La inmobiliaria Altamira está a punto de entregar las llaves de los primeros 24 chalés adosados correspondientes a la llamada Ciudad Bioclimática de Bernuy de Porreros, proyecto revolucionario que sucumbió a la crisis inmobiliaria de 2008 y que, superado el peor bache de la ... pandemia, empieza a ver la luz en forma de urbanización normal y corriente, aunque, por su pasado y todo lo que ha dado que hablar, jamás lo será.
Publicidad
Apenas han pasado trece años desde que la constructora Seop quebrara y dejara a medio construir esta 'ciudad' que prometía un auténtico paraíso del ahorro energético y un bienestar propio del siglo XXI más avanzado. Abandonadas las viviendas, la urbanización languideció durante diez largos años. La suspensión de pagos de Seop y la paralización de la actividad por parte de la promotora Nireo dejaron el proyecto en agua de borrajas. Fue un fracaso empresarial en toda regla que diluyó el sueño de levantar 264 viviendas (entre unifamiliares y bloques) provistas de energía solar fotovoltaica y perjudicó sobremanera a un puñado de compradores que vieron cómo sus viviendas soñadas, ya en manos de fondos buitres, quedaron abandonadas, a merced de los 'okupas' y del pillaje.
El proyecto inicial fallido hablaba de 264 viviendas, entre unifamiliares y bloques, dotadas de energía solar fotovoltáica con conexión de red y de térmica, para agua caliente sanitaria. La instalación de unos 3.500 paneles generaría 715,22 kilowatios/punta. También se colocaron colectores solares (entre dos y cuatro metros cuadrados por vivienda) para garantizar el 60% del consumo total de agua caliente sanitaria. Además del ahorro energético y del aprovechamiento al máximo de la energía solar, las viviendas habían de contar con sistemas para la correcta gestión del agua, mientras que en su construcción se trató de evitar al máximo el uso de plásticos, acero, poliuretano, amianto, barnices sintéticos y otros materiales contaminantes. También se dispusieron sistemas de aislamiento térmico y acústico, y la ubicación de las casas tenía en cuenta las características naturales de la zona. Al fin y al cabo, esto es lo único que queda de aquel sueño que preveía una inversión global de 60 millones de euros y contaba con el apoyo y la participación de diferentes empresas, entre ellas el Ente Regional de la Energía.
Con el paso del tiempo y el imparable avance de la degradación de la zona, el Ayuntamiento de Bernuy de Porreros recepcionó la urbanización. La entrega de las 24 primeras viviendas es el primer paso hacia la revitalización, no solo del complejo, también del propio municipio, que ganará mucha población. «Somos 860 vecinos y la llegada de nuevos habitantes, si se empadronan, nos permitirá superar con creces el millar. Es una buena noticia para el pueblo, aunque el Ayuntamiento tendrá que redoblar esfuerzos para estar a la altura para prestar buenos servicios», señala Yolanda Benito, alcaldesa de Bernuy de Porreros (PSOE). La cercanía a Segovia (no llega a ocho kilómetros) y las excelentes comunicaciones (el enlace con la SG-20 se encuentra a dos minutos en coche del pueblo y permite a los vecinos llegar en un momento al centro comercial Luz de Castilla o a la estación del AVE) hacen de este pueblo del alfoz segoviano una de las localidades con más futuro.
«Estábamos mirando casas porque teníamos unos ahorrillos y vimos la oferta. Nos convenció el precio y dimos el paso», dice Daniel Arribas, a la espera de irse a vivir con su pareja, Helena Rodríguez, y sus perros a Bernuy de Porreros. Futbolista de la Gimnástica Segoviana, Daniel también espera con impaciencia el momento del traslado. «Está para entrar a vivir. Es un chalé adosado, con dos plantas, y tiene un pequeño delantero y un garaje. En la planta baja hay un salón de 25 metros cuadrados, una cocina de 10 y un aseo, y en la superior tres habitaciones con armarios empotrados, una de ellas con vestidor y baño propio. Son ciento y pico metros», desvela el propietario.
De su antiguo nombre, Ciudad Bioclimática, esta urbanización ha heredado algo muy importante: la capacidad de ahorro energético, algo que Arribas valora: «Son viviendas normales en ese sentido, con caldera de gas natural y suelo radiante, pero tienen un buen aislante y guardan muy bien la energía, el frío y el calor. Además, conservan la preinstalación de las placas solares que en su día tuvieron, con un depósito de agua, lo que permite volver a instalarlas si se quiere, cómodamente. Esas placas solares se perdieron, pero tienes la posibilidad de recuperarlas si verdaderamente quieres invertir en ello. La orientación de la propia vivienda tampoco es casual. Todo ello facilitan el ahorro energético», explica Arribas.
Daniel y Helena están convencidos con su nuevo pueblo. «Está muy cerca de Segovia y tiene con ella una comunicación excelente, pues tienes la salida a la SG-20 al lado, lo que te permite llegar a cualquier punto de la ciudad en pocos minutos. Ir a La Lastrilla o a Segovia es muy fácil. En La Lastrilla hay muy poca oferta de vivienda, los pisos son caros y los alquileres también. Estoy convencido de que Bernuy va a cobrar mucha vida y que las viviendas se van a revalorizar con el tiempo», afirma Daniel.
