claudia carrascal
Segovia
Lunes, 31 de mayo 2021, 07:14
Segundo de Bachillerato no es un curso fácil, supone el fin de la etapa escolar, tomar las primeras decisiones de futuro y enfrentarse a uno de los exámenes más importantes de sus vidas, la EBAU. Los alumnos lo tienen claro y no permitirán que ... la peor crisis sanitaria de los últimos cien años les robe su porvenir, por eso, a pesar de las dificultades, este curso, han redoblado sus esfuerzos.
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Las carencias que arrastraban del tercer trimestre de Primero de Bachillerato, que tuvieron que cursarlo de forma 'on-line' debido al estado de alarma, han sido un importante obstáculo. «Terminamos primero, pero no teníamos la preparación que necesitábamos porque la enseñanza virtual no es lo mismo», asegura Laura Groba, alumna del colegio Claret. No obstante, recalca que el apoyo que han recibido por parte de los profesores ha sido muy importante. «Nos ayudado mucho y sobre todo en asignaturas con parte práctica, como lengua, nos han dado refuerzo del curso pasado para que no estuviéramos tan perdidos», apunta. El papel de los docentes ha ido más allá. También han hecho de motivadores y psicólogos.
En la misma línea, Pablo Aleix Peñas, alumno de Segundo de Bachillerato del IES La Albuera, indica que los profesores les ayudado tanto en el ámbito académico como en el personal, algo que agradece porque es consciente de que «ellos también están sufriendo mucho este año de pandemia». En su opinión, una de las mejoras que se han implantado gracias a ella ha sido el uso cotidiano de las tecnologías y del formato digital tanto para la entrega de tareas como para el desarrollo de actividades o el envío de materiales complementarios. A pesar de todo ve fundamental que las clases sean presenciales porque «se recoge mucha más información y es más fácil resolver dudas» y lo dice con conocimiento de causa, ya que ha estado confinado durante diez días y ha tenido que regresar a la modalidad virtual. «Estuve aislado por contacto estrecho con un positivo, pero tuve la suerte de que fue a principios de curso, pero ha habido compañeros a los que les han tenido que retrasar exámenes», subraya.
Los estudiantes reconocen que la pandemia les ha afectado porque han tenido que enfrentarse a situaciones familiares complicadas, a restricciones de la movilidad y a una vida mucho más aislada y casera. Aunque pueda parecer que esta forma de vida les ha dejado más tiempo para el estudio, Peñas incide en que eso puede ser un hándicap porque «parece que solo vivimos para estudiar». A pesar de que intenta tener contacto social al menos una vez a la semana para airearse y estar más concentrado, cree que esta situación le hace estar más distraído de lo normal. Los alumnos que culminan su etapa escolar tampoco tendrán la oportunidad de poner el broche final con el habitual acto y posterior fiesta de graduación. Este año, será todo mucho más sobrio y distante, en muchos casos con actos virtuales, y eso les apena.
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En cuanto a la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), Laura Groba, afirma que el mismo planteamiento del año pasado les favorece. La posibilidad de elegir las preguntas a las que responder «nos da algo de tranquilidad y facilita el estudio después de tanta incertidumbre». También está satisfecha porque en la mayor parte de las asignaturas están terminando el temario y «vamos a llegar bien a la EBAU, después de los parciales y de los globales, la preparación consistirá en repasar todas las materias», avanza. Otra de las ventajas es que los profesores del Claret les están adaptando los exámenes para que sean similares a esta prueba, lo que les ayuda a practicar y a tener «una referencia clara del modelo». Tanto Groba como sus compañeros se muestran confiados en que la dificultad de la EBAU sea parecida a la del año pasado. «Han de tener en cuenta que está siendo un año muy duro. Espero que no sean muy exigentes». Llegados a este punto confirma que los nervios están a flor de piel y que sus compañeros comparten la opinión de que pasar más tiempo en casa no es sinónimo de estudiar más.
A pocos meses de elegir su futuro, Groba, que estudia el Bachillerato de Humanidades, ya tiene claro que se matriculará en Filología Hispánica porque en un futuro le gustaría ser profesora. Una decisión que, al igual que a Pablo Aleix Peñas, les da bastante tranquilidad porque ambos saben que con sus calificaciones de Bachillerato no tendrán problemas para acceder. Peñas cursa el Bachillerato de Ciencias Sociales y en la universidad quiere especializarse en Historia del Arte. Eso sí, es consciente de que los compañeros que quieren entrar en determinadas ingenierías o en Medicina tienen unas exigencias mucho mayores.
