La 'calle de los bares' de Segovia previene el desfase

José Santana rebautizó la exposición que cuelga de las paredes del bar que lleva el apellido de la saga. 'Como si todo hubiera sido un sueño' ha titulado la colección de cuadros de cinco artistas de Cuéllar que alegran con su atractivo cromatismo el despertar de la popular taberna de la calle Infanta Isabel. La conocida 'calle de los bares' comienza a desperezarse de la pesadilla (más que del sueño) que cerró los locales de esta corta rúa adoquinada cuya solera desemboca en la Plaza Mayor de Segovia, al igual que clausuró y bajó la verja de toda la hostelería.

«Anímicamente se pasa muy mal», reconoce uno de los hermanos Santana. «Y económicamente, un desastre», apuntala José. «En la vida habíamos estado en casa encerrados porque siempre habíamos estado al pie del cañón», relata de esta manera la extrañeza de perder durante tres meses el contacto con los clientes, con los proveedores, con los artistas. Es como arrebatarle al párroco sus feligreses.

El Santana trata de conservar la enjundia a pesar de las restricciones. El rock, los 'pinchos', la cultura... Desprovisto de la liturgia de la barra, ha redistribuido el local para cumplir con la norma. «Tenemos mesas para cuatro personas con las separaciones obligatorias y las tapas son individuales», asegura el hostelero, quien deja entrever un temor que comparte con el resto de colegas de la 'calle de los bares'. «A ver el sábado, hay que tener cuidado para que no se descontrole, aunque veo que la gente está concienciada», comenta José Santana.

Los propietarios de los locales están preparados para que los avances de fase en la desescalada no se conviertan en desfases que vuelvan a comprometer los negocios. Juanfran Martín, de otro clásico de Infanta Isabel como es el Shout, no oculta cierta decepción por la decisión de la Junta de excluir a Segovia de la lista para progresar a la tercera etapa del desconfinamiento. «El martes el bar cumplía 26 años y nos hacía ilusión celebrarlo». Ya tocará, ahora «hay que mentalizarse de lo que ha pasado y de que va para largo», confiesa en un ejercicio de realismo.

Ya no abrirá este lunes, sino el siguiente, el día 22; y con todas las garantías para no jugársela. «Vamos a tomar todas las medidas que nos digan, separación, mascarillas, geles...». Juanfran piensa que «pasarse en la limpieza y desinfección nunca está de más». Otra cosa es cómo organizar una barra larga y el estrecho pasillo en el que antes de la pandemia se amontonaban los parroquianos.

En este punto, apela a la responsabilidad de la clientela. «Nos conocemos y somos amigos o conocidos e imagino que nadie querrá hacerme mal», declara en su llamamiento a cumplir con las medidas de protección, aunque por otra parte es consciente de que «en un bar no se venden caramelos», por lo que «a partir de cierta hora habrá que estar muy encima» para evitar ese desfase.

Julián García, del bar-restaurante El Sitio añade que «no somos policías»; pero entiende que tendrán que «tener un control en la puerta, lo que nos representará un mayor coste». «Va a ser duro no dejar pasar a un cliente», agrega al incidir en que el «principal problema serán las barras».

Este local está en obras de reforma que ya estaban autorizadas antes de la pandemia. Ha aprovechado el parón para ejecutarlas y de paso introducir las medidas de protección para evitar que el coronavirus despache por el bar. «Una persona contagiada en cualquier reunión es una bomba», alerta. Julián aboga por «reinventarse» ante el nuevo escenario al que se enfrenta la hostelería y está convencido de que «la 'calle de los bares' saldrá adelante». El Sitio reabrirá el 1 de julio.

Sus vecinos del Figón de los Comuneros lo harán el martes 16. En estas jornadas están inmersos en la limpieza y acondicionamiento del establecimiento para la normalidad que se avecina. «Es totalmente diferente», asegura el propietario, que cita la separación de las mesas y la reubicación como los principales cambios. Pero el trastorno, como apuntaron sus colegas, «es la barra y que se mantengan las distancias». A pesar de las dudas, Raúl Sanz tiene claro que «hay que volver porque la gente tiene ganas de salir».