![Los bloques antiguos de más de diez pisos acaparan las mayores molestias por ruido](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/02/01/viviendas-pisos-detorre7-kP-U2101405187610GpC-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Los problemas que preocupan a los segovianos son muy diferentes según el lugar en el que estén empadronados, el tipo de edificio en el que residan o el salario medio que ingresen. Uno de cada tres habitantes de bloques de diez o más viviendas construidas ... antes de 1971 lamentan la existencia de por ruidos exteriores, que se agravan sobre todo en la ciudad. Al contrario, el principal recelo de los vecinos de chalés es la falta de limpieza en las calles y las malas comunicaciones, queja que adquiere especial protagonismo el medio rural.
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La provincia tiene registradas 63.000 viviendas principales o habituales, un número inferior a las segundas residencias, según el último censo publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La mayoría de ellas fueron construidas a partir de 1990. En concreto, el 'boom' inmobiliario se produjo entre 2001 y 2010, con 25.696 inmuebles. No obstante, el número de edificios que este año cumplirán más de medio siglo de vida es elevado. Antes de 1971 se edificó el 35% del parque de vivienda existente en la actualidad en Segovia.
La fecha de construcción de un domicilio determina en muchos casos las facilidades que tienen sus huéspedes, pero también los obstáculos con los que lidian en el entorno. Por ejemplo, la dificultad de acceso a zonas verdes y los ruidos exteriores son los principales hándicaps de las casas más antiguas, mayoritariamente si se trata de una amplia comunidad de vecinos. Las molestias por contaminación acústica están presentes en más del 30% de los bloques de pisos, sobre todo en los que conviven más de diez hogares. En menor medida, también se extienden a los chalés ubicados en la ciudad.
Pese a ello, los edificios levantados antes de 1971 son una buena elección en caso de que se quiera huir de la polución o los malos olores, ya que tan solo un 8% del total cuentan con este problema. No sucede lo mismo con la poca limpieza de las calles, que llega a convertirse en un desazón general para el 40% de los chalés en la capital, si bien es un aspecto común a todos los ciudadanos sin importar el tipo de edificio ni la localización.
Las viviendas más contemporáneas, de obra nueva o con menos de cincuenta años de antigüedad, lamentan el lastre de las malas comunicaciones con las infraestructuras básicas en el día a día. Es una situación que aqueja a tres de cada diez edificios construidos a partir de 1990. Esta problemática se agrava en los pueblos, donde el porcentaje de damnificados asciende hasta superar el 35%. Los vecinos de un entorno urbanizado con posterioridad a esa fecha tienen menos posibilidades de contar con un hospital y centro de salud, una farmacia o un supermercado cerca de casa que los que viven en barrios con más solera. En lo que respecta al acceso a colegios, los resultados por ubicación son más homogéneos.
35% porcentaje
de las viviendas totales en la provincia que fueron edificadas antes de 1971.
90% porcentaje
aproximado de zonas residenciales que cuentan con bares y restaurantes.
La obligatoriedad de un desplazamiento es hasta un 20% más habitual en chalés, ya sean aislados o adosados, frente a los inmuebles plurifamiliares, principalmente los que fueron construidos hace más tiempo, ya que suelen situarse en las áreas céntricas e históricas de una población. Respecto a la tipología de la vivienda, la diferencia también se amplía si está censada en una pequeña localidad, menos afortunada en este sentido, o un municipio con mayor número de habitantes. La única excepción son los servicios de restauración, ya que se despliegan por el 90% de las zonas residenciales.
La delincuencia también es otra de las inquietudes que sobresalen en quienes moran en las casas más modernas, pues arrojan un mayor porcentaje de preocupación respecto a quienes viven en hogares más vetustos. Es un hecho compartido por aproximadamente el 15% de los residentes en comunidades de vecinos del área urbana, aunque desciende en el resto de la provincia. Las quejas relacionadas con actividades turísticas o locales hosteleros son mínimas en cualquiera de las viviendas principales, según refleja la estadística.
Los ingresos netos mensuales abren un abanico de posibilidades a la hora de comprar una casa, por lo que los hogares con mayor riqueza esquivan parte de los inconvenientes, salvo las malas comunicaciones, que es un mal común en el medio rural, y los ruidos, recurrentes en la ciudad. Los ciudadanos con una economía más desahogada eligen vivir cerca de los colegios, ya que más del 80% de sus viviendas están próximas a un centro educativo, aunque eso conlleve una mayor lejanía al hospital o supermercado.
