La autora de 'Promesas de arena' opina sobre la serie que protagonizan Andrea Duro y Blanca Portillo

–La novela es un thriller romántico con el conflicto palestino-israelí como telón de fondo, a través de una cooperante española en el campo de refugiados de la Franja de Gaza. ¿Se inspiró en alguna experiencia cercana? ¿Qué idea quería que prevaleciera, la de la historia de amor en un entorno de guerra donde todo es terrible y peligroso, el trabajo de cooperación, la amistad entre personas de diferentes culturas...?

–Pues en primer lugar, desmitificar el concepto cultural que se tiene del amor romántico, he intentado transmitir que ninguna mujer necesita un príncipe azul, un paladín que la salve; debe elegir su propio destino, el amor que la haga crecer, no el que la hunda, por muy pasional que sea. De telón de fondo tenemos un ambiente muy conflictivo, con una evidente tragedia humanitaria de la que ningún gobierno quiere responsabilizarse, y también he querido mostrar la necesidad de abrirse y comprender otras culturas. 'Promesas de arena' parece una novela fácil, pero tiene muchas lecturas.

–¿Qué le parece la adaptación de la serie que se emite actualmente. ¿Contaron con usted para hacerla? ¿Considera que se ha hecho con rigor?

–La adaptación de un libro a un medio audiovisual tiene que asumir modificaciones, evidentemente. Yo estoy contenta con la adaptación, es una estupenda producción, con una fotografía, banda sonora y actores maravillosos. Han introducido tramas novedosas que amplían el ratio de audiencia pero guardan el espíritu de denuncia social y necesidad de solidaridad de mi novela.

–Que una novela sea adaptada al cine o a la televisión, ¿es el sueño de todo novelista?

–No sé si el de otros novelistas, pero desde luego para mí es un sueño. Que tu primera novela gane un premio internacional de narrativa, el Marta de Mont Marçal, y además la vean por televisión millones de personas es algo que yo no hubiera podido imaginar nunca.

–Andrea Duro, Blanca Portillo, Daniel Grao y Thaïs Blume forman parte del reparto. ¿Es el que a usted le hubiera gustado?¿Hay alguno de los actores que calque el personaje tal y como usted lo concibió?

–El elenco es insuperable, no puedo estar más satisfecha. Hasta los actores secundarios, muchos reclutados en el mismo Túnez, donde se rodó la mayor parte de la serie, son fabulosos. Y si hay una actriz que calca el personaje de mi novela es Somaya Taoufiki, que interpreta a Fathia.

–¿Le gustaría que tuviera segunda parte?

–Me encantaría que la serie gustara tanto y tuviera tanto éxito que mereciera una segunda temporada. Tendré que ponerme a recopilar mis notas, porque parece que tiene una audiencia importante. Veremos si televisión se decide a continuarla.

–El protagonista masculino de esta novela es Hayzam, que responde al cliché de que el hombre árabe es un conquistador nato. ¿Es lo que quería transmitir? ¿Hay algún paralelismo con historias como 'La pasión turca? Por cierto, ¿qué le parece el actual fenómeno de las series turcas, donde el machismo y la diferencia de clases sociales siguen impregnando las relaciones amorosas?

–La novela está escrita premeditadamente con todos los clichés que maneja el género romántico. En la propia novela, Lucía, la protagonista, se burla del seductor Hayzam llamándole 'Rodolfo Valentino'. Estos tópicos son una forma de revelar al lector la banalidad de una relación construida sobre esas bases. Y claro que hay cierto paralelismo con la pasión turca' de Antonio Gala. La protagonista pierde la cabeza por un amor exótico, se deja llevar por una pasión que contraviene toda su educación y sus razonamientos de mujer instruida y occidental, pero el enfoque es totalmente feminista. Lucía reacciona, no se deja aplastar por esa pasión. En cuanto a las series turcas, la verdad es que no he visto ninguna, supongo que viniendo de una cultura y un país como Turquía estarán muy condicionadas.

–Usted viene del mundo de la publicidad, ¿por qué decidió dar el salto a la literatura?

–Cuando terminé la carrera colaboraba con algunas revistas modernitas de los ochenta y publiqué dos cuentos infantiles, luego la publicidad me ocupó todo el tiempo y dejé aparcado el tema literario. 'Promesas de arena' fue un reto personal. Quería demostrarme que era capaz de escribir historias que duraran más que un spot de 30 segundos. Aunque condensar en tan mínimo tiempo un mensaje publicitario creíble y que enganche a su público objetivo es un gran esfuerzo creativo.

–¿En qué está trabajando ahora?

–El año pasado publiqué con Edebé un álbum para primeros lectores: 'Tikismikis'. Tengo tres novelas preparadas, a la espera de que alguna editorial se interese por ellas, que abordan temas sociales e intimistas, pero en lo último que estoy trabajando y que me tiene entusiasmada es un proyecto de álbum ilustrado para adultos sobre el maltrato psicológico, ese que no sé ve y que está, desgraciadamente, tan naturalizado en nuestra sociedad. La ilustradora es Susana Rosique,

–Cuál ha sido su experiencia con las componentes del grupo de lectura de Segovia. ¿Le han aportado algún punto de vista especialmente novedoso sobre la novela?

–He pasado unas horas maravillosas con ellas, me han aportado muchísimo con sus comentarios y puntos de vista sobre los personajes. Lo estupendo de escribir es comprobar cómo tus lectores hacen suya tu historia y la viven como tú nunca hubieras imaginado. Les estoy muy agradecida a ellas y a Elena Marques, la coordinadora del grupo.