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Dice Carlos Muñoz de Pablos, su conservador, que en la Casa-Museo de Antonio Machado el aire que respirara el poeta permanece atrapado porque cien años después de su paso por ella todo está igual, varado en el tiempo, cada habitación, cada rincón, cada mueble. «Desde un punto de vista antropológico, la casa tiene un valor inmenso, porque es ejemplo único de un modo de vida extinguido. La forma de vivir ha cambiado, afortunadamente; la ciudadanía reside hoy en viviendas confortables, con comodidades, de buena fábrica; sin embargo, esta casa refleja una manera de vivir humilde, modesta, que impresiona», observa.
Precisamente, si por algo destaca el inmueble es por el contraste entre su normalidad constructiva, dentro de la tipología correspondiente a una vivienda antigua, situada en el centro del casco histórico de Segovia, y la importancia cultural que encierra por haber hospedado al poeta entre 1919 y 1932. La austeridad arquitectónica de la vivienda se corresponde plenamente, por un lado, con la dificultad que la vida entrañaba en las primeras décadas del siglo XX en España, y por otro, con la reciedumbre del modo de vida del propio Machado, y hasta con la coherencia de su trayectoria vital, sociocultural y literaria.
La Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, de la que Muñoz de Pablos es miembro de mérito, ha recibido con alegría y esperanza la declaración BIC, como Monumento, de la Casa-Museo de Antonio Machado, de la que es propietaria. La nueva categoría protege la vivienda y su entorno y permite optar a subvenciones que el Estado concede a través del 2% Cultural. Al margen de la restauración que haya que afrontar, que será costosa, San Quirce tiene proyectos culturales que le gustaría desarrollar a medio plazo.
«La declaración BIC ha sido un alegría, pero debe materializarse de alguna manera porque, de lo contrario, no habrá servido de nada», advierte Carlos Muñoz de Pablos. «Yo distingo entre la conservación del inmueble, la intervención que es preciso acometer para asegurar su estabilidad, y el mantenimiento periódico anual, que actualmente no tiene y es muy necesario. Estamos hablando de un espacio sumamente vulnerable que es preciso mantener para que siga igual, guardando ese aire que Machado respirara, que sigue aquí, entre las paredes, congelado en el tiempo».
La restauración del edificio debería operar en buena parte de la cubierta. No son pocas las vigas afectadas por la carcoma. «Y acabarán viniéndose abajo si no se actúa». Para cambiarlas, habría que desmontar las tejas, instalar las nuevas maderas y mantener el cañizo y las escayolas de las techumbres tal cual están porque no debe parecer que se ha intervenido. Y así con otras cosas, como las baldosas, la escalera, «que no está bien», o las ventanas. «Restaurar esta casa debe ser como restaurar un lienzo, una restauración de alto nivel. Eso cuesta dinero, pero esta casa es un sitio único en España y Machado es un personaje universal, patrimonio de todos. San Quirce tiene las escrituras, si bien la propiedad es de todos. No es una propiedad especulativa porque la Academia está al servicio de la sociedad», añade Muñoz de Pablos. El arquitecto José Miguel Merino de Cáceres, ya fallecido, dejó un proyecto de restauración con las intervenciones a realizar. «Hay que actualizarlo porque el deterioro ha seguido avanzando y es una fábrica muy humilde, ceniza en el aire, que dijera el poeta Luis Martín Marcos refiriéndose al Acueducto».
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Al margen de la restauración, San Quirce maneja proyectos culturales para la casa. La habilitación de un pequeño centro de investigación machadiana en la vivienda aneja que hasta ahora ha servido de almacén de libros es el más llamativo. «También nos gustaría instalar un archivo en una de las habitaciones, hoy cerrada, y tenemos otros dos cuartos, en su día habitados por huéspedes, que sería conveniente amueblar con piezas de la época y que sirvieran para mostrar, a modo de diorama, esa vida humilde que se hacía en la pensión». Lo importante es mantener la esencia. «Hubo proyectos refinados para el patio delantero, pero es un patio de vecinos, el mismo patio que conoció Machado, y así debe seguir, con su parra, su laurel, sus petunias y sus gatos», dice Muñoz de Pablos, que no oculta su preocupación por la masificación turística. «Esta casa recibe muchas visitas, pero no tiene cupos como algunos museos, el Prado por ejemplo. Es positivo que la gente venga y la conozca, pero sostenidamente. Siempre me he negado a que se abra en las Noches de Luna Llena, y esto me ha costado alguna pelotera con el Ayuntamiento. Hay que tener un control».
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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