![Los casos de anorexia y trastorno emocional se duplican entre los jóvenes durante la pandemia](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202107/18/media/anorexia.jpg)
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Los expertos lo llevan alertando desde hace meses: la pandemia del coronavirus está afectando a la salud mental de una gran parte de la población. Los confinamientos, las limitaciones en las relaciones sociales, el miedo o la incertidumbre sobre el futuro están en ... el origen de muchos trastornos que están surgiendo ahora, entre ellos, los trastornos sobre la conducta alimentaria (TCA).
Este tipo de trastornos son aquellos que se caracterizan por una conducta alterada ante la ingesta alimentaria, es decir, la persona que lo sufre padece una distorsión de la autoimagen corporal y adopta una serie de comportamientos encaminados a controlar su peso. Algunos de los más comunes son la anorexia y la bulimia, pero existen otros como la ortorexia (preocupación patológica por la comida sana), la vigorexia (excesiva preocupación por el físico) o los trastornos por atracón. En la Asociación Castellano Leonesa de Ayuda a Familiares y Enfermos de Bulimia y Anorexia (ACLAFEBA) llevan tratando estas enfermedades más de 20 años. Con sede en Valladolid, atienden a pacientes de todo el territorio regional, llegando a tener actualmente casi 1.300 historiales. Su objetivo es ofrecer asistencia integral a los pacientes que presentan trastornos de la conducta alimentaria así como a sus familiares.
Rubén Sanz, presidente de ACLAFEBA, señala que no han notado un especial incremento de los casos en su asociación por el momento. «No hay un cambio muy significativo que podamos achacar al confinamiento o a la pandemia», declara. Sin embargo, recalca que la pandemia de la covid-19 está haciendo que muchos jóvenes empiecen a sufrir principios de ansiedad o estrés, síntomas pueden derivar en un TCA. «La razón es que son factores de riesgo que pueden llevar a una persona ahí. Por eso, sí que podemos esperar un aumento de casos de aquí a un tiempo», explica.
En la misma dirección apunta Vinda González, nutricionista y trabajadora social en ACLAFEBA, que confiesa desconocer si los casos de TCA han aumentado a raíz de la pandemia pero asevera que lo que sí han observado es que esta situación no ha sido la más adecuada para aquellos pacientes que ya sufrían un trastorno de la conducta alimentaria: «Sus problemas no han mejorado con la pandemia». Además, subraya que en las personas que lo podían padecer pero no se habían puesto aún en tratamiento, «la sintomatología se ha acentuado más».
Para Clara Gómez, psicóloga en Segovia, «parece que se ha dado un incremento de este tipo de casos». La razón puede estar, a su juicio, en que los adolescentes y jóvenes han dedicado mucho más tiempo a las redes sociales durante este último año, dado que la vida social y el ocio se han visto limitados. «Las redes sociales son un factor de riesgo y, de alguna manera, han podido contribuir a la aparición de determinados pensamientos relacionados con la imagen corporal, que pueden desencadenar un TCA», insiste.
También hace referencia a las redes sociales y al «culto a la belleza» la psicóloga especializada en TCA Carlota de Sousa, que trabaja en consultas de Madrid y Segovia, quien asegura que este aspecto afecta claramente a la salud mental. Sin embargo, señala que los TCA tienen que ver igualmente con lo que hay detrás de cada persona. La bulimia, en algunos casos, puede estar relacionada con abusos sexuales o acoso escolar, así como la aparición de la anorexia se vincula a la tendencia al perfeccionismo o la necesidad de control.
Los TCA, aunque no lo parezcan, no son trastornos centrados en la alimentación. Así lo explica González: «El problema no es la comida. La comida es un síntoma, pero no la causa. Es un vehículo, la utilizan para gestionar emociones que no saben afrontar de otra manera». Como nutricionista, cuenta que el hecho de no comer implica «mayor control sobre algo que no pueden controlar de otra manera», como los sentimientos de tristeza o estrés, dice. «No tienen herramientas para afrontar sus problemas y emociones, y utilizan la comida para sentirse mejor, pero luego no obtienen eso que esperan». Por eso, lo que esta experta trabaja con los pacientes es su relación con la comida y el comportamiento alimentario.
En ACLAFEBA, el proceso que se sigue cuando un paciente o un familiar se pone en contacto con la asociación empieza por una acogida. Es el primer paso del circuito asistencial, en el que el paciente es recibido por un enfermo ya rehabilitado. «Creo que es muy importante que cuando alguien llega se sienta entendido, que se encuentre con quien ha pasado por lo mismo», afirma González. «Valoramos mucho esa parte del proceso».
