Un tractor realiza labores agrícolas junto a una parcela sembrada con girasoles. Antonio de Torre

Segovia

El campo espera salvar las pérdidas del cereal con el récord de siembra de girasol

Los rendimientos de trigo y cebada han sido «dispares» al registrar variaciones de hasta 1.000 kilos por hectárea según la comarca de la provincia

Miércoles, 14 de agosto 2024, 07:43

Tan solo quedan unas hectáreas de cereal por cosechar en la provincia de Segovia. Los agricultores ya hacen sus cálculos en base al rendimiento de las tierras. Muchos de ellos han tenido que pesar el remolque varias veces en la báscula para creer las toneladas ... resultantes de horas de sementera, cuidado, vigilancia y cosecha. El balance es dispar, según la comarca, pero sobre todo «decepcionante». El sector agrario deposita sus esperanzas en salvar los negocios con la campaña de girasol, que en esta ocasión ha batido récord de hectáreas sembradas.

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La rentabilidad de las explotaciones pende de un hilo después de varios años sin poder celebrar hitos positivos de producción. La sequía ha hecho mella en los cultivos y la inflación ha mermado las cuentas de los negocios. Había esperanzas esta campaña. «Preveíamos una producción grande en cuanto a kilos al ser un año húmedo, pero ha sido todo lo contrario en la mayoría de las comarcas», lamenta el presidente de Unión de Campesinos en Segovia-UCCL, César Acebes.

La temporada de cosecha del cereal de secano llega a su fin y los agricultores observan con expectación el desarrollo de las pipas de los girasoles. El objetivo es compensar, al menos, los costes de producción. «No perder», subraya. Los insumos elevan los gastos de sementera y cosecha a entre 500 y 600 euros por cada hectárea de cereal, aunque en algunos casos puede ser más. «Es la única información para la que no hay datos oficiales; es algo que llevamos reclamando desde hace años al Gobierno», critica. No sorprende, por tanto, que muchas tierras hayan quedado para el barbecho, mientras que en otras todavía se puede ver crecer los girasoles que fueron plantados durante el pasado verano pero no cosechados al prever pérdidas.

Los profesionales del campo tienen sus agendas de trabajo llenas de cálculos que permitan equilibrar el nivel de pérdidas e ingresos. Sin embargo, cada vez guardan mayor distancia. El dato promedio de producción por cada hectárea de cebada cosechada en Segovia ha sido de 2.350 kilos, lo que asciende a 2.844 si se trata del trigo. «Son medias de años malos, es la realidad; estamos hablando de que cada tonelada de cereal cuesta más de 200 euros», estima Acebes.

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El norte provincial ha sido más afortunado que el sur. Hay entornos como Fuentesaúco de Fuentidueña o Cuéllar en los que el saldo no ha sido del todo negativo. «El rendimiento ha estado por encima de la media», indica el agricultor y miembro de la directiva de UCCL, Amador Álvarez. Por el lado contrario, la campaña ha sido catastrófica en la comarca de Nava de la Asunción.

Demasiada lluvia

Ha habido problemas durante la sementera, motivadas sobre todo por el clima. Los agricultores miraban al cielo para pedir lluvia. No imaginaban que, en esta ocasión, las precipitaciones iban a ser su peor enemigo. Además de producirse sendos episodios de pedrisco, los tractores no han podido trabajar para completar sus tareas en parcelas que han permanecido encharcadas durante meses, a lo que se suma que la humedad «ha ayudado muy poco al desarrollo de los cultivos», declara el presidente de UCCL. No solo se refiere a que las semillas han tenido dificultades para implantarse, sino que también alude a la proliferación de hongos, que han reducido «notablemente» los rendimientos.

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2.500 kilos

es el rendimiento medio obtenido por cada hectárea de cereal, que incluye el trigo y la cebada.

Es el caso de Santa María la Real de Nievas, donde apenas se han registrado 1.500 kilos por hectárea de cebada y 2.200 de trigo. Es una diferencia que ronda la tonelada respecto a la media provincial, que «ha estado marcada por resultados muy inferiores», declara Álvarez. El rendimiento que se considera «normal» en el gremio es aproximadamente 2.500 kilos. El año pasado rondó los 1.200, según recoge la última estimación publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Las cotizaciones no han respondido a la ley de oferta y demanda. El precio del cereal se ha desplomado pese a la menor producción en el campo de Segovia. Hace justo una semana, la tonelada de cebada cotizaba a 187 euros, según la Lonja Agropecuaria de Segovia. «No salen las cuentas», declara. El trigo se sitúa en 203 euros, por lo que los beneficios apenas son reseñables.

