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Enrique Guilabert Pérez, en la sede del Colegio. El Norte
«El buen médico no repara en que se pueda infectar»

«El buen médico no repara en que se pueda infectar»

Premios De Pura Cepa. Segoviano del Año ·

Enrique Guilaber preside desde hace siete años el Colegio de Médicos de Segovia

Viernes, 25 de septiembre 2020, 14:46

Entrevisto a Guilabert en un descanso del trabajo que lleva a cabo un sábado en la reparación del tejado de su casa de la localidad de La Matilla, el pueblo del que es médico y ha sido alcalde. «Trabajar en las reparaciones de una casa me relaja», afirma. Está en la profesión por tradición familiar, porque es hijo del médico de Cantalejo, localidad donde nació. Fue elegido presidente del Colegio de Médicos de Segovia en 2013. Antes fue ocho años presidente del Sindicato Médico de Segovia.

–¿Qué significa para usted ser el primer galardonado como 'Segoviano del año' en los premios 'Pura Cepa' de El Norte de Castilla?

–Un orgullo que no se paga con dinero. Que nos den este reconocimiento a los médicos es para nosotros un aliciente para seguir. Y para darnos ánimos en una situación de desfallecimiento, de cansancio, de agotamiento, de ver que esto aún no ha acabado y aún queda mucho por sufrir y por padecer.

«Si eliges esta profesión sabes que te vas a hallar frente a frente con la enfermedad pero que debes estar con el paciente»

–Al oírle diría que no es el mejor momento de la profesión médica.

–No nos encontramos los médicos muy contentos con la Administración. Arrastramos desde antes de esta pandemina una situación de dificultades. La pandemia solo ha descubierto las carencias, la falta de personal. En Segovia se ha comprobado que la ratio de médicos por habitante era baja a través de un estudio demográfico que promovimos desde el Colegio y que ponía de manifiesto que necesitamos médicos, que necesitamos ayuda. Ahora mismo la situación está complicada y la situación económica no facilita que esto no cambie. Por eso también es importante para nosotros que alguien nos diga que lo hemos hecho bien. Porque cuando muchos, muchos compañeros han trabajado durante meses sin mirar el reloj, sin fijarse a que hora se entraba o se salía, acudiendo a diario, con una entrega absoluta, es algo que se agradece.

–¿Lo dice como médico, o cómo paciente?

–No solo soy médico, también he sido paciente. He sufrido esta enfermedad y he tenido ocasión de ver el trabajo de los profesionales, el día a día de la enfermedad desde el otro punto de vista, el del paciente. Es difícil imaginar sin haberlo visto en persona la seriedad que tiene y la profesionalidad en la que se han movido los médicos y los sanitarios en general, porque nos va en ello las vidas humanas.

–¿Qué lleva a un médico a pelear contra una enfermedad de la que, como ha sido su caso, él mismo puede ser víctima?

–Cuando eliges esta profesión sabes que te vas a encontrar frente a frente con la enfermedad. Ahora tenemos el Sars Cov-2, pero también vemos a personas que sufren tuberculosis, o cualquiera otra de las infecciones víricas o bacterianas que existen. Si has elegido esta profesión sabes que tienes que estar con el enfermo. Tienes que poner medidas de seguridad, pero lo principal y lo esencial es el enfermo. Ver, diagnósticar, palpar, tocar al enfermo. El buen médico no repara en que se pueda infectar con el paciente. He visto a muchos compañeros que te decían: 'es que se me puede morir' y han seguido en su trabajo. No es la única profesión que tiene un riesgo, también existe en otras como las de los bomberos, o los policías.

–¿Y esto ha mejorado la opinión sobre los médicos?

–Quizá se está degradando, se devalúa porque la telemedicina nunca puede sustituir al acto médico, a la relación entre médico y paciente. El médico debe de estar en la cabecera del enfermo. Solo esa presencia ya ofrece mucha información. Seguida, por supuesto, de la palpación, que es fundamental. Los médicos adolecemos en este momento de ese contacto y eso nos crea una situación difícil.

