Imagen de archivo del incendio de una chimenea en el núcleo de Santibáñez de Ayllón. El Norte
Segovia

Las chimeneas provocan una docena de incendios al año en la provincia

La falta de aislamiento de las instalaciones antiguas y la suciedad propician un flujo constante de incidentes

Domingo, 15 de diciembre 2024, 21:23

Los deshollinadores han aumentado su carga de trabajo en los últimos años, pero deberían tener más. El uso de las chimeneas ha crecido por el regreso a los pueblos de familias jóvenes tras la pandemia y por suponer una alternativa económica ante el aumento del ... coste de la luz o el gas en los últimos tiempos. Y eso ha desnudado sus carencias: la de instalaciones viejas sin el aislamiento necesario y la de quienes no quitan el hollín a tiempo y dejan que se convierta en combustible para el fuego. La consecuencia es un promedio anual de doce incendios generalizados al año en el territorio segoviano, según datos de los bomberos del Ayuntamiento de la capital, que asumen todavía el tutelaje de la provincia, y tienen al menos otra veintena de salidas por la misma causa, aunque la consecuencia no sea tan grave.

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Los incendios relacionados con chimeneas tienen dos causas principales. Lo más habitual es que el tubo se calienta, no está bien protegido y colinda con una viga de madera, la construcción más frecuente en los pueblos. Esa viga va ardiendo poco a poco –un proceso que puede durar semanas– hasta que se generaliza el incendio. El otro origen es la falta de limpieza, esas partículas no quemadas de hollín que sirven de combustible.

Pero la gravedad depende de la estructura: si el tubo está protegido hasta la salida y no afecta, por ejemplo, a vigas, generará mucho humo y riesgo de intoxicación, pero no podrá en peligro la integridad de la vivienda. Pero lo más frecuente es que el tubo esté cerca de la madera, algo habitual en las casas rurales. Es relativamente frecuente que los huéspedes pongan al máximo a la chimenea en un día de mucho frío y lleguen los problemas.

Más utilizadas desde la pandemia

Incluso en esos casos, el fuego puede tardar un par de días en dar la cara. Y suele hacerlo en la planta de arriba, la menos vigilada por quien habita la casa. El primer síntoma es que la chimenea no tira bien y empieza a salir humo por sus respiradores. Si el huésped está despierto, tiene 'fácil' solución. El problema viene cuando prende por la noche y se transforma en un incendio generalizado porque ha pasado, pongamos, de la viga al armario o las cortinas.

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Por lo tanto, las salidas de los bomberos se reparten entre ambos escenarios. En el primer caso, identifican el punto caliente y lo apagan. Por eso el consejo es proteger ese tubo. Si la obra es cara, al menos recomiendan instalar un buen aislante.

Un problema que adquirió relevancia durante la pandemia porque las chimeneas de los pueblos aumentaron su uso con la llegada de los habitantes de las ciudades. Muchas horas en casa para una fuente de calor que pasó de usarse de forma ocasional en fines de semanas contados o vacaciones a un funcionamiento diario. Porque no solo fue una fuente de calor, sino una terapia contra el aislamiento. Esa mayor utilización se tradujo en más hollín. A eso se sumó el giro demográfico: la muerte de ancianos por la covid legó sus viviendas a una generación joven que, en muchos casos, no estaba familiarizada con la necesidad de deshollinar.

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«Es el peor incendio del universo porque está en un sitio redondo, cerrado y cuanto más sube, más combustible encuentra»

Ángel Vilches

Deshollinador

Factores que elevaron a partes iguales las salidas de los bomberos y la demanda de deshollinadores, un sector donde no sobran profesionales, algo que en parte se explica porque es una labor que tradicionalmente han llevado a cabo otros profesionales tangenciales. Ángel Vilches enumera a cuatro empresas deshollinadoras en Segovia, incluyendo la suya, y otros tantos 'francotiradores' como ferreterías que venden chimeneas y tienen a un empleado que las instala. «El cliente compra la chimenea, la empresa se la deja en la puerta de su casa y llama al albañil de turno».

Las dos preguntas que hace cuando descuelga el teléfono son el tiempo que lleva sin limpiar y el tipo de instalación: si es una chimenea abierta –sin puerta, con interior de ladrillo– o un casete: un cascarón de hierro con puerta de vidrio, una opción más eficiente, pues es una especie de radiador. «Lo otro es fuego en un agujero en el salón».

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Agenda cargada de trabajo

Vilches alerta de un cambio desde la pandemia, un punto y aparte para las aseguradoras. «Empiezan a dejar de pagar los siniestros de chimeneas que no tienen la instalación o el mantenimiento acorde a la normativa». Es decir, piden una factura firmada en el último año por una empresa certificada, el boletín de alta en industria o la memoria técnica.

Aunque la normativa –el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios)– es de 2007, el sector ha cambiado. «Cada vez van más apretadas porque hay más competencia entre ellas. Están aprendiendo a que tienen la ley de su parte y que las chimeneas son la razón número uno por la que salen los parques de bomberos a domicilios particulares. Es el peor incendio del universo porque está en un sitio redondo, cerrado, el fuego va hacia arriba y cuanto más sube, más combustible encuentra. Es la turbina de un avión. Estalla ladrillos, derrite tubos… lo normal es que se lleve la casa», describe Vilches. La normativa exige un tubo continuo de acero inoxidable desde los hombros de la chimenea hasta que se encuentra con la atmósfera, pero no es retroactiva.

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«La calidad del pino no es buena porque tiene muchos problemas de dilatación»

Fernando Santa Engracia

Deshollinador

Fernando Santa Engracia revisó el martes pasado en Riaza una de las 200 chimeneas a las que ha hecho el mantenimiento desde el verano en la provincia –lugares fríos como Ayllón, Maderuelo, Coca o Samboal–, aproximadamente un tercio más de las que tenía en cartera en 2020. «A El Espinar o Los Ángeles de San Rafael voy cada dos por tres. En Hontanares también tengo bastantes», comenta el profesional.

Así que su agenda ha crecido. «Tengo clientes de todos los años y el que te llama cuando se le atasca». «Lo bonito era llegar, apretar el botón y que saltase la caldera de gas. La gente ha optado por leña o pellet por un desahogo económico», apunta.

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Se encuentra de todo, desde la limpieza a la leña, pues su calidad es directamente proporcional a la suciedad que genera. Debe ser seca y no vale cualquiera. «La del pino no es buena porque tiene muchos problemas de dilatación. Te sube de golpe la temperatura y enseguida te la baja. No es constante como la de un roble o un fresno».

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