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Christina Rosenvinge se sabe un verso libre, un ADN que explica su biografía, desde la infancia a sus 26 años gestando canciones y, ahora, a su estrenada faceta de escritora, con su libro 'Debut', el 'cómo se hizo' de su carrera. «Igual que yo era ... la rara de la clase, en la música era una figura que no acababan de interpretar los críticos. El libro está escrito para la gente como yo, los que caminamos en los bordillos de la sociedad». La cantautora española de ascendencia danesa repasó ayer su discurrir alternativo por la industria en una charla con el crítico Bob Pop en el teatro Juan Bravo. Ante la corriente mayoritaria, Rosenvinge aboga por los caminos secundarios. «A veces vas solo, pero es posible. Hay un margen suficiente para la libertad individual y estar dentro de la industria. A no jugar el juego». Para lograrlo, defiende una filosofía moderada. «Si haces la carrera a ser el número uno, estás jugándolo todo al éxito o al fracaso. Si tu recorrido es más largo, es más una maratón. No vas a subirte al podio, pero vas a estar siempre ahí».
Su desarraigo en los 90 la llevó a marcharse a Nueva York. «Estaba haciendo un ejercicio de honestidad, pero esa música, viniendo de mí, no era digerible por el establishment. No podía hacerla una rubia popi». Aprovechó una herencia para recuperar el impulso en EE UU y a su regreso entró de forma más natural en el engranaje. «Se me ha aceptado por una cuestión de pura insistencia. Cuando pones un disco tras otro nadie te puede negar el derecho a estar ahí». Tenía el plan B (lo bautizó como 'poner una mercería') con la idea de una escuela musical, pero no necesitó activarlo. Con todo, agradeció el colchón familiar y alertó de la precariedad. «Estamos perdiendo muchísimo talento de las clases trabajadoras».
La cantautora explica la «cadena mental» que inspira a sus canciones, desde lo que ocurre un día concreto al último poema. «Es una forma de biografía, cuenta lo realmente importante para mí, que es lo que acaba en las canciones». También cómo se enfrenta a una maqueta. «Hay un trabajo de artesano. El ejercicio de sinceridad está en el libro, el lado que los artistas nunca contamos, el de la duda y el fracaso». Rosenvinge confesó dar una versión incompleta en las entrevistas. Pop planteó un ejercicio que aparece en el libro: la disección de una entrevista, en 2006, con la respuesta oficial y una voz en off con el mensaje real que nunca transmitió. La escenificación, con un tono muy natural, fue el momento estrella del evento.
En su debut como escritora, asegura haber sentido un amor similar al de componer una canción. Pese a su sinceridad, fue benévola con sus ex. «¡Es que ya les había dado lo suyo en las canciones!».
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