–¿Una situación de amor-odio con la sociedad? ¿Aplausos por la tarde y discusiones por la mañana?

–Todos los sanitarios somos necesarios, pero es el médico quien tiene la máxima responsabilidad y el que tiene que dar la cara. Y cuando el paciente recibe una atención que no es la que espera se genera un clima irascible. Y lo paga con el médico. Porque el paciente quizá ha llamado durante un montón de tiempo, cuando por fin le responden le atienden por teléfono, o le dicen que acuda a la consulta. El paciente no está acostumbrado a este trato y eso provoca el deterioro de la imagen del médico. Se genera un clima social del que el médico no es responsable. Si se han cerrado servicios no ha sido por decisión de los médicos. La mayor parte de los profesionales quiere recobrar el nivel asistencial con normalidad y con seguridad.

–¿Y qué ha pasado en la sociedad para que el médico, que hace cincuenta años era un señor al que se trataba con el don delante del nombre se haya perdido?

–Pues en parte es consecuencia de un cambio de modelo en la forma de entender la medicina y ver al médico. Hemos pasado de un modelo paternalista a un concepto de medicina de equipo, menos individual. Un modelo en el que se produce un alejamiento con relación al paciente. Es médico de familia, pero ya no el de cabecera que tomaba todas las decisiones. Ahora hay otras referencias en un sistema más complejo, con más profesionales en el ámbito hospitalario, con muchas especialidades. Se diluye el anterior acercamiento al paciente de un único médico, porque ahora también le ve el médico de urgencias, el especialista...

«Debemos de ser capaces de prever cuántos especialistas van a ser necesarios en el año 2031»

–Hace cuarenta años las facultades de Medicina estaban llenas de estudiantes y resulta que ahora faltan médicos. ¿Qué ha ocurrido?

–Cuando terminé la carrera éramos un montón de médicos en el paro. Y algunos trabajaban en otros ámbitos, porque buscabas otras formas de mantenerte, porque a veces trabajabas solo con sustituciones tres o cuatro meses al año. Esto sucede por una mala planificación de los ministerios a quienes compete este ámbito, el de Educación y el de Sanidad. Hay que prever con mucho tiempo y en nuestro estudio demográfico vimos también las tasas de reposición de los actuales profesionales y cuántos se están formando para ello. Establecer esa previsión, que debe de ser de once años, porque hay que decidir cuántos pediatras vamos a necesitar en el año 2031.

–Y en esta situación, ¿cómo está Segovia en cuanto a su cifra de médicos?

–Pues hay servicios con una plantilla adecuada, otros regular y otros mal. ¿Hay médicos? Depende de lo que quieras hacer. En Segovia hace cincuenta años había, no lo sé, quizá cien médicos en el hospital y era la provincia había más población. La Medicina ha evolucionado, con más especialidades, más pruebas, nuevos perfiles y una población que ahora vive más años. Esto exige muchos recursos tanto humanos como de equipamientos.

«La telemedicina no puede sustituir al acto médico, a la relación del profesional con el paciente»

–De manera que médicos titulados sí que hay.

–Parece que sí, porque si se presentan 18.000 a la prueba de médicos internos residentes (Mir) y logran plaza 13.000 está claro que hay otros 5.000. Pero ¿qué hacemos? ¿Se les da la titulación y ya está? El Sistema Nacional de Salud de España siempre ha estado valorado entre los mejores del mundo. La pandemia pone en evidencia carencias, es verdad, pero se forman médicos y muchos se van porque las condiciones que aquí logran no satisfacen sus necesidades, sobre todo la económica.

–¿Qué ha hecho el colegio en estos meses?

–Pues además del estudio demográfico para saber cuántos médicos faltan, cuántos se van a generar y qué tasa de reposición tenemos. Y dónde nos hace falta hemos mantenido los cursos de formación.

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