«Ayudar al necesitado no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos»

–¿Cuál es la actual situación de Cáritas?

–Económicamente, vamos un poco justos. Han caído las herencias y los legados y el nivel de ingresos es escaso. No contamos con lo necesario para llegar donde queremos y tenemos necesidades que no podemos cubrir, sobre todo en el medio rural, donde hay mayor necesidad. La solidaridad no ha mermado, pero las necesidades aumentan. Por ello, de cuando en cuando hacemos campañas de donaciones. El objetivo es la concienciación.

–¿Y en cuanto a usuarios?

–Aumentan las personas que acuden a Cáritas a raíz de las distintas crisis que hemos ido encadenando, pero este año no ha habido gran variedad en el número de atendidos. Lo que sí que hemos detectado es que hay más necesidad entre la gente, especialmente frente a la crisis de la subida del IPC, que está haciendo que personas que antes no tenían necesidades ahora sí las tengan.

–¿Cuál es la principal actividad de la entidad?

–En Cáritas llevamos un tiempo procurando atender integralmente a las personas. Esto supone no centrarse en un mero asistencialismo, sino en analizar a la persona que viene en busca de ayuda de una forma más integral para, además de atender a su necesidad, acompañarle y reinsertarle en la sociedad.

–¿Cómo se hacen visibles estas necesidades en la sociedad?

–El gran valor que tenemos en Cáritas es el voluntariado, que lo componen en torno a unos 250 voluntarios en toda la provincia. Se encargan de donar su tiempo a los demás para integrar a las personas sin limitar la ayuda al necesitado. No se trata de darle lo que me sobra, sino en compartir con él lo que tengo.

–¿En qué programas trabaja la entidad?

–El primer contacto de las personas con Cáritas lo tienen con atención primaria. El equipo valora los problemas que tienen y, en función de estos, se les deriva a un programa u otro. Para los mayores, hay programas para paliar la soledad, además de la gestión de tres residencias de ancianos en la provincia de Segovia. También trabajamos en programas de formación y empleo mediante la puesta en marcha de diferentes cursos, que suponen uno de los pilares de la atención y el acompañamiento que realiza Cáritas. Contamos también con el programa de atención a personas sin hogar, que funciona a través de un concierto con el Ayuntamiento de Segovia. Consiste en acudir a la calle a buscar a esas personas y entablar relaciones de diálogo y amistad para que puedan integrarse en la sociedad.

–¿Y para los niños?

–Tenemos el programa de infancia y juventud, que, además de apoyo psicológico para problemas concretos, ofrece ayuda escolar para paliar los problemas de aprendizaje de los jóvenes a los que no pueden hacer frente las familias con sus ingresos.

–Actualmente estamos viviendo una crisis humanitaria como consecuencia de las guerras de Ucrania y Oriente Medio, ¿Se nota en Segovia?

–La Guerra de Ucrania ha causado toda la crisis del IPC, la subida de precios, y esto llega a Segovia. Aunque en Cáritas no tenemos directamente el programa de ayuda internacional, las emigraciones que llegan a nosotros.

–Cáritas Segovia emprende nuevos proyectos como la apertura de la tienda de venta solidaria de ropa de segunda mano...

–'Moda-re' es una tienda de la cooperativa de economía social de Cáritas Española, un proyecto que tiene una doble vertiente, social y medioambiental. Es un proyecto de sostenibilidad global, porque la industria textil es la mayor contaminante y mediante esta iniciativa de ropa de segunda mano, lo que se consigue es reutilizar el residuo textil y reducir el impacto de la huella de carbono. Por otro lado, la sostenibilidad económica se traduce en permitir que personas con recursos reducidos o sin ellos accedan a la ropa de una manera digna y puedan comprar en igualdad de condiciones al resto del público.

–Finalmente, ¿algún proyecto futuro?

–Estamos intentando poner en marcha nuevos proyectos centrados, por ejemplo, en las residencias. Se trata de un servicio prestado con calidad en el que se intenta poner en el centro a la persona que acude a los centros de ancianos como su último hogar, por lo que se debe dignificar y hay que darle un sentido pleno y una viabilidad económica.