![«Me dio para un caprichito y poco más, siempre viene bien, aunque sea poco dinero»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202112/16/media/cortadas/lotero-ku7F-U160276184074v3B-1248x770@El%20Norte.jpg)
![«Me dio para un caprichito y poco más, siempre viene bien, aunque sea poco dinero»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202112/16/media/cortadas/lotero-ku7F-U160276184074v3B-1248x770@El%20Norte.jpg)
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La Administración número 4, situada en la plaza de José Zorrilla, fue el epicentro de la celebración aquel 22 de diciembre de 2019 que ahora parece tan lejano. La regente del despacho, Blanca Peramos, estaba preparándose para ir a misa cuando recibió la ... llamada. «Lo hemos vendido completo y está repartidísimo. Doy gracias a Dios y a mi marido porque el 54527 era su número preferido. Él, desde arriba, me ha ayudado», dijo entonces Blanca, profundamente emocionada. Dos años después, Ángel, su hijo, atiende la administración. Estos días apura la venta para el sorteo de Navidad. «La gente está viniendo mucho al despacho, más que el año pasado, aunque las ventas serán similares», observa. Ángel Lago recuerda bien aquel 22 de diciembre previo al comienzo de la pandemia. «Fueron aproximadamente 6 millones de euros los que repartimos. Se vendió todo porque no sobró nada. Era un quinto premio y tocaron 6.000 euros al décimo. A nosotros nos tocó; compartido, pero nos tocó. Cambiarte la vida no te cambia, porque no estamos hablando de grandes cantidades y hay que seguir trabajado. Me dio para un caprichito y poco más, pero siempre viene bien, aunque sea poco», señala.
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Es inevitable que aquellos buenos recuerdos acaben mezclándose con los del comienzo de la primavera de 2020. «Recordamos aquel momento muy agradablemente. Luego vino lo que nos vino, y fue muy duro. Hemos perdido a muchas personas queridas, tres tíos míos sin ir más lejos, además de muchos clientes, gente que venía por aquí y ya no está. Tuvimos la administración cerrada dos meses, y se hizo durísimo», admite.
En 2019, la número 4 repartió la alegría por muchos sitios. Los bares La Clave y el New Chaplin (hoy desaparecido porque el dueño cambió de local) se llevaron un buen pellizco que vendieron entre sus parroquianos de siempre, pero también jugaba el número ese año la residencia San Fernando, en La Granja de San Ildefonso, donde hubo muchos agraciados y donde, después, la pandemia se cobró muchas vidas. «Era el número preferido de mi padre y seguimos vendiéndolo», subraya Ángel.
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