El barrio de San Gil de Cuéllar se rebela contra las obras en tres calles

Aunque la mayoría considera que la obra era necesaria, puesto que las aceras se encontraban en muy mal estado, muchos vecinos coinciden en que ejecución que se está realizando no es la correcta, o al menos no la que necesitan en estos momentos.

Las viviendas que se ubican en estas calles fueron construidas en el año 1957, y muchas de ellas aún cuentan con tuberías de plomo o fibrocemento en los accesos a sus casas, por lo que los vecinos pedían que, ya que se levantaban las aceras, se pudiera realizar un cambio en los tubos del agua, algo que, según explican, se les ha negado.

Las obras, que comenzaron a principios de septiembre, comenzaron con el picado de la acera anterior. No ha sido hasta ahora, con el inicio de la colocación del adoquín, cuando los vecinos se han dado cuenta del problema principal: la nueva acera quedará a una altura superior a la que existía hasta ahora, lo que puede crear problemas cuando lluvia. Uno de los principales inconvenientes que apuntan es el de las humedades, puesto que las nuevas aceras son de adoquín, un material que únicamente se une con arena, por lo que en unas viviendas de varias décadas, que ya de por sí son húmedas, los vecinos piensan que el problema se va a agravar.

Algunos de ellos han aprovechado antes de que comenzara la colocación del adoquín y han incluido manta asfáltica entre sus fachadas y la acera, aunque otros no han podido, puesto que cuando se han percatado de la elevación de la acera ya era tarde. Otros también han aprovechado para alargar los tubos de los canalones de sus fachadas y soterrarlos junto a la acera, pero no todos lo han podido llevar a cabo.

En algunas casas, el desnivel se ha subsanado incluyendo unas rejillas a unos centímetros de la puerta del patio, para evitar que el agua de lluvia entre de lleno. Pero es una solución que no gusta, ya que, según apuntan, además de incluir un sumidero de pequeño tamaño, este está conectado a las arquetas del agua sucia, por lo que es posible que se produzcan malos olores a tan solo unos centímetros de las puertas de los hogares.

Los vecinos también señala que el desagüe es muy pequeño, por lo que seguramente la puerta de sus casas se conviertan «en un gran charco» en época de aguaceros. Antes de la obra ya se producían acumulaciones de agua, y que ahora suponen que aumentarán. Es tal el descontento que algunos vecinos incluso han llegado a hablar con la empresa que está ejecutando las obras y han solicitado permiso para levantar el adoquinado ya instalado en la puerta de su casa para buscar una mejor solución y realizar posteriormente las obras a su cargo.

Residentes en la zona recuerdan que ya hubo quejas hace diez años, cuando se realizó un nuevo asfaltado de las calles, puesto que entonces la vía quedaba casi al ras de la acera. Ahora, aunque sube la acera, las casas continúan a la misma altura, por lo que los problemas se multiplican. También apuntan a que hasta el momento, junto al bordillo existía un pequeño canal por el que discurría el agua, que con la nueva obra se ha tapado, lo que complicará más que el agua llegue hasta las alcantarillas de la calle.

La Asociación de Vecinos del Barrio de San Gil ha enviado un escrito al Ayuntamiento pidiéndole que actúe con otros criterios y que en este tipo de intervenciones de envergadura consulte con el vecindario y el colectivo, «que se creó para mejorar la calidad de vida en la zona».