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claudia carrascal
Segovia
Domingo, 7 de junio 2020, 12:39
La espera ha sido larga y la incertidumbre ha tenido en vilo a Laura García Gil y Diego García Gómez durante la mayor parte ... del confinamiento. Llevaban varios meses preparando su boda. La fecha escogida, el 29 de agosto, pero la pandemia ocasionada por la covid-19 ha hecho que se tambaleen todos sus planes. La entrada en la fase 1 de la desescalada les dio un respiro y fue entonces cuando decidieron enviar las invitaciones que tenían en casa desde hacía meses. «No queríamos mandar las invitaciones hasta que la situación se estabilizara y supiéramos cuando concluía la desescalada, pero siempre hemos tenido claro que nos íbamos a casar en agosto, aunque la celebración hubiera que posponerla», señala.
La ceremonia tendrá lugar en el salón de actos de Nava de la Asunción, el pueblo del novio, pero si es necesario trasladarlo a un espacio abierto «no hay ningún problema, se puede hacer en la Plaza Mayor. Tampoco pasa nada si al acto solo pueden asistir 20 personas, nos adaptamos», matiza Laura. Ella es natural de la localidad de Coca, pero el banquete se va a llevar a cabo en Íscar, en la provincia de Valladolid.
Diego comenta que el restaurante del convite les ha transmitido mucha tranquilidad porque tiene una capacidad que incluso con la limitación del 50% del aforo les permitiría celebrar el evento con los cerca de 200 invitados que tienen previstos. Todavía no saben si acudirán todos porque reconoce que varios les han manifestado dudas y miedo ante la posibilidad de acudir a un evento multitudinario. «Nosotros les invitamos, pero si no quieren venir están en su derecho», admite.
No obstante, confía en que para esa fecha la situación esté controlada y los contagios sean mínimos con el fin de no tener que llevar mascarilla porque, en su caso, «no aguantaría estar todo el día con la boca tapada». Tampoco les gustaría una boda marcada por la distancia social, que impide los afectos en un día tan señalado.
Todavía tienen más de dos meses por delante para ultimar los preparativos. Sin embargo, la limitación de movilidad entre provincias les está suponiendo un importante perjuicio. En este sentido, explica que la mayoría de las gestiones y compras las estaban haciendo en Valladolid, ciudad a la que ahora no pueden desplazarse y, según las previsiones no podrán hacerlo hasta la fase 3. «Tenemos pendiente arreglar trajes, pruebas de vestido, los zapatos de mi novia o las flores, pero de momento no podemos hacer nada», insisten.
La luna de miel la habían contratado cinco días antes de que comenzara el confinamiento, con el correspondiente pago de la fianza a la agencia de viajes. Su destino será Tailandia y aunque cuentan un seguro para evitar problemas en caso de no poder viajar, Diego asegura que su máxima preocupación es la situación del país para esas fechas porque no están dispuestos a pasar 14 días de cuarentena en el hotel. Con viaje o sin él, tienen claro que el virus no les estropeará el día más importante de sus vidas.
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