Secciones
Servicios
Destacamos
El Turégano, ese club voluntarioso que lleva dos años rozando hazañas, logró ayer su hueco en la historia. Jugará con un Primera División, su bola estará el martes en el gran sorteo de la Copa del Rey, tras ganar la segunda edición de partido de los sueños, el duelo entre equipos de Regional por el gordo futbolístico. Un año después de caer derrotado en Cantabria ante el Velarde –que se midió después al Sevilla–, los segovianos, eliminados en los dos últimos años a las puertas del ascenso a Tercera División, se aseguraron un final feliz en el gran día de fútbol de la historia del pueblo.
Como en las finales de la Champions, Turégano calentó el encuentro con una Fan Zone. O, en castellano, el vermú del siglo. El bar, el epicentro del club, se quedó pequeño porque el día festivo devolvió al pueblo a vecinos errantes que hacen vida en Segovia o Madrid. Y porque el Santurtzi desplazó medio millar de aficionados –en cinco autobuses y vehículos particulares– y llenó la grada supletoria de uno de los fondos. Un buen número de equipos de Segunda RFEF no se acercan a ese nivel de convocatoria. El fútbol modesto cotiza alto.
Turégano CF
Guille Gómez, Javi, Carlos Cotrina (Pichu, min. 64), Guille Duque, Marcos, Carlos (Chechu, min. 64), David Cotrina, Luis del Barrio (Sergio Alcubilla, min. 69), Morata, Juli y Diego Alcubilla (Miguel, min. 58).
3
-
1
CD Santurtzi
Greño, Echaniz (Estepar, min. 84), Gil (Fontal, min. 73), Arambarri, Zatón, Beñat (Mota, min. 59), Castaño (Acedo, min. 73), Marroquín, Cuevas, Del Olmo (Igarki, min. 59) y Matey.
Goles: 1-0 (min. 42) Carlos Cotrina; 1-1 (min. 48) Matey; 2-1 (min. 51) Guille Duque, de penalti; 3-1 (min. 83) Miguel.
Árbitro: Eduardo Barranquero Sánchez. No mostró ninguna amarilla.
Incidencias: Eliminatoria a partido único de la fase previa de la Copa del Rey, disputada en el campo de El Burgo, lleno, con la presencia de medio millar de aficionados visitantes.
El duelo exponía a esos jugadores, acostumbrados al silencio de la Regional en las frías tardes de invierno, a una expectación inaudita. Pero aquello era un partido de fútbol, con sus duelos. Cuevas, el atacante de referencia de los vizcaínos, se las vio pronto con Morata; Diego Alcubilla, que ya probó la Copa en su etapa en el Unami, presentaba sus credenciales a Echaniz. Contactos honestos de dos equipos hambrientos; ninguno asumió el papel de víctima.
Por mucho drama, aquello era un partido de Regional, de balones aéreos, de segundas oportunidades. Ambos se esforzaban en su parcela y buscaban el pase feliz, el que allanara la tarea. Javi tuvo que salvar la primera internada vasca, una anticipación de Del Olmo tras un control de veterano. La receta visitante era balones largos, principalmente de Zatón, el lateral izquierdo, en busca de Matey, el delantero peleón. El Turégano jugó con fuego sorteando la presión en su área chica, para enfado de su entrenador, Paco Maroto, que minutos después respiró cuando la secuencia salió bien.
El Turégano no rehuía los envíos aéreos y confiaba en Juli y Morata para dar el pase abrelatas. Alcubilla era un felino en busca del balón feliz, que casi encuentra en un envío de Cotrina desde la derecha al que llegó para impactar de primeras, pero sin la contundencia para crear problemas. Sí lo hizo la internada de Luis del Barrio desde la izquierda; el capitán se echó las manos a la cabeza porque Arambarri evitó que su pase de la muerte llegara a los dos asesinos de rojo.
Noticia relacionada
Luis Javier González
Con todo, el Santurzti vivía tranquilo hasta que Marroquín derribó por detrás a David Cotrina cuando se disponía a disparar desde la corona del área. Una amarilla de manual que el colegiado, alérgico a usarlas, se ahorró. Del Barrio ejecutó en primera instancia la falta con un tiro raso que repelió la barrera, pero Carlos Cotrina golpeó con el alma el rechace y se llevó la especial. Greño no pudo hacer nada ante un bote rebelde y la velocidad del envío. El balón parado era la gran amenaza de los vascos, pero Turégano golpeaba primero.
El Santurtzi apagó de un suspiro las caras de felicidad del descanso, esos aficionados que aprovechaban su pausa de hidratación en un campo sin un centímetro de sombra. Sin tiempo para acostumbrarse a la ventaja segoviana, Zatón puso un envío perfecto desde la izquierda al segundo palo; allí llegaron tres jugadores solos, incluido Matey. Lateral y delantero se encontraron al fin y los vascos igualaban con un remate a bocajarro imposible para Guille, que asistió a la euforia de los aficionados visitantes, sus compañeros de viaje durante toda la segunda parte.
El Burgo acusó el golpe, pero el Turégano no se dio tiempo a recordar traumas. Segundos después del saque de centro, Alcubilla se plantó en área rival y usó de forma canónica su cuerpo para aprovechar la embestida descontrolada de Gil. Un penalti irrebatible que Guille Duque, el ejecutor habitual, asumió. Fue el momento más tenso de la tarde –el lapso de silencio en un día de altos decibelios– que el segoviano gestionó con mente fría, observando al portero para responder con un tiro raso al palo izquierdo. Inapelable. Volvió el sonido.
La balanza psicológica del encuentro se resolvió en esos dos minutos. El Santurtzi acusó el tanto; siguió luchando, como mandaba la ocasión y su variado repertorio, pero fue a contracorriente. Mientras, el Turégano se creyó que aquello acabaría bien; ganaba los duelos, llegaba a los cortes, apagaba que una chispa incendiara el tesoro de paja que custodiaba. La demanda física, elevada por las altas temperaturas de este octubre estival, adelantó los cambios. Ninguno jugó con el escenario de que la cosa durara más de 90 minutos.
El Santurtzi quemó las naves: defensa de tres, con Arambarri como central, y los dos delanteros campando sin retorno en campo segoviano. No sufrió el Turégano, que aprovechó el riesgo necesario de su rival para cerrar la contienda. Avisaron Pichu y Miguel, dos recambios de garantías que se asociaron para el gol de la felicidad: el primero encontró un pase al hueco y el delantero formado en la Segoviana definió con solvencia y desató la piña de abrazos. No se lo creía Javi, que no se atrevía a sumarse por si al hacerlo despertaba del sueño.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.