Segovia

Animales que no huyen porque no hay tiros

Otro ciervo lleva su harén con cinco hembras, aún acompañadas de sus crías, y va marcando tanto su territorio como su zona de alimentación. Utiliza las glándulas que tiene en los lagrimales, un músculo abre y cierra a voluntad. Hay árboles pelados por el rozamiento de la cuerna, otro marcaje. «Les resultan mucho más apetecibles las cortezas con resina porque es un repelente natural para los parásitos». También les sirve para amortiguar el picor cuando no tienen los cuernos. El árbol sale perdiendo, por eso algunos tienen mallas para mitigar el daño.

Dos vehículos recorren cerca de cien kilómetros diarios para tutelar la zona entre esos ronquidos tan característicos y peleas inminentes. «Ese grupo de machos va a tener fiesta en cualquier momento», vaticina con éxito uno los conductores. Cerca está uno llamativo ejemplar albino, descendencia de un gamo blanco que legó desde El Espinar hace años e hizo prole. Entre esos animales reconocibles está uno que siempre pica cuando ponen cebo para atraerles a las instalaciones sanitarias. El hombre no es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

La demanda de turismo natural está en auge, pero este lugar necesita restringir el acceso para conservar su esencia. Hay alternativas, como la Senda del Mirador, un recorrido de 1,5 kilómetros que comienza en el mirador de la fachada norte del Palacio, en una zona recreativa. Rodea el complejo y está señalizado. El precedente de Doñana, un espacio con críticas por haberse convertido en un 'safari', protege esos caminos de ensueño a los pies de la Mujer Muerta. Para alivio del gamo, que sigue roncando al mediodía, con su tarea hecha.