Ochenta muertos y decenas de hogares rotos por un duelo que se ha perpetuado. La familia segoviana García-Liras perdió en la curva de Angrois parte de su vida. Su hijo Curro, de 27 años, viajaba el 24 de julio de 2013 en uno de ... los vagones que descarrilaron. Ninguno de los pasajeros de ese convoy sobrevivió. Javier García Municio reconoce antes de trasladarse a Santiago de Compostela, donde se celebra desde el pasado miércoles el juicio para dirimir las responsabilidades detrás de la tragedia, que viaja a Galicia con cierta desazón porque hasta ahora «los precedentes no me dan demasiada confianza».
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La Plataforma de Familiares de Víctimas del Alvia ha mantenido viva la llama debilitada de la esperanza para alumbrar la verdad de lo ocurrido aquel día que vistió de luto sus vidas.
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Sara I. Belled Mateo Balín
Nueve años después del accidente ferroviario, solo se sientan en el banquillo de los acusados dos personas. Una es el maquinista, Francisco José Garzón, quien el primer día de la vista entró por la puerta principal del Palacio de la Cultura de Santiago de Compostela, que se ha habilitado para poder acoger la magnitud del proceso, con 446 personas perjudicadas, agrupadas en 154 acusaciones. La mayoría están asistidas por 110 letrados y representados por 47 procuradores. Hay 522 testigos previstos y 146 peritos.
El conductor «ya reconoció su error y pidió perdón y las víctimas le hemos perdonado. Que más se le puede reclamar», comenta el segoviano, uno de los portavoces que han actuado de altavoz del duelo en el que cayeron las familias rotas por las vidas segadas en el peor accidente ferroviario de la historia reciente de España. El padre segoviano repite que «hubo negligencia». Y no solo un fallo humano del arrepentido conductor.
No es tan condescendiente con el segundo acusado, la persona que dirigía el departamento de Seguridad de Adif cuando ocurrió el siniestro del Alvia 04155. Aquel tren que unía Madrid y El Ferrol descarriló en la curva de Angrois a 190 kilómetros por hora cuando la velocidad máxima permitida era de 80. A diferencia del maquinista, Andrés Cortabitarte entró al juicio por otra puerta para eludir a los medios de comunicación y a los miembros de la plataforma.
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Javier García Municio
Padre de un joven segoviano fallecido en el Alvia
Antes de pasar el amargo trago del juicio, aún en Segovia, García Municio subraya que los familiares de los fallecidos y heridos «le han solicitado [al exdirector de Seguridad de Adif] que pidiera perdón, que se arrepintiera y asumiera su responsabilidad en su abominable conciencia» en un accidente que «se pudo haber evitado». El progenitor va más allá e incluso manifiesta que «no quiero que vaya a la cárcel, solo pretendo que este paso por el banquillo le dé un aguijonazo de conciencia».
Han sido nueve años de «lucha» por parte de las víctimas en las que se «nos hemos llevado los bofetones de políticos, jueces, fiscales...», repite. Asevera no albergar ira ni rabia. Pero esos reveses, cada golpe propinado por los informes o en las comisiones de investigación no han conseguido que la plataforma besara la lona de la rendición, alzándose siempre en busca de la verdad.
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En las primeras navidades sin su vástago, el exempleado de Caja Segovia declaraba que «ya nadie nos va a devolver a nuestro hijo, por lo que la única esperanza que nos queda a las víctimas es la justicia».
Javier García Municio
Padre de un joven segoviano fallecido en el Alvia
En su argumentación torrencial y descarnada de lo padecido por la plataforma de víctimas durante estos nueve años descarga la impotencia y amargura por todos los muros con los que ha chocado cada intento por sacar a la luz la verdad de lo sucedido aquel trágico 24 de julio de 2013. «Los gobiernos del Partido Popular y del Partido Socialista se han negado a hacer un estudio independiente tal y como lo pide la Unión Europea», esgrime
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Con estos precedentes, el padre de Curro cuestiona lo que vendrá después del juicio. «Temo que no se va a ver la verdad, habrá una sentencia, pero dudamos que vaya a haber justicia». Para empezar porque «no están sentados como acusados todos los culpables», en alusión al que era director de Seguridad de Renfe cuando se produjo la tragedia ferroviaria. También acusa a la clase política por ponerse de perfil, «defenderse unos a otros», ya que «la flamante alta velocidad ferroviaria de España no podía mancharse con la sangre de ochenta muertes».
García Municio se estremece al evocar a compañeros de la plataforma que no van a poder estar en Santiago y que ni siquiera van a poder ver en el banquillo a los acusados de la tragedia que les ha desgarrado las vidas. «Me acuerdo, por ejemplo, de Lola Morán, que murió de cáncer el año pasado sin encontrar justicia y conocer la verdad», evoca el segoviano.
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Javier García Municio se rebela firme en su tono abatido frente a que «se haga tragar a la ciudadanía con que hubo un único culpable, el maquinista». Deposita su confianza, la poca que alberga, en los pocos testimonios de los expertos españoles que declararán en la vista oral -«tres excepciones aisladas»- y que «aseguran que hubo un agujero de seguridad».
Instituciones y partidos han ido minando las fuerzas de las familias. El padre de Curro, el joven segoviano de 27 años fallecido en el accidente del Alvia en Angrois, recordaba antes de acudir al juicio que «el primer cierre de la instrucción judicial se hizo según lo concluido en el informe de la CIAF (Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios)»; sin embargo «llegó Europa y dijo que no determinaba las causas» que estaban detrás del accidente.
La desazón ha corroído a los familiares de las víctimas al ver cómo «el desvío de la atención y de las responsabilidades eran premiadas en vez de ser castigadas». El progenitor segoviano apunta, por ejemplo, al papel de dos exministros de Fomento en el proceso, José Blanco (PSOE) y Ana Pastor (PP). «Si el jefe de seguridad hubiera hecho su trabajo correctamente el accidente nunca hubiera ocurrido y no habría 80 muertos y 144 heridos». «No ha habido independencia [en las investigaciones], como exige la Unión Europea», incide García Municio, quien añade que «ni siquiera se dio audiencia a las víctimas».
«Estos incumplimientos afectan a Fomento, Adif y Renfe», prosigue en su alegato por la verdad, la cual, en su opinión, «ha sido ocultada siempre por los distintos partidos» que han pasado por el Gobierno en este tránsito de espinas morales y éticas. Sostiene, por ejemplo, que «Adif pagó 14.000 euros para aleccionar a comparecientes en la comisión de investigación, que dieron una imagen patética».
Todo este tiempo transcurrido le ha hecho matizar ese anhelo. «Queremos la verdad». Nueve años después, «esperábamos este momento [en referencia al juicio]; pero los antecedentes no nos hacen albergar demasiada confianza», admite. «Es nuestro hijo el que nos ha traído hasta aquí». Y por él y las ochenta víctimas mortales y más de 140 heridos en aquel Alvia van a perseverar.
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