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Jesús Casado, durante uno de sus repartos en el centro de Segovia. Antonio de Torre

Jesús Casado | Reparte hasta 200 entregas diarias

«Amazon te obliga a trabajar los sábados»

Compara sus inicios en el transporte, cuando repartía para los bancos y tenía tiempo para cafés, con una rutina actual sin apenas tiempos muertos

Viernes, 24 de noviembre 2023, 07:58

Jesús Casado lleva tantos años repartiendo que resulta hasta lógico que le tocara llevar todos los décimos del 49.740, el gordo de Navidad que inundó Segovia en 2000. Este segoviano de Villoslada que dejó la ganadería por el transporte vio pasar esos millones ... sin comprar un décimo, aunque estuvo cerca. «Ya llevábamos mucho dinero jugado, no hubo ese momento de suerte». Quizás le hubiera ahorrado algún año en la carretera, pues asume que tendrá que agotar los seis que le quedan para jubilarse a los 65. «Me gustaba este mundo, pero cada vez es más duro, se trabaja mucho».

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Su primer reparto consistió en unas acciones de Caja Segovia al Banco Santander de Madrid. Llevaba tarifas bancarias, ópticas o farmacias; por la mañana atendía Segovia capital y por la tarde hacía una ruta que le llevaba a Cuéllar, Sancramenia, Fuentepelayo o Mozoncillo. También llevaba la lotería de las administraciones, algo que sigue haciendo. Vive en Ávila, pero antes de las siete de la mañana está en Segovia para repartir con Correos Express. Lee los paquetes en la PDA, los coloca en la furgoneta y empieza una ruta que tiene entre 180 y 200 entregas diarias, una labor a la que añade las recogidas, fundamentalmente de los polígonos, pero también de otros negocios de la ciudad. Y aprovecha por la tarde para dar una segunda oportunidad a las entregas fallidas de la mañana. En torno a las siete ya está de vuelta.

Es su plan de ataque, una vida a toda velocidad. «Voy con un montón de paquetes en el carro porque no da tiempo». Los polígonos van primero –hay envíos que deben realizarse antes de las diez–, pero después va el centro, zonas como la avenida del Acueducto o San Francisco. «Colocar bien las cosas por la base fundamental. Llevarlo organizado en la furgoneta y saber lo que vas a tener que ir descargando antes». Lo dice alguien que sale con el vehículo lleno y a veces tiene que volver a la nave para una segunda carga porque no cabe todo de una vez.

Un ejercicio de equilibrismo vial. «Muchas veces tenemos que dejar la furgoneta mal aparcada, porque la carga y descarga está llena o no hay sitio. Tenemos que hacerlo porque como vayas dejando cosas atrás, estás perdido». Un concepto frenético que le hace recordar con nostalgia las visitas a tiendas y bancos de hace décadas, ese café que podía tomar los sábados porque había menos jaleo. «No estás tan a gusto como antes, era un trato más humano. Ese rato de relax después de toda la semana agobiado te venía bien, pero eso se ha acabado. Era una vida distinta, no tiene nada que ver». Su estimación es que un 70% de sus envíos actuales van a particulares. «Amazon te obliga a trabajar los sábados». Esos palés enteros que ve con el inconfundible distintivo de la marca cuando llega de madrugada a la nave.

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El Black Friday supone, en esencia, más presión en el mismo tiempo. Correos Express reparte en un día normal unos 1.500 envíos en la provincia; desde el miércoles, está por encima de los 2.600. «Y lo tenemos que hacer las mismas personas». Recuerda una campaña antes de la pandemia en la que trabajó un domingo. «Ibas a algunas casas y ellos mismos te decían que no lo esperaban, que estaban en el pueblo». La experiencia ayuda a buscar fórmulas: son más paquetes, pero las mismas calles. «Es un porcentaje mucho más grande y lo tenemos que hacer». El margen de error se reduce, pero a veces ocurre, esas cajas que se entregan donde no son. «O dejas el coche mal aparcado o no pones un día un DNI en la PDA y luego te lo reclaman».

Y vuelta a casa, con el teléfono siempre listo. «Es muy difícil desconectar, te acostumbras». En parte porque atiende a los vecinos del pueblo cuando le piden un favor. «No sé por qué sigo, pero es lo que he hecho toda la vida. Me gusta el trato con la gente». Un trabajo que le ha puesto en forma, por necesidad. «Cojo pocas veces el ascensor». Solo cuando el tamaño del paquete lo exige. «Si no, subo corriendo. Entre que llega, para, esperas…» ¿Cuántas escaleras ha subido en su vida? «No lo sé, pero muchas».

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