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Discreta y muy celosa de su intimidad. Así es Carlota Casiraghi, quien no ha hecho una excepción en su visita relámpago a Segovia para participar en el Hay Festival, que se desarrolla este fin de semana en la ciudad castellana y leonesa. Una de ... sus condiciones que ha puesto la hija de Carolina de Mónaco a la organización ha sido, precisamente, blindar su visita de las indiscretas miradas de los paparazzi.
Ha llegado al campus Santa Cruz la Real de IE University sin que nadie se diera cuenta, en taxi. Viste camisa blanca y vaqueros. Podía pasar perfectamente desapercibida entre las riadas de visitantes que este sábado recorren Segovia en grupos o de manera particular. Solo la delatan los escoltas que preservan esta intimidad que trata de guardar con tanto ahínco.
Hacia las cinco de la tarde, tal y como estaba programado, ha empezado su intervención en una de las sesiones que más expectación ha generado en esta edición del Hay Festival por su protagonista. Carlota Casiraghi se ha afanado en que solo se hable y se capte su presencia intelectual.
A lo Francisco Umbral, la nieta de Grace Kelly está en Segovia y en este encuentro internacional dedicado al pensamiento, el arte, la cultura y las ideas para hablar de su libro, 'Archipiélago de emociones', el cual ha escrito junto a Robert Maggiori, filósofo y su profesor de Bachillerato.
«Desde un principio me hice preguntas existenciales y tuve esta necesidad de ahondar en ellas», explica Casiraghi, agradecida con su mentor por despertar sus inquietudes. «La filosofía nos permite tener otra relación con el tiempo. Es un ejercicio de paciencia porque, ante todo, plantea la cuestión de la finitud, de la muerte y nos confronta con estos temas. Es muy difícil resumir con pocas palabras cosas que van más lejos», esboza la monaguesca.
La expectación en el Aula Magna ha desbordado todas las previsiones. No cabía un alfiler y hasta las personalidades políticas que llegaron a última hora se las han visto para por encontrar acomodo. Pese a la burbuja mediática que siempre le acompaña por su realeza, ha aparecido una erudita de la filosofía que venía a contar al público su disección de las emociones.
La elección del término 'archipiélago', que agrupa a cuarenta emociones distintas, incide en la idea de una misma tierra y un mismo mar. «Nos pareció muy adaptado a la experiencia moderna, en la que resulta difícil definir fronteras. Nos parecía importante pensar en una identidad relacionada con otras», revela Casiraghi, quien ha ahondado en la pasión del odio, a la que dedican su último capítulo.
«Es una de las pasiones más difíciles de entender o de aceptar. Es algo sumamente complejo, es muy difícil entender lo que significa de verdad. Es un llamamiento a una espiral de violencia y se va insinuando de forma muy desagradable», desgrana la miembro de la familia real monegasca.
En este sentido, hace un alegato contra los mensajes sectarios. «Me preocupan muchísimo los discursos de odio que se van filtrando de forma insidiosa y cuando se decide que determinada categoría de seres humanos no forman parte de una misma humanidad. Es algo que no logro entender».
Con todo, el libro deja fuera pasiones como la curiosidad, por lo que se disculpó Maggiori con un punto de ironía. «Cada pasión tiene un elemento de otras; el odio tiene una parte de amor; la compasión, la piedad». Asimismo, hace un llamamiento a favor de la debilidad y sus virtudes. «Estamos a favor de la fragilidad, que cada uno acepte reconocer que se siente endeble».
Casiraghi valora el mérito de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, por incluir las nociones de amistad y compartir en un mundo en el que reina el individualismo. Sin embargo, en su opinión «simplificó hasta el extremo la dificultad que tenemos para conservar una amistad y mantenerla viva».
El libro pone ejemplos como alguien que no sabe nadar y se lanza al agua a socorrer a otra persona que se está ahogando. Maggiori llama la atención sobre la estigmatización de emigrantes en Italia. El trabajo filosófico no es solo indignarse, hay que oponerse mediante un discurso de la razón y dar razones de economía, demografía. Y el público, anonado con la Casiraghi, ha dado el único aplauso con el que ha interrumpido el discurso.
Ambos han mantenido el «misterio» sobre su proceso creativo. «¿Por qué siempre se quieren encasillar las cosas y saberlo todo?», pregunta la monaguesca. También se han dedicado a explicar el papel de unos encuentros filosóficos en el Principado que llevan impulsando desde hace un lustro. «La gente piensa en la filosofía como algo más bien abstracto, con lo que no tienen conexión, que solo interesa a algunos que se aíslan. La aventura de los encuentros es para que la filosofía se deje de percibir como algo alejado. El cuestionamiento filosófico nos une a todos, nadie puede afirmar que no nos interesa el amor o la muerte. Puede ayudarnos a entender mejor lo que ocurre en nuestra época».
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