están solos y no hay un manual para consultar. Creo que hizo lo que pudo».

Ante ese clima, el delegado de campo del Unami, Emilio Illanas, sacó el móvil y empezó a grabar. «Yo no lo he hecho nunca, pero hubo tres acciones muy graves». Una fue la patada a la botella; habla de cortes de mangas del banquillo del Hontanares y de insultos. «Esto lo tengo que grabar, aquí va a haber movida. No el banquillo, sino todo el campo. Si no hay una prueba palpable, voy a estar desnudo. Es triste que tenga que hacerlo para que la gente mida sus actos». Con todo, admite que su decisión «aireó las susceptibilidades». Ahora rechaza hacer públicas las imágenes que recogió «para no empezar una guerra» con el Hontanares.

La tensión estaba también en el campo: de las ocho amarillas del partido, siete llegaron entre el minuto 65 y el 83, el tercero del descuento, pues se juegan dos partes de 40. Sergio Sastre es el jugador diferencial del Hontanares, el que más amasa balón. Un diestro que juega a banda cambiada o de delantero. «Es el que te resuelve un encuentro de la nada. Y como en muchos partidos, le daban. Yo le decía al árbitro que no diera ley de la ventaja porque pitaba una falta y el chaval se llevaba cuatro patadas», subraya su entrenador, que elogia su cambio de actitud, que no se tomara la justicia por su mano. «Antes tenía mucho carácter, se acercaría al banquillo, insultaría, amarilla o expulsado. Ahora da gusto con él, la verdad es que estaba en el mejor momento de comportamiento».

Illanas asegura que su video recoge una «entrada durísima por detrás» de Sergio Sastre a un jugador del Unami y una frase posterior: «Levántate y no llores más, maricón». Lo compara con la lesión: cambia la consecuencia. «Pero condeno esa frase y condeno la anterior». Define una zona del Chocolate entre los banquillos y el vestuario, con vallas y un banco verde, fácil de sortear. «Muchas veces se mete la gente y les tienes que echar porque es una zona técnica. Cuando se calentó la cosa, hubo un padre y un hijo que se acercaron allí, pero en el lado de ellos había otra persona que estaba todo el tiempo ahí, le pedí que se fuera y no quiso hacerme caso». Aquel padre intercambió expresiones con un jugador del Hontanares; el colegiado le contuvo y pidió a Illanas que apaciguase al aficionado. Se alejó y pareció calmarse todo.

La lesión ocurrió a escasos dos metros de los banquillos. El delegado del Hontanares vio el tobillo colgando, lo tapó con chaquetas y pidió una ambulancia al árbitro, que redactó el acta con los dos entrenadores. «Yo no gano nada con que sancionen al Unami, pero me duele mucho también que salga 'gratis'. A lo mejor aquí sí que tenemos que pedir los 1.000 euros que le han metido al Ayllón por alineación indebida». Gómez lloró cuando escuchó los audios de su jugador por WhastApp, diciéndole con voz temblorosa que estaba bien, y cambió el entrenamiento del lunes por una visita a su casa. Un grupo corto de 13 jugadores, con convocatorias justas, así que se llevó el domingo a dos infantiles. «Estaban blancos, alguno no me viene a jugar nunca más».

Al pensar en la jugada, Gómez quiere descartar la mala fe. «Vamos a pensar que es un lance del juego. Que no va a hacer daño, sino con la intención de dar fuerte. Y el que juega se arriesga a esto. Pero todo lo que envuelve la lesión, sobra. El comentario, la provocación… Lo que más nos duele es lo que dijo cuando Sergio se estaba quejando en el suelo». De ahí, a la tangana final, con dos amarillas por equipo y la suspensión, con 4-3 a favor del Unami. «Vi a un jugador mío saltando y dándole patadas en el aire. Tiene que estar grabado».

La Federación de Castilla y León de Fútbol, cuya delegación segoviana albergó una reunión poco productiva entre ambas partes el miércoles –a petición del Unami; no por la lesión, sino por el clima posterior en redes sociales–, sancionó con 80 euros al Hontanares porque la madre del lesionado, que tiene a otro hijo en el juvenil del Unami, saltó al campo. Illanas pidió a la Federación que autorice la grabación de todos los partidos «para defender o para acusar a aquellos que falten al respeto».