Eugenio García | Padre de la niña segoviana a la que mató su madre hace un año

«Si la justicia dejara los prejuicios, el asesinato de Olivia se habría evitado»

–¿Cómo se encuentra?

–La sensación después de un año es de vacío absoluto, de tener gasolina para llegar a un objetivo concreto que había fijado con la muerte de mi hija, que era hacerla justicia y, mientras tanto, llorar a tiempo parcial la muerte de mi hija, sin abandonar las obligaciones laborales que te exigen los pagos del día al día como cualquiera, dejando siempre el duelo para más adelante, aterrándome cómo será el día siguiente, una vez que todo esto finalizara.

–¿Qué ha supuesto el suicidio de su exmujer antes del juicio?

–De la noche a la mañana, con el suicidio de la asesina, todo desaparece, y con ello el suelo bajo mis pies, como por arte de magia aparece una neblina gris que lo inunda todo, una sensación de no poder cumplir la última promesa hecha a tu hija.

–¿Cómo le gustaría que la gente recordase a Olivia?

–Me gustaría que fuera de una manera sencilla y especial a la vez. Olivia era bondad, alegría, rebosaba vida, puede sonar a frase hecha pero la realidad es que era así para todo el mundo, era una niña muy especial y adelantada a la edad que le correspondía. Tenía con seis años unos valores que demostraron ser sólidos como una roca, de hecho esos valores y todo el amor y cariño que profesaba hacia nosotros fue posiblemente la causa por la que su madre decidió asesinarla.

–¿Y cómo la recuerda usted?

–Pues como lo mejor que me ha pasado en la vida. Para mí ha sido mi mundo, con ella jugaba, reía, dormía, y sobre todo disfrutaba de cada momento que pasaba a su lado. Olivia era una esponja, la encantaban todas las historias que la contaba y que me hacía repetir varias veces, se interesaba por cada cosa que hacíamos juntos, desde las más insignificantes, que ahora en la distancia veo tan importantes. Las últimas cosas que recuerdo era el tablero de juegos que nos abría en el viaje de Gijón a Segovia, la lucha entre subir Pajares o los túneles del Huerna, el gusto por la arquitectura en decadencia, a la que llamábamos 'abandonos', la cola del dragón entrando en León, los campos de Castilla y las mil historias que tenía preparadas para cada viaje y que entre los dos convertíamos en una verdadera aventura. El dónde nos daba igual, lo que queríamos era estar juntos y ser una familia normal y corriente, simplemente felices.

–Con lo que le ha pasado, ¿hay motivo para creer en la justicia?

–Creo en la justicia, aunque mi experiencia personal me invite a desterrar todo tipo de esperanza en ella. Desde que conocí el mundo de los juzgados por primera vez hace seis años ha sido un auténtico despropósito, he tenido la desgracia de ver de cerca jueces y magistrados más preocupados por la repercusión social de sus decisiones que de mostrar una visión periférica de lo que debieran de juzgar, y en mi caso, de mirar por el interés superior del menor, que ha de presidir todo procedimiento de familia y que ha sido el gran olvidado, junto al padre, en este periplo. Elegí malos tiempos para divorciarme.

–¿La muerte de Olivia podría haberse evitado?

–Sí, creo que el asesinato de mi hija se podría haber evitado si la justicia hubiese dejado determinados prejuicios a un lado, hubiese actuado de manera imparcial y no hubieran consentido todas las tropelías y denuncias instrumentales por parte de una señora a la que ellos mismos convencieron de que estaba por encima del bien y del mal, e incluso de ellos, ¡claro, que se hubiera podido evitar! Cuando empoderas a alguien de esta manera por miedo a ser criticada por la corriente reinante en este ámbito, lo que sale de tu creación judicial es imprevisible y en este caso se demostró que el monstruo había crecido tanto que eran incontrolable, solo hizo falta la valentía de una jueza que no estaba pervertida por los prejuicios anteriores y solo tuvo que leer las pruebas aportadas, que fueron suficientes, una sola sentencia, que refirió lo que en otras no se atrevieron a decir (alude a la entrega de custodia al padre). A partir de ahí todo estalló por los aires. Cuando el odio hacia tu ex es más grande que el amor a tu hija, este es el resultado. No todo el mundo es capaz de entender que las cosas no son para siempre, sino hasta donde sea sano.

–¿Qué supone el hecho de no poder ni siquiera ir a un juicio?

–Lo que supone es que el mal se ha impuesto al bien, ella en todo momento es quien ha marcado los tiempos. Decidió cuándo Olivia moría, decidió que ella vivía y cuando atisbó que la única salida que tenía era una condena inminente de prisión permanente revisable, en un acto, no de arrepentimiento, sino de la más absoluta de las soberbias, se quitó la vida para privarnos de que sea juzgada y condenada por un jurado popular y evitar con ello pasar a la historia como la asesina de su propia hija. De esta manera nos impide hacer justicia y la página del tiempo hará que este asesinato caiga en el olvido e incluso parezca que nunca ocurrió, simplemente que una niña de 6 años llamada Olivia falleció.

–¿Se plantea pedir responsabilidad a Instituciones Penitenciarias por no custodiar a la rea?

–No está en mi ánimo revolver más un escenario que me causa enorme dolor, pero siento la necesidad de saber qué es lo que sucedió, por qué Instituciones Penitenciarias liberó a Noemí del programa de prevención de suicidio, una interna pendiente de juicio e imputada por un delito en el que se le solicitaba la pena más dura. Me gustaría que me dieran explicaciones.

–¿Qué le hubiese dicho en un cara a cara en el juicio?

–La hubiera dicho tantas cosas, pero realmente hay dos momentos que para mí eran importantes, uno real, en sede judicial, justo después de terminar el juicio y otro a tenor de los acontecimientos, ficticio por el lugar donde se produce, por una pequeña rendija en la soledad de su celda. En el primer caso la hubiera dicho adiós, adiós Noemí, donde vas no vas a poder seguir corroyendo con tu odio y tu maldad. Espero que pases el resto de tu vida, la cual espero sea muy larga entre rejas y que, dentro de muchos años, mueras como viviste, sola, asesinaste a la única persona que probablemente te quiso en este mundo, porque Olivia nos quería a los dos. En el segundo supuesto, de haber tenido esa oportunidad, justo antes del momento de colocarte en el cuello la sabana con la que finalmente se ahorcaría, le susurraría: ¿Te ha merecido la pena infligir tanto dolor para terminar así?

–¿Cómo se plantea el futuro?

–Incierto. A día de hoy vacío, inacabado, en deuda con mi hija. Se han llevado todos nuestros planes de vida, de familia, de estabilidad, de dar un futuro y una educación, una vivencia, de verla crecer, madurar, de ver si fuiste capaz de inculcar valores en ella…podría seguir así mucho tiempo, es tanto, es todo, una vida entera! Cómo afronto la vida, pues diría que con optimismo moderado, permítame la ironía, creo que es el momento de la generosidad con mayúsculas, creo que ahora hay que agradecer el esfuerzo de tantas y buenas personas que en estos años han mostrado una solidaridad infinita y todo el cariño para mantenerme en pie, creo que el futuro tengo que afrontarlo devolviendo esa generosidad y hacerlo ayudando a todos los que se puedan encontrar en una situación como la que yo he vivido.