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Juan Carlos Gómez, de 52 años, lleva compitiendo más de tres décadas en cetrería, casi los mismos que lleva criando halcones. Por las manos de este segoviano han pasado compañeros memorables como Rucho, Toco o Marcelino,un ejemplar de ocho meses con el que se ... proclamó el domingo subcampeón del XVI Trofeo de Reyes de Altanería, el certamen de cetrería de mayor prestigio en España. En Cantalejo, donde reside, tiene catorce halcones, que cuida junto a su hermano Javier. Gómez, que ganó este torneo en 2016 con Artista, reivindica el papel de la cetrería y al cazador como diagnosticador privilegiado del campo.
–¿Qué le llevó al mundo de la cetrería?
–Una de las claves para todos los que comenzamos en los 80 fueron los programas de Félix Rodríguez de la Fuente. Así nos empezamos a enganchar gente a la que nos gusta el campo, que venimos de familias de cazadores.
–¿Por qué les cautivaban aquellos programas?
–Eran muy reales, como la vida misma en la naturaleza. En la cetrería, ver que una persona pueda adiestrar a un animal salvaje y servirse de él para coger una presa, cazar con él o ver sus vuelos, controlados por ti mismo, es una pasión. Es lo que te enciende a meterte en este mundo.
–¿Cómo es esa pasión?
–Las pasiones son difíciles de describir. En el adiestramiento creas una amistad, una relación con el ave. Tú le das una recompensa y él te acepta como su amigo. Conseguir que tú sueltes el pájaro, se ponga a volar libre y te siga a 400 metros de altura porque sabe que le vas ayudar a cazar te llena.
–¿Qué le aporta a nivel personal?
–Estar en contacto con la naturaleza y comprender los animales es la esencia de la vida. El hombre, desde que es hombre, ha sido un depredador. Nos hemos valido de nuestros medios para poder subsistir cazando. Ahora lo hacemos todo con granjas, pero eso lo tenemos. No lo haces con una escopeta; tu medio es adiestrar un ave. Eso es lo que te llena, no el hecho de matar. El cazador tiene que amar la naturaleza y respetarla. Además, son los que alertan de cómo está la situación, la contaminación, la agricultura extensiva...
–¿Considera entonces que el verdadero cazador no mata?
–La finalidad de la caza no es matar la presa, sino hacer un lance con tu perro o con el halcón. Con los halcones se matan muy pocas presas; de diez lances, lo mismo coges una. Nosotros tenemos que hacer un equilibrio, el hombre siempre ha participado en el equilibrio natural de las especies. Ahora hay una explosión de algunas, hay más de las que debería porque no tienen depredadores debido, por ejemplo, al envenenamiento de las tierras. Esas cosas las debe controlar el hombre. Los cazadores nos enteramos de esas cosas.
–Habla de los animalistas. ¿Qué argumento les daría?
–Un cetrero, un buen cazador, siempre está en contacto con la naturaleza. Sabe por qué no hay caza, por qué no hay perdices, rapaces... Hacemos mucho más nosotros por la naturaleza que muchos de ellos. Lo que pretendemos es cuidar el coto, pagar al agricultor para que siembre y puedan comer los pollos de perdiz, ponemos bebederos y comederos... Todo lo que falta en el campo, lo ponemos. Y la gente se cree que lo ponemos para que haya especies para matar, y no es así. Un cetrero puede matar seis o siete perdices en todo el año; una finca que esté labrada con alambrera las mata en dos meses. Los tendidos eléctricos matan miles de rapaces al año; son compañías eléctricas y no te puedes meter con ellas. Los herbicidas, pesticidas... El que sepa un poco de naturaleza sabe que esto está terminado.
–¿A qué se refiere?
–Que no tiene remedio. Lo que se pretende es producir y lo demás da igual. ¿Sale una mala hierba? Herbicida. Purín, ríos y manantiales contaminados... La gente a la que le gusta el campo, entre ellos los cetreros, lo vemos.
–¿Qué le aporta el hombre al halcón?
–Ahora todos los halcones que criamos son en cautividad. No es como una mascota, todos los días vuela libre. Lo que intentas es que vivan como sus congéneres naturales, dentro de lo posible. De hecho, si se extravían o se pierden, vivirían en libertad y criarían con especímenes de su especie. Intentamos que nos acepte. Un cetrero no le mata de hambre para que vuele; son pájaros fuertes y gordos. Se trata de que su instinto natural de caza lo efectúen contigo.
–¿Qué hace a un buen cetrero?
–Tener los pájaros cómo hay que tenerles, en una situación psicológica perfecta. Volarles todos los días, que las instalaciones estén limpias...
–¿Cómo se cuida psicológicamente a un halcón?
–[Ríe] Que el pájaro se sienta con ánimo, no tenerle muy bajo de peso porque así le estás maltratando. No decirle: «Si no lo haces bien, no te doy de comer». Lo que se pretende es tenerle bien de cabeza, que se sientan halcones. Que él sepa que sale a volar y es el que manda en el cielo.
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