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Alberto Llorente (abajo a la derecha), junto a su moto y jugadores de la Segoviana en Montijo. Quique Yuste

La 'burra' de Alberto Llorente

Este aficionado ha pasado en tres meses de ver su primer partido de la Sego a hacer mil kilómetros en moto en un día para acompañar al equipo en Montijo

Sábado, 4 de mayo 2024, 09:08

Este vecino de Cerezo de Abajo ha pasado en tres meses de ver su primer partido de la Segoviana a ir solo con su moto a Montijo. Para Alberto Llorente, la Gimnástica Segovia ha sido un flechazo. Apenas pasaron tres meses desde que vio su ... primer partido hasta que cogió su moto un domingo a las cinco de la mañana y se fue a Montijo a ver el estreno del liderato azulgrana en Segunda RFEF. El runrún de los vecinos de su pueblo, Cerezo de Abajo, le terminó convenciendo. «Yo es que soy muy pasional, lo doy todo». Y desde allí partió de madrugada con su «burra», a la que se subió media plantilla azulgrana después de la victoria.

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Y eso que su estreno en La Albuera fue un plomizo 0-0 ante el Navalcarnero. A sus desplazamientos deportivos hay que añadir un extra: vive en Madrid. «Es un equipillo pequeñito que es una familia, los jugadores son accesibles y me gusta mucho el folclore. Yo siempre por dónde voy, soy de Segovia». A partir de entonces ha ido a todos los partidos como local y al campo del Adarve. Cuando el equipo se puso líder, habló con amigos del pueblo para ir juntos a Montijo, pero se fueron cayendo los acompañantes. Así que sacó su enorme Goldwin 1.500 –trabajó en la EMT de Madrid y le encanta conducir– del garaje. «Yo como piense una cosa la hago. Me lo pasé fenomenal, lo que pasa es que terminé cansado porque luego tuve que volver».

Así que se levantó a las cuatro y media, se tomó un café, recorrió el Jerte al amanecer y llegó con calma a eso de las diez, dos horas antes del encuentro. Se puso su camiseta vintage –compró dos en un mercadillo de segunda mano antes de un partido– y recibió a los jugadores, que ya echaron un ojo a su burra y le invitaron a sentarse con ellos en el calentamiento. «Muy salados, te vacilaban y todo. Silva y Plomer me hacen mucha gracia». Aunque había una veintena de aficionados gimnásticos, se quedó en la banda contraria junto a los periodistas segovianos que radiaron el partido. «Me comporté, porque si no me pongo a dar voces... Unas escandaleras», reconoce sonriente.

Y después del partido, Silva no dejaba de mencionar a la burra. Los jugadores estaban comiendo y cuando pasó a despedirse le preguntaron por ella. «La tengo aparcada ahí, a 20 metros». Así que la llevó a la terraza y empezaron las fotos, desde los agitadores –Plomer y Silva, los primeros que se subieron– a alguien como Fernando Llorente, «más calmadete», que tampoco perdonó la foto.

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El domingo no irá solo al campo, se llevará a los amigos «de siempre» y a sus dos hijas gemelas, que se estrenaron con la paella previa al partido frente al Badajoz. Tiene hasta un cencerro original del bisabuelo de su mujer. Pero la odisea no acaba aquí: Alberto seguirá el flechazo si hay que pelear el 'play-off'. «Yo donde nos toque, voy a ir». Para eso se ha comprado un coche estilo camper con cama. «Lo quiero para largarme a ver los partidos de la Segoviana a tomar por saco». Cuando piensa algo, lo hace.

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