Después, al paciente se le realiza un estudio bio-psico-social, en el que el equipo técnico obtiene una historia clínica amplia, y luego, tras una consulta médica, el doctor Blas Bombín, fundador de ACLAFEBA, establece el diagnóstico y diseña el plan terapéutico a seguir (y valora si es necesario tratamiento farmacológico o no). Una vez que se ha decidido el tipo de rehabilitación que debe seguir, al paciente se le ofrecen los diferentes tipos de terapia que existen en la asociación: desde sesiones individuales (con psicólogos, nutricionistas o trabajadores sociales) hasta terapias de grupo para pacientes y para familiares. Incluso, algunas sesiones combinan familiares y pacientes, o también un paciente y su núcleo familiar.
«Para nosotros, las terapias de grupo son uno de los pilares del tratamiento», señala Vinda González, quien apunta que las terapias de grupo «no son tanto para dar consejos sino para ayudar a los compañeros con estrategias que a uno le sirvieron». También para los enfermos son «muy importantes», indica esta nutricionista especializada en TCA, porque muchas veces llegan sintiendo «que lo que les pasa a ellos no le pasa a nadie más». «Se sienten inferiores y cuando se encuentran con otras personas que sienten lo mismo que ellos y ven a alguien que se ha recuperado, les estimula y motiva mucho. Da muchísima energía», sostiene.
Debido a la pandemia, estas terapias que ofrece la asociación se han realizado de manera telemática desde marzo del año pasado, pero Rubén Sanz, director de ACLAFEBA, asegura que, en cuanto la situación epidemiológica lo permita, reanudarán la presencialidad. «Ha habido mejor respuesta de la que esperábamos», dice Sanz sobre el formato online. Sin embargo, apunta que «una terapia es un momento entrañable en el que se establece un contacto muy personal con el terapeuta», algo que se consigue más fácilmente en las sesiones presenciales.
En ACLAFEBA, el 93% de las pacientes que tienen anorexia son mujeres. En el caso de la bulimia, los hombres representan un 12% y las mujeres un 82% de los pacientes. Por edades, la edad media en anorexia es de 22 años, con una incidencia en menores de edad del 46%, de los cuales, un 3% son menores de 12 años. El perfil tanto de anorexia como de bulimia es una chica de entre 15 y 35 años, dicen desde la asociación. Pero su director no quiere dejar de subrayar que cada vez más hombres sufren algún TCA y los pacientes cada vez son más jóvenes. «Nos están llegado pacientes con 9, 10, 11 años. Es terrible», afirma. «Los niños tienen cada vez tienen más facilidades para acceder a las redes sociales y eso influye».
La percepción que asociaciones y psicólogos tienen de los efectos de la pandemia entre la sociedad en general y entre los más jóvenes en particular es confirmada por los servicios de Psiquiatría, que lo han podido constatar en su día a día, fundamentalmente desde finales del pasado mes de octubre y con fuerza desde enero hasta mayo de este año. Ahora, el verano vuelve a sosegar las conductas y a suavizar la irritabilidad.
La lista de espera en consultas entre esta población infantil y juvenil casi duplica en 2020 los datos de 2019, un dato más llamativo aún si se considera que la atención en salud mental general, la que incluye a los adultos, se redujo considerablemente, casi un 26%, mientras la de menores de edad pasa de 76 a 147, es decir, se incrementa en el 93,4%. Pero la demora, la espera media, desciende de 44,8 días a 37,66. Las consultas nuevas en esta comparativa 2019-2020 bajan en general y aún más en menores,pero no así las sucesivas, que crecen el 8,2%.
En esta comparativa del pasado año de pandemia, que empezó en marzo, con el anterior ejercicio muestra unos ingresos que decrecen pero ya aumenta la estancia media «porque el tiempo de ingresos de los casos de anorexia son mucho más largos –explica el doctor Fernando Uribe, de la Unidad de Hospitalización Infanto Juvenil que es de referencia para toda Castilla y León– de al menos dos meses» frente a los habituales 16 días de media.
Pero los datos son todavía más elocuentes en la comparativa de enero a mayo, último balance cerrado, entre el año pasado y el actual. Entre niños y adolescentes crecen las nuevas consultas y sobre todo las sucesivas siguen al alza, la lista de espera aumenta el 55,4%, mientras desciende un 20% la de adultos solo en los dos primeros meses.
Este análisis casi semestral, hasta finales de mayo, de ambos ejercicios, muestra que la consulta nueva también aumenta y los 384 casos de 2020 se han disparado este 2021 a 522, es decir, casi el 36% más. La lista de espera crece de 146 a 177.
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