Las cascadas, un recurso valioso para la demanda al alza de turismo de naturaleza

Es una tendencia que se aceleró tras la pandemia. Segovia es, junto a Huesca y Lérida, la provincia que lidera las estadísticas en cuanto a gasto, según un reciente estudio de CaixaBank. Y a tenor de la plataforma de recogida de datos turísticos de la Diputación, en encuestas realizadas en épocas de gran afluencia los visitantes justifican su viaje a la provincia llamados por el arte y la historia en primer lugar, en torno a un 25%, seguidos muy de cerca por quienes dan más peso al patrimonio natural, algo más del 23%.

En este contexto, uno de los atractivos naturales menos conocidos son las cascadas y saltos de agua, fundamentalmente concentradas en la Sierra de Guadarrama, pero tanto Prodestur como los Grupos de Acción Local y las oficinas de turismo de los municipios donde se encuadran coinciden en que el interés por ellas es creciente. A este crecimiento contribuyen influencers que comparten sus escapadas al medio natural por redes sociales y sobre todo aplicaciones de senderismo como Wikiloc, con rutas georreferenciadas y puntos de interés. Tomando estos parámetros como referencia, las dos cascadas de la provincia más populares y visitadas son El Chorro de Navafría y El Chorro Grande, en término de Palazuelos.

«Ambas cuentan con recorridos ya marcados en las aplicaciones más usadas por senderistas, con muchas visualizaciones y seguimiento», dice Daniel Vera, presidente de la Asociación Provincial de Guías y Empresas de Turismo Cultural y Activo de Segovia.

Es uno de los espacios naturales más utilizados como recurso turístico. Perteneciente a la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza, se encuentra a poco más de 30 kilómetros de Segovia y menos de una hora de Madrid y Valladolid, en plena Sierra de Guadarrama y en el corazón de un frondoso pinar de pino silvestre.

A su favor cuenta por una parte la sencillez de la ruta, apta para familias, que desemboca en esta cascada de más de 20 metros de altura, donde el agua cae por una superficie de granito erosionada. Y por otra, el área recreativa repleta de servicios donde se enmarca, con aparcamiento (de pago en verano), piscina natural junto al río Cega, barbacoas, mesas de picnic y un restaurante de comida casera y contundente.

A partir de aquí, se puede desde disfrutar del mirador justo encima de El Chorro a aventurarse a alcanzar el Puerto del Nevero, a 2.200 metros, cuyas nieves nutren el arroyo en invierno.

Se trata de la cascada más alta de la Sierra de Guadarrama, con una caída de más de 60 metros repartida en tres tramos, y quizá la más icónica de la provincia. Pertenece al término de Palazuelos de Eresma, pero la ruta clásica parte del Real Sitio de San Ildefonso.

La oficina de Turismo de este municipio describe un itinerario de 9 kilómetros que más allá se alarga hasta uno de los miradores naturales de La Granja, Peña Berruecos, con una duración de entre dos y tres horas, si bien tanto el tiempo como la dificultad varían porque existen unas cuantas opciones. También el Organismo Autónomo Parques Nacionales incluye en su oferta de rutas guiadas y excursiones didácticas la visita a Chorro Grande y Chorro Chico.

«Nos preguntan sobre todo por la del Chorro Grande. Suelen ser familias y en fines de semana con buen tiempo… En verano hay mucha demanda por parte de grupos de senderistas, amigos y visitantes. Les ofrecemos una ficha para que sigan indicaciones, ya que no está señalizada», explican en Turismo del Real Sitio.

En los Montes de Valsaín se halla otra de las cascadas más interesantes de la provincia: La Chorranca. «La ruta es muy bonita, se disfruta mucho, y tiene visitantes sobre todo durante los meses de primavera y otoño; en verano el número desciende significativamente por la escasez de agua», explica Daniel Vera.

Para muchos senderistas curtidos, se trata de la más destacable de todo el entorno, tanto por la espectacularidad de la caída de agua (de más de 20 metros y a una altitud de más de 1.600) como por la riqueza del camino que se ha de recorrer para disfrutarla, con arroyos, fuentes, peñas, bosque y puntos de interés por todas partes, como la célebre Cueva del Monje o el cercano Cerro del Puerco.

En la Sierra de Ayllón, existen otras cascadas más inexploradas pero igualmente atractivas, sobre todo porque se enmarcan en esta zona castigada por la despoblación pero bendecida por un paisaje rotundo, en el que se concentran algunos de los ecosistemas más singulares del país.

En término de Riaza, en la pedanía de Martín Muñoz de Ayllón, se ubica La Chorrera, una «cascada sonora donde habita lo sobrenatural» según se describe en la ruta que desde la oficina de turismo municipal se informa a los visitantes, incluida en un completo folleto de senderos reeditado en el 2020/2021. «Es una de las que más recomendamos porque tiene poco desnivel y es bastante asequible para todo el público» explican desde el departamento turístico de Riaza. No tiene una caída de agua espectacular en longitud, pero la estampa es evocadora. Es un recurso aún por descubrir situado entre los parajes de La Hiruela Bajera y La Gallega.

Y desde ese mismo departamento llaman la atención sobre otra cascada en término de Riaza, esta vez en El Muyo, en el entorno del Collado del Puerto de los Infantes. No muy lejos, en una pedanía de Ayllón se puede visitar la cascada de Santibáñez, junto a la carretera que sube dirección a Guadalajara, escondida bajo el puente.

El Boquerón en El Espinar, las de Valtueña y El Huevo en el Real Sitio o los pequeños saltos de agua de rutas fluviales como la del río Sordillo en Santiuste de Pedraza son algunas otras cascadas, más recogidas y humildes, repartidas por el mapa provincial.