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El castillo de Turégano duplica su superficie visitable tras su rehabilitaciónLa fase principal de la remodelación del castillo de Turégano ha duplicado la superficie visitable de una fortaleza reabierta en octubre y que aspira a materializar su potencial de cara a convertirse en uno de los referentes culturales de la provincia. Su versión anterior ya ... concentraba 15.000 visitas anuales antes de la pandemia. La actualización solo permitirá visitas guiadas a un precio de dos euros —subirá a ocho a principios de año— para poner en valor el espacio y costear su mantenimiento.
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Pese al retraso de un año en estos primeros trabajos, el complejo, cerrado de forma ininterrumpida desde la pandemia, seguirá abierto en la última fase de las obras, que empezará en los próximos meses y dejará restaurados sus muros para el verano.
El castillo, declarado Bien de Interés Cultural en 1931, abrió en octubre tras concluir en julio —un año después de lo previsto por hallazgos arqueológicos— la fase principal de la rehabilitación, costeada gracias a los 500.000 euros de subvención directa de la Junta y los 467.474 euros del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, con cargo al 1,5% cultural. El resultado es la consolidación de la espadaña, en mal estado, así como la parte norte de la muralla interna, también muy dañada. Eso ha permitido el acceso a todos los adarves de la muralla central.
En el proceso se descubrieron unas pinturas, tanto en la iglesia de San Miguel como en la parte sur de la fortaleza, donde también ha aparecido un baptisterio desconocido. Eso se suma a los hallazgos en el exterior de lo que pudo ser un alcazarejo —una muralla de prevención pasada la puerta de entrada— así como restos de construcciones anteriores. También se ha restaurado la puerta de entrada a la iglesia.
El alcalde de Turégano, Juan Montes, cuya valoración intentó recoger sin éxito este periódico, encomendó a Jesús Bravo, su predecesor en el cargo entre 2003 y 2007, la supervisión del proyecto pese a ser concejal del PSOE, en la oposición. El castillo tuvo años atrás una escuela taller que hizo pequeños arreglos en la muralla intermedia, pero el resto estaba bastante deteriorado.
«Estoy absolutamente convencido, por eso no tengo ningún problema en colaborar con la alcaldía del PP, de que es el motor económico del pueblo. Los bares y hoteles han notado que ha vuelto a abrir», asegura Bravo.
La fortaleza ha reabierto con visitas guiadas —antes eran libres— a un precio de dos euros, pero pasarán a ocho a partir de enero. «La tarifa puede ser llamativa, pero es como el día y la noche», indica el concejal. Se puede visitar toda la muralla interior, unas pinturas únicas en la iglesia que corresponden al Presbiterio —permiten reconstruir la historia del templo anterior a la composición actual— y la parte trasera, anteriormente cerrada por riesgo de desprendimientos. «Se han duplicado tanto la parte artística como los metros».
La restauración pendiente, financiada por una subvención de 300.000 euros de la Junta, comenzará en los próximos meses. «A ver si es posible que podamos sacar el pliego antes de finales de año». La tarea es consolidar la muralla intermedia —la exterior, pegada a la carretera, es del siglo XII y la central es la que fortifica a la iglesia—, uno de los adarves de esta última muralla interior y restaurar el dintel de piedra de la puerta de la iglesia. El requisito es liquidar esa ayuda antes de noviembre de 2024.
Escarbar en la historia obliga a modificar los planes. Ha ocurrido con el alcazarejo, una zona en la que se exploró superficialmente en 1985, «pero no se había hecho en condiciones». La idea inicial era instalar un módulo que iba a contener las taquillas, los servicios y una escalera de acceso a las salas de la Torre del Homenaje más manejable que la actual, con escalones de piedra irregulares y con altura. «Es muy incómoda», considera Bravo. Pero la excavación preventiva destapó esa pequeña muralla y suspendió unos meses los trabajos.
Lo mismo ocurrió con los diversos hallazgos en la iglesia. Las pinturas no han significado un gran retraso, pero sí el hallazgo de un cementerio, que en aquella época estaba dentro de los propios templos. «Han salido huesos como para hacer cocido los próximos 30 o 40 años», bromea el edil. La zona excavada era el lugar de descanso de los pobres, pues las sepulturas del otro cementerio están más marcadas, de forma individual. «No ha aparecido madera, así que les enterrarían envueltos en alguna sábana, unos sobre otros», asevera. Las últimas lápidas del cementerio exterior, instalado con posterioridad, eran de 1849.
Bravo argumenta el potencial turístico del castillo al señalar que es «muy desconocido» para un público muy amplio. «Incluso cuando nos hemos metido con las obras, ha habido muchas reticencias porque no hay datos, ni planos, ni documentación, nada de nada. Según van apareciendo las cosas se va haciendo el relato», concluye.
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