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Castillejo de Mesleón no está vaciado, sigue en pie. Su alcaldesa, Susana de las Monjas, que llegó a principios de los 90, rechaza el término España Vaciada. Porque suena a batalla perdida y esgrime que su pueblo todavía late y que queda mucho por hacer antes de tirar la toalla. Antes de su llegada, la economía local se cimentaba en el ganado ovino o en la agricultura, con cortadores de leña que la vendían en los asadores de Sepúlveda o Riaza. Su familia materna era del pueblo y lo vio como una opción idílica para abandonar Madrid. Relevó a su suegra en el bar familiar junto a su cuñada y en él sigue décadas después pese al declive. «Al principio funcionaba muy bien porque vivía más gente, salían y los que hoy aún viven aquí eran más jóvenes». Una época en la que el censo rozaba los 300 vecinos, el doble que en la actualidad.
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La población que resiste ahora está muy envejecida. «Somos pocos y muy mayores». Su estimación es que al menos tres cuartas partes del pueblo ha superado la edad de jubilación, entre 70 o 90 años. Ante este panorama, el bar abre solo los fines de semana. Y la regidora, tras tres décadas como autónoma, ha buscado otro trabajo durante la semana. «No me quiero ir de aquí ni quiero cerrar mi bar». Es el único negocio que sobrevive en el casco urbano. Como el pueblo está pegado a la A-1, hay dos gasolineras; una de ellas tiene un departamento de gasóleos que da trabajo a sus vecinos. Hay un par de empresas de hormigón y áridos o venta de maquinaria y otras dedicadas a la venta de piensos, forraje y leña, además de ganaderos extensivos de vacuno. Y un taxista que prestó el servicio de forma gratuita durante la pandemia.
Entre los cambios recientes están la sustitución de las tuberías de fibrocemento o la renovación de la iluminación en instalaciones como el frontón, que ha reverdecido con una renovación integral. Los columpios de uno de los dos parques también han sido sustituidos. La estampa se completa con una treintena de árboles. «Antes se hacía una calle y si molestaba un árbol, se quitaba», recuerda la alcaldesa, que ha utilizado una de tantas subvenciones para estos olmos y pinos. «Hemos pedido prácticamente todo lo que se podía. Desde cultura, educación, violencia de género... Si no, poco puedes hacer, porque nuestro presupuesto es muy pequeño». Con las cuentas municipales da para gastos corrientes.
El municipio cuenta con los núcleos de Castillejo de Mesleón, Sotos de Sepúlveda y la urbanización privada de Sotopinilla. Entre las ordenanzas recientes, el Ayuntamiento ha regulado ámbitos como las bodas que se celebran en el Palacio del Esquileo, en Sotos de Sepúlveda: cada enlace que oficien alcaldesa o concejales permite ingresar una tasa a las necesitadas arcas municipales. «SI al cabo del año hay 40 bodas, a lo mejor son 8.000 euros». Otra carencia atendida ha sido un pequeño punto limpio, ya proyectado en el anterior mandato, para dejar enseres como colchones o muebles que iban a parar al monte o a los arroyos.
Iluminación y arbolado El municipio ha renovado tuberías, luces y remodelado el frontón municipal
Un nuevo punto limpio Castillejo tiene una zona para colchones o muebles que antes iban a parar al monte
Web www.castillejodemesleon.es
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