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Para los docentes este curso también está requiriendo un esfuerzo adicional porque «tenemos que tener un plan de contingencia que ponemos en marcha cada vez que un alumno está confinado. De modo que o retransmitimos la clase 'on-line' o subimos el material y la explicación a la plataforma, otra opción es enviárselo a través del correo electrónico», expone la orientadora y profesora de Psicología de Segundo de Bachillerato del IES La Albuera, María Ángeles Gilmartín.
Además, se enfrentan a una situación nueva y a una mayor inestabilidad emocional por parte de los alumnos, lo que hace que los profesores tengan también una importante labor a la hora de tranquilizarlos. «En Segundo de Bachillerato es necesario encontrar el equilibrio porque hay que cumplir con las exigencias del currículum, pero también hay que saber aportar calma». Hasta el punto de que este año «los casos de ansiedad, estrés y ataques de pánico se han multiplicado por cinco». Algo similar a lo que ha ocurrido con las derivaciones al psicólogo y es que veces no es suficiente con enseñarles técnicas de respiración y relajación, así como herramientas para afrontar situaciones complicadas, sino que necesitan un seguimiento profesional más continuado, detalla.
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Esta repercusión no es de extrañar si se tienen en cuenta los problemas que han surgido en muchas familias, las restricciones y condicionantes de la pandemia, así como las consecuencias que está teniendo en el normal desarrollo de las clases. «A 15 días de terminar el curso, una profesora que imparte una asignatura que va a la EBAU está confinada y dando las clases desde casa, además, otra docente de este curso ha estado bastante grave en la UCI durante 20 días debido al coronavirus.
A ello, se suma la presión que tienen para evitar contagiarse o ser contacto estrecho de un positivo. «Los estudiantes saben que están en la recta final, les quedan días para la EBAU así que se juegan mucho». No obstante, Gilmartín cree que la responsabilidad es compartida y que los familiares también deben tener muy presente la situación de sus hijos o hermanos, por lo que recomienda que su entorno cercano posponga comidas y encuentros que puedan suponer serio riesgo para su futuro. En el colegio Claret también les insisten en que deben extremar la precaución sobre todo con sus contactos sociales. Al respecto el tutor de Segundo de Bachillerato y orientador del centro, Tino Gómez advierte que «un confinamiento en plenos exámenes es una gran faena». Aunque está previsto que se aplace la EBAU para los alumnos que se encuentren en esta tesitura, implica «ir a remolque y fuera de plazo, lo que supone un motivo más de estrés».
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La vuelta a la modalidad presencial, a su juicio, ha sido un alivio para los alumnos, pero en especial para los de este último curso. «Se han perdido actividades grupales y complementarias que también son importantes, pero hemos podido tenerlos en las clases y eso es fundamental». Además, esta experiencia ha servido para demostrar que los centros educativos son lugares seguros «porque cumplimos de forma muy estricta con todos los protocolos».
Gómez pone en valor la fortaleza y la resiliencia que están demostrando los estudiantes, ya que «están tirando con todo para adelante, salvando los obstáculos y tomando decisiones muy importantes para su vida». Esta crisis sanitaria ha provocado que las tutorías se hayan transformado y ahora se centren en trabajar la inteligencia emocional y en aprender a gestionar las emociones. Gómez comenta que desde que comenzó el curso detectaron esa necesidad de comunicación y puesta en común de sentimientos y hechos.
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En este centro ya tenían bastante desarrollado el plan digital y la formación del profesorado en este ámbito era «muy cuidada» antes de la pandemia, según el tutor, quien, no obstante, especifica que algunos cambios que trajeron los meses iniciales de confinamiento «han llegado para quedarse». Entre ellos, el uso más frecuente de las tecnologías en la comunicación con padres y alumnos. Está siendo, pues, un año de cambios que al equipo docente les está exigiendo más esfuerzo e imaginación, tanto a principio de curso para suplir las carencias como el resto del año para avanzar y mantener arriba el ánimo de la clase.
Por último, alumnos y profesores coinciden en que el mayor lastre siguen siendo las desigualdades territoriales existentes con respecto a la EBAU. A su juicio, tendría que ser una prueba única y regida bajo los mismos criterios en todo el país. En la actualidad, consideran que la dificultad es mayor en Castilla y León en parte porque el número de estándares exigidos en muchas asignaturas es más elevado. Esto deja a los alumnos de la comunidad en una situación «injusta y de clara desventaja» a la hora de elegir en qué especializarse y dónde continuar su formación universitaria.
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