José Luis López Minguela, agente homologado por la inmobiliaria Altamira para esta primera promoción de viviendas de la otrora Ciudad Bioclimática, puede presumir de haber vendido 52 casas. Las primeras 24, todas construidas en la época anterior a la crisis del 2008, empezarán a entregarse en septiembre, una vez reformadas por la propia inmobiliaria y concluidos los trámites que posibilitarán los permisos. «Estamos pendientes de que Industria nos autorice enganchar la luz. Con ello y la licencia de ocupación podremos empezar a entregarlas. Estamos hablando de septiembre u octubre a más tardar», señala. Precisamente estos trámites son la causa del retraso de la entrega de las primeras 24 casas, que debía haberse realizado en junio. «Son viviendas que estaban destrozadas y que había que restaurar. Altamira sacó a concurso las obras de esta primera fase y se lo concedió a Viales Padasilma, constructora de Segovia», explica el agente inmobiliario. La segunda fase, en la que entran el resto de viviendas, estaba por terminar, lo que se ha conseguido ahora, aunque ha sido otra empresa la encargada de ejecutar las obras. El desbloqueo de la urbanización llegó en 2019, cuando Altamira sacó a la venta la primera fase. «Se vendieron rápidamente, a finales de año estaban vendidas, pero empezó la pandemia y casi todos los que se habían comprometido se echaron atrás. La incertidumbre de la nueva situación, el miedo, los ERTE... Solo quedaron ocho y hubo que volver a venderlo casi todo, lo que se consiguió finalmente en junio de 2020. La segunda fase se tardó un poco más, pero enseguida se vendió», cuenta López Minguela.
Publicidad
En Bernuy de Porreros, a las casas de la urbanización se les conoce cariñosamente con el nombre de 'bio'. Solo el tiempo borrará de la memoria colectiva el apelativo de 'Ciudad Bioclimática', vestigio de una época, los albores del siglo XXI, en la que todo eran sueños de progreso y quimeras, como bien se han encargado de recordar tanto la crisis financiera como la sanitaria. «De 'bioclimático' no queda absolutamente nada», apunta el agente inmobiliario, aunque se trata de viviendas que tendrán un certificado energético muy aceptable. «Tienen muy buen aislamiento, se ha metido una caldera de condensación y se ha mantenido el suelo radiante. Los materiales son de buena calidad, aunque carecen de la fuente de energía alternativa que en un principio se había pensado para estos chalés», explica. Las casas tenían ya instaladas las placas solares, aunque el paso del tiempo y el pillaje acabaron con ellas. Muchas estaban reventadas. No obstante, la reforma acometida ha permitido conservar la preinstalación, los rieles, para que el propietario, si así lo desea, pueda instalar una placa solar.
Miguel Ángel Luquero no ve la hora que llega septiembre para poderse ir a vivir a Bernuy de Porreros. Si todo marcha correctamente y los trámites culminan en tiempo, el otoño lo pasará ya en su nueva casa, uno de los chalés adosados de la primera hornada con los que se estrenará la Ciudad Bioclimática. «Fui de los primeros que nos apuntamos, en la primavera de 2019. Yo me había metido en una promoción de pisos, en el barrio de San Lorenzo, que no salió. Me devolvieron el dinero de la fianza y vi lo de Bernuy. Lo hablé con un amigo entendido, me dijo que las casas, pese a su estado, estaban bien construidas. El precio me convino, eran 88.000 euros para 132 metros cuadrados, y no lo dudé mucho más. Soñaba con vivir cerca del campo, cansado como estoy de la ciudad, y era una buena oportunidad», cuenta este segoviano de oficio pescadero.
No obstante, cuando vio por primera vez la casa que le había correspondido, tuvo que echar mano de la imaginación para decidirse a dar el paso. «Estaba todo destrozado. El paso del tiempo había hecho su labor, pero también quienes entraron a recuperar las cosas que habían instalado y no habían cobrado, electricidad, saneamientos... Se llevaron todo lo que pudieron porque no se lo habían pagado. Pero no me quedé en lo que tenía delante de mí. Comprobé que la casa estaba bien orientada, que las maderas de las ventanas eran buenas, que tenía un buen aislamiento. Esas casas se hicieron con mucha calidad. Tenía su garaje, su cocina, su salón, sus habitaciones en la planta de arriba... No lo dudé, como digo», asegura Luquero. El momento de la entrega de llaves se acerca y a Miguel Ángel le recorre un escalofrío, aunque no está demasiado apurado como otros propietarios a quienes les urge el traslado para dejar de pagar un alquiler. «Tengo piso en Segovia y estoy soltero, no tengo hijos... Estoy tranquilo, pero no puedo negar que me apetece un montón irme a vivir a Bernuy porque me gusta mucho el campo, tengo perro y conozco bien la zona. Me hubiera gustado llevar allí dos años ya, pero entiendo que haya habido retrasos con todo lo que ha pasado con la pandemia y demás. Ahora, veo las casas arregladas y me encanta, la verdad».
Los precios de la promoción han espoleado la venta. Las viviendas se han vendido entre 80.000 y 100.000 euros. «Las primeras salieron en 80.000 y se vendieron muy rápido. Después, como suele ocurrir en estos casos, se subieron los precios, pero no dejan de ser asequibles», apunta López Minguela. Todas tienen jardín, garaje y dos plantas. En la baja está el salón-comedor y la cocina y en la superior las habitaciones (tres) con sus respectivos armarios empotrados. Hay dos baños, uno arriba y otro abajo.
Publicidad
El Ayuntamiento de Bernuy de Porreros ha hecho todo lo que ha estado en su mano para rescatar de la ruina la urbanización, consciente de la ventaja que otorga ganar vecindario.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.