Dos personas observan la fachada de un edificio del movimiento moderno desde el paseo del Salón. Óscar Costa

Segovia

Los arquitectos proponen suavizar la normativa para proteger el patrimonio del siglo XX

La Fundación Docomomo solo documenta 12 edificios vinculados al movimiento moderno en la ciudad y su entorno, algunos de ellos en desuso

Martes, 13 de febrero 2024, 08:09

La arquitectura del movimiento moderno cuenta con «pocos» ejemplos en el entorno urbano de la ciudad en comparación con otros estilos previos. La Fundación Docomomo Ibérico, que orienta su trabajo al estudio para la preservación del patrimonio del siglo XX, apenas documenta doce edificios en ... la capital y su entorno. Los arquitectos segovianos amplían este catálogo, aunque sin cifra exacta, el cual en un futuro próximo podría mermar. La conservación de numerosos inmuebles entraña una gran dificultad por la «estricta» normativa urbanística. Por ello, proponen una flexibilidad de los usos para luchar contra su desparición.

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La ciudad de Segovia alberga en la actualidad aproximadamente 2.500 edificios que fueron construidos entre 1925 y 1975, un periodo que recoge la mejor muestra arquitectónica vinculada a la modernidad del siglo XX. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), al menos una veintena del total se encuentran en ruinas y en el 20% de los casos su estado de conservación es «malo o deficiente».

La rehabilitación es una cuestión pendiente en los inmuebles construidos en estas fechas, lo que se agrava mucho más en los que son anteriores. De forma general, la huella del movimiento moderno es escasa en la ciudad. «No hay muchos porque no se construyeron, Segovia estaba bastante deprimida económicamente en aquella fecha», subraya el presidente del Colegio de Oficial de Arquitectos de Segovia, Alberto López. Y otras tantas edificaciones, desgraciadamente, «han desaparecido».

Muestra de ello es que, hasta hace muy poco, «Segovia era una de las provincias con menos edificios catalogados» por Docomomo, especifica Darío Núñez, de SF23 Arquitectos, que realiza un amplio trabajo de divulgación sobre el patrimonio modernista existente en la ciudad. Pese a esta cifra reducida, «tiene una gran relevancia», afirma su compañera de despacho Carlota González.

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Joyas singulares

El motivo de la merma o baja existencia de edificios de esta época no es una baja consideración por parte de sus habitantes. Es el caso de La Choricera, que fue levantada en 1963 aun cuando el sector industrial apenas había tomado tierra en la provincia. «La ciudadanía observa la fábrica de embutidos como algo emblemático, no pasa desapercibido», subraya López. Todo ello a pesar de que actualmente está en desuso, si bien en los últimos años se ha convertido en un importante escenario para acoger rodajes.

Esta esta es una de las joyas más singulares del patrimonio arquitectónico del pasado siglo en la capital, entre los que también se encuentran el actual colegio Diego de Colmenares, varios edificios de viviendas en la plaza del Corpus y la calle Taray -este último conjunto residencial, una base para el estudio de la arquitectora nacional-, la sede de la Fundación Nicomedes García, el insituto Andrés Laguna, la central de Telefónica de Caño Grande o el Chalé García Herranz, entre otros.

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La ciudad de Segovia alberga en la actualidad aproximadamente 2.500 edificios que fueron construidos entre 1925 y 1975

La ampliación temporal incluye los mejores exponentes enladrillados ya erigidos en la década de 1970, como es el centro de Salud Mental Antonio Machado, la iglesia de los Padres Misioneros Claretianos o el Parador Nacional, una de las construcciones «más reconocidas» incluso a nivel internacional. En la provincia, destaca la Torre de Radioenlaces de Central Telefónica de Cantalejo, que data de 1972.

Entre todos ellos, sobresalen diversos nombres que han marcado el desarrollo de la historia universal de la arquitectura. Pero hay uno que no se puede obviar: Silvestre Manuel Pagola, arquitecto municipal que ha adquirido reciente popularidad tras el derribo de una de sus obras de estilo montañés, Villa Estrella, y el intento de demolición de uno de sus bloques de viviendas en el barrio de Santa Eulalia, que se paralizó 'in extremis'.

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Protección

Los arquitectos segovianos no quieren que, en un par de décadas, algunos modelos del movimiento moderno corran esta misma suerte. Si bien es cierto que, en su mayoría, la práctica totalidad de los inmuebles que se adhieren a este periodo artístico «están protegidos», en otros hay cierto «despiste» sobre este amparo, manifiesta el presidente de los colegiados.

Tal y como explican Núñez y González, el Plan Especial de Áreas Históricas (Peahis) quitó protección a algunos edificios que sí estaban catalogados bajo este rango en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2008. «No sabemos el porqué», coinciden. «¿Cómo puede ser que una arquitectura que tenga protección de repenet la pierda?», se pregunta la investigadora, lo que ilustra con un bloque residencial firmado por Pagola ubicado en la calle Gobernador Fernández Jiménez, en el que hace poco se ha colgado un cartel que indica una inminente reforma.

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La normativa urbanística existente en la ciudad conlleva que la rehabilitación en multitud casos sea una tarea ardua e, incluso, «imposible»

«No tiene que venir una fundación como Docomomo para que la administración local defina cuál es su propio patrimonio», insiste González, quien advierte de que no se trata solo de una construcción que despierte una emoción determinada. «El patrimonio es algo heredado y común que queremos conservar», remarca, la vez que lamenta que muchos inmuebles de gran singular puedan quedar reducidos a escombros en los próximos años por motivos económicos. En otras tantas ocasiones, cuando sí que hay sostenibilidad financiera, «los propietarios no pueden hacer nada porque la ordenación no se lo permite», apostilla.

Normativa «estricta»

La normativa urbanística existente en la ciudad, que López considera «estricta», conlleva que la rehabilitación en multitud casos sea una tarea ardua e, incluso, «imposible». En el lado contrario, el revestimiento SATE ya se extiende como una segunda piel por los significativos bloques de viviendas enladrillados de los barrios de La Albuera y San José para una mayor eficicencia energética. «En los que tienen protección, hacen un mayor ejercicio de reflexión para poner aislamiento sin distorsionar su valor patrimonial», sostiene la arquitecta. Hay que buscar el justo medio.

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Por su parte, la mayor preocupación del Colegio Oficial de Arquitectos radica en que las modificaciones que no llegan a tiempo pueden provocar el abandono, deterioro y la ruina final. «Hay edificios que tienen tantos condicionantes de protección que no pueden sufrir ninguna modificación, tanto en el exterior como en el interior», lamenta su presidente. Lo mismo sucede con los conventos, que se han reinventado como hoteles y museos para garantizar su conservación.

«Ya que lo tenemos construido, hay que usarlo y rehabilitarlo», es el lema que persigue López. Los propietarios de La Choricera ya están en la carrera por encontrar un uso, que ya no es compatible con el industrial, para dar vida a una construcción que es la imagen de bienvenida a la ciudad de millones de ciudadanos y turistas al cabo del año. «Hay que flexibiizar el uso de los edficios para que quepa prácticamente cualquiera», concluye.

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