«Para hacer una boda a medias, no la hago»

Nueve años de relación desembocaron en una pedida que Silvia, de 34 años, no esperaba. «Es un chico muy despegado, yo pensaba que lo íbamos a decidir entre los dos», confiesa. Para ella, el sí fue rápido; para él, de 31 años, hubo más suspense, con la novia entre lágrimas. Solo les dio tiempo a informar a los padres el primer fin de semana de marzo, seis días antes de la declaración del estado de alarma. La siguiente fase del plan era contárselo a los amigos, pero el mundo se paró. «Cuando nos confinaron, fue un poco… ¿Seguimos para adelante? Como en abril seguíamos encerrados en casa, nos pusimos manos a la obra. Por lo menos, elegir restaurante y fotógrafo porque vamos a salir de esta y no nos van a coger en ningún sitio», recuerda Silvia. Así que palió el confinamiento convirtiéndose en 'wedding planner', todo un consuelo. «Al final estaba aburrida, así que yo pedí presupuestos a diestro y siniestro».

Informaron a los amigos con un vídeo la semana antes de la vuelta a la calle. «Queríamos contárselo a todos a la vez, pero la gente tenía miedo y muchos no se querían juntar todavía», comenta la pareja. La fecha señalada: el 5 de junio de 2021, un año para el que ya quedaban «días contados» en los salones. Depositaron la fianza, pero pidieron salvaguarda: «¿Y si no podemos casarnos ese día?», apuntan. Al fin y al cabo, la incertidumbre epidemiológica se traducía en incertidumbre social y los novios afrontaron el dilema de continuar o no adelante con los planes de enlace a finales de 2020, en una de las oleadas de la covid y sin apenas celebraciones navideñas. «Yo no quería recortar gente ni hacerlo con mascarilla», revela Silvia. Así que hicieron otro vídeo para contar que la aplazaban.

El restaurante prefería mantener la fecha original, aunque fuera un evento a menor escala; pero aceptó la suspensión y dio la fecha definitiva con año y medio de antelación, cerca del aniversario de novios de Mario y Silvia. Así mataban dos pájaros de un tiro. «Al final casi te pilla el toro, porque estás tan tranquila pensando en que queda muchísimo», subraya ella. Las invitaciones no se imprimieron hasta finales de 2021. El primer trámite fue el vestido, elegido antes del aplazamiento. La segoviana aún guarda aquellas fotos de cuando se lo probó por primera vez, con la mascarilla puesta. La tienda en la que lo compró tuvo que alquilar el piso de arriba para guardar todos los trajes que no pudo entregar por las cancelaciones. El suyo estuvo allí custodiado casi dos años. «Tú te casas la semana que viene, pero hay chicas que no tienen ni fecha», le dijeron cuando fue a recogerlo.

Les casó en Coca el primo de Silvia, concejal en esta villa segoviana. La comida fue en un restaurante de la vecina localidad vallisoletana de Pedrajas de San Esteban, donde cumplieron con las dos horas de barra libre de rigor, y volvieron a un terreno familiar en la localidad caucense para alargar una de las noches más cortas del año hasta altas horas de la madrugada. Con un principio innegociable. «Disfrutar del día al máximo».

El nuevo menú subió en torno a un 5%, pero no hubo recortes, con más de 150 invitados. No se quedó nadie fuera. Así que aquella espera valió la pena.