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La colza, que se encabezaba el ranking de precios de los cereales, ha bajado de los 400 euros por tonelada. La misma suerte corren el centeno y la avena. «Son los mismos valores que teníamos en 2011, antes de la guerra de Ucrania, mientras que el IPC ha crecido un 20% en cuatro años: el sector se está descapitalizando a pasos agigantados», advierte Acebes, un hecho corroborado a su vez por Asaja Segovia.

550 euros

es el promedio de costes de producción que requiere una hectárea de cereal en la provincia de Segovia.

Las consecuencias de esta coyuntura se traducen en nuevas tendencias de cultivo. Los campos han vuelto a vestir su distintivo color amarillo en la época estival, pero el protagonista ya no es el dorado del mar de cereal, sino el tono que se combina con el verde de los tallos de los girasoles. Las oleaginosas están más presentes que nunca en los paisajes del medio rural. Las hectáreas sembradas con girasol han aumentado más de un 15% en tan solo un año, hasta las 47.000. Al contrario, las de trigo y cebada -cereales mayoritarios- han caído alrededor de un 12% en el mismo periodo, por debajo de las 114.000, cuando hace apenas unos años superaban las 160.000. El desplome ha estado motivado sobre todo por la caída de cifras de la cebada.

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Cambios de tendencia

Las tierras segovianas nunca habían sido testigos del crecimiento de tantos girasoles. Es un récord histórico, según refleja la estadística elaborada por el Gobierno, que analiza la superficie cultivada hasta el mes de mayo en la provincia. Los retrasos en la sementera pero sobre todo los elevados precios de herbicidas y fitosanitarios explican este cambio de paradigma. Los profesionales ya depositan sus esperanzas en salvar el verano con el aumento de hectáreas para la cosecha de pipas.

Salvo puntuales excepciones, el girasol «ha tenido una buena nascentia y crecimiento», se alegra Acebes, quien llama a su vez la atención sobre el peligro de las elevadas temperaturas. «El calor de las últimas semanas puede afectar al desarrollo de la pipa, a su potencial», explica. El reciente bajón del mercurio de los termómetros ha permitido mantener la esperanza. «Esperamos tener por lo menos una campaña decente en cuanto a producción», confía.

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UCCL insiste en que la agricultura es un gremio afectado por la globalización, muy sensible al ritmo de importaciones y a la publicación de subvenciones. «Desgraciadamente necesitamos ayudas para que nuestras explotaciones sean rentables y eso nos hace totalmente dependientes; lo que realmente queremos es que paguen por nuestro producto lo que vale», explica su presidente.

«Hay gente que no puede invertir porque no ganamos nada y, cuando te quieres dar cuenta, te has quedado obsoleto»

César Acebes

Presidente de UCCL Segovia

A su juicio, la solución a este problema pasa por cumplir con la Ley de la Cadena Alimentaria; y controlar la entrada y distribución de cereal procedente de otros países para evitar que los agricultores se vean obligados a «malvender» su producto. Si bien es cierto que la situación «no es tan grave» como en los años inmediatamente previos, Acebes reconoce que «seguimos sin ser rentables». Las explotaciones encadenan meses y periodos de resultados negativos en relación a su actividad.

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Por ello, el representante agrario insiste en la necesidad de revalorizar el trabajo de los profesionales del campo, pues ahora «nuestra mano de obra no vale absolutamente nada, es como si solo nos pagasen lo justo para comer y sobrevivir», lamenta. Esto implica dificultades a la hora de modernizar las explotaciones.

«Hay gente que no puede invertir porque no ganamos casi nada y, cuando te quieres dar cuenta, te has quedado obsoleto. Cuando quieres ponerte al día, ya es demasiado tarde: no puedes», sostiene. Ejemplifica con los jóvenes recién llegados que se incorporan a la labor agrícola, lo que acusa aún más la falta de relevo generacional, pues se tramitan más ceses de actividad y jubilaciones que incorporaciones. «Pierden dinero porque no van a poder recuperar lo invertido», concluye.

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