Aun así, son las personas con menos recursos las que experimentan mayor complejidad a la hora de acceder a cualquier servicio básico en su ubicación. Apenas un 65% tiene cerca un ambulatorio, tienda de alimentación o farmacia. El índice de malestar por malos olores, limpieza deficiente en calles y delincuencia cae a valores mínimos en los núcleos de residencia con una renta neta media superior a 3.000 euros mensuales. Si la cifra total baja de los 1.000 euros, los problemas de convivencia -ruidos, aislamiento, delincuencia- se duplican.
1.608 inmuebles
están calificados con un 'mal' estado de conservación, de los que el 44% dan cobijo a personas con bajos ingresos.
18.361 personas
viven solas y constituyen una unidad familiar independiente.
La situación económica de las familias determina las condiciones tanto fuera como dentro de un edificio. En la provincia, la menor renta va aparejada a una peor escala en el estado de conservación del hogar. La calificación de 'malo' atañe a 1.608 viviendas, de las que el 44% dan cobijo a personas con bajos ingresos. Las que tienen la calificación 'excelente', 10.679 en total, se corresponden con una renta más alta de los convivientes.
En esta misma línea, las instalaciones de las que se puede beneficiar un mileurista no son las mismas que ostenta un residente que sobrepasa esta cantidad. Los dispositivos de energía renovable ya se extienden por el 8% de las viviendas -fundamentalmente chalés- de aquellas personas que ingresan más de 2.000 euros al mes, mientras que por debajo de este montante tan solo se hallan en el 3%. La diferencia es más abultada aún con el agua caliente central o el gas por tubería, ya que son sistemas empleados en cerca de la mitad de los hogares muy pudientes, mientras que en los más vulnerables apenas están presentes en el 30%.
La accesibilidad depende más de la tipología de edificio que de la hacienda; pero es cierto que hay más casas que tienen un elevado nivel de ingresos que cuentan con al menos un ascensor –el 30%– frente a los inmuebles habitados por rentas inferiores –el 16%–. Lo mismo sucede con el garaje, pero en esta ocasión la diferencia porcentual no es tan amplia.
El tamaño de vivienda más extendido en el conjunto provincial es el de 61 a 75 metros cuadrados, que supone el 19% del total de residencias construidas. En lo que respecta a las casas de uso habitual, siete de cada diez de los inmuebles en el medio rural tienen más de 91 metros cuadrados de superficie, de los que la mitad sobrepasan los 120. En la ciudad sucede justo lo contrario, el mismo porcentaje se repite justo con los tamaños inmediatamente inferiores a 90 metros.
La mitad de las viviendas principales inscritas en la provincia tienen tres dormitorios; mientras que el 34% posee cuatro o más; el 14%, dos; y menos del 1% de las casas carece de habitaciones separadas del resto de estancias. Asimismo, seis de cada diez hogares tienen dos o más baños.
La mayor parte de las familias que perciben una renta mensual inferior a los 1.000 euros viven en un piso de tamaño medio, pero también es habitual que se instalen en casas de cuatro o más habitaciones, que de forma general se corresponde con chalés. Esta última es la opción preferida de aquellos ciudadanos que cobran a partir de 2.000 euros. Los que superan los 3.000 mensuales apuestan por las tres habitaciones, aunque un 22% prioriza viviendas que exceden los 150 metros cuadrados de superficie.
Muchas veces la elección final depende de los miembros que conformen el núcleo familiar. En Segovia, la mayoría de los hogares están compuestos por tan solo una persona, seguidos de los de dos y así sucesivamente. Los huéspedes más solitarios, cerca de 7.000, responden al perfil de un hombre de menos de 65 años y mujeres mayores dicha edad, un total de 5.900.
En el caso de que los convivientes sean dos, sobresalen las parejas sin descendencia –más de 10.600 en la provincia– y los progenitores con hijos adultos. Si son tres o cuatro miembros, destacan los padres con uno o dos menores a su cargo. En la práctica totalidad de los casos, la convivencia es de solo un núcleo, es decir, solo en casos muy puntuales se comparte residencia con personas externas a la familia.
Por último, el 75% de los segovianos son propietarios del inmueble en el que fijan su residencia. Tan solo el 14% pagan un alquiler, que suele ser, de media, de entre 200 y 500 euros. La diferencia entre los que han heredado o comprado es abismal con los que han arrendado, mientras que el resto se rige por otro régimen distinto de tenencia de la vivienda.
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