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laura lópez
Segovia
Domingo, 31 de mayo 2020, 13:48
El sector del turismo rural en Segovia ha recibido una inyección de esperanza estas últimas semanas tras alcanzar algo más del 30 % de las reservas para este verano, una cifra similar a la media que suele alcanzar la provincia durante este período otros años ... y en la que se esperan mayores aumentos según avance la desescalada. Este pronóstico favorable se basa en la premisa de que este año el turismo de proximidad y rural será el favorito de los españoles debido a una previsible gestión más austera de la economía a raíz de la crisis desencadenada por el coronavirus y también por miedo.
La posibilidad de llegar hasta el destino en un vehículo propio y pasar unos días del verano en un ligar retirado, rodeado de naturaleza, y lejos de las aglomeraciones a las que acostumbran las zonas de playas serán algunos de los atractivos que pondrá encima de la mesa este verano el turismo rural, sector que después de dos meses parado ha sufrido un fuerte varapalo económico.
Desde que se decretó el estado de alarma, el pasado 14 de marzo, se anularon todas las reservas para ese mes, abril y mayo, lo que supuso una gran pérdida para un sector que anhelaba la Semana Santa y la celebración de eventos como comuniones y bodas. Sin embargo, las últimas semanas las cosas comienzan «a verse de otra manera», explica el presidente de la Asociación Profesional de Turismo Rural y Activo en Segovia, Domingo Asenjo. Las llamadas se han reactivado durante la desescalada y la paulatina recesión de la pandemia y las reservas ya están en algo más del 30%. Según Asenjo, la tasa de ocupación del turismo rural en la provincia de Segovia durante el verano suele estar en torno a esos índices, pues en los últimos años han proliferado los alojamientos disponibles a un ritmo mucho mayor del que lo ha hecho la demanda.
Los gerentes de los alrededor de 750 alojamientos rurales que se estima que hay en la provincia de Segovia siguen muy de cerca las noticias, esperando ver entre ellas la ansiada nueva: la vuelta de los viajes entre comunidades autónomas. Madrid centra toda la atención. Esta comunidad, por proximidad y cantidad de habitantes, es la que más visitantes aporta, aunque el País Vasco, Cataluña y Andalucía también escogen la provincia con asiduidad para pasar unos días de descanso. Según el presidente de la asociación de turismo, toda la zona de la sierra, desde El Espinar hasta Ayllón es la favorita de los turistas, sobre todo de los madrileños, que buscan noches frescas durante el estío. También la «tranquilidad» es un atractivo para quienes ansían huir por unos días de la capital. Por ello, el sector prevé que quizá este verano el turismo rural pueda ganar terreno al tradicionalmente más multitudinario de playa: «Lo que ha sido un motivo de desgracia, puede ser que ahora ayude a poner en valor las bondades del turismo rural», comenta Asenjo.
En términos generales, el perfil que ya ha hecho sus reservas en alojamientos rurales responde a familias con niños, núcleos familiares que han pasado el confinamiento juntos y ahora buscan un tiempo de desconexión sin fundirse en grandes aglomeraciones. El otro perfil de visitantes que hasta el año pasado ocupaban buena parte de las casas rurales durante el verano era el de grupos de amigos o conocidos que provienen de distintas partes de España y escogen Segovia como punto de reunión por su ubicación geográfica para celebrar eventos, fiestas, despedidas de soltero o hasta reencuentros de viejos amigos de la mili. Esta vez, los visitantes primarán la «confianza» y la «seguridad».
En opinión de Asenjo, este verano será clave para que el sector recupere un poco del volumen perdido durante estos meses oscuros, pero se puede ir más allá: puede ser la oportunidad de que los españoles conozcan las bondades del turismo rural, y que este «fidelice» a sus nuevos clientes para que repitan destino. La receta es «hacer muy bien los deberes», dice el presidente de la asociación. Extremar las medidas de higiene y seguridad es fundamental, pero también las administraciones públicas deben dar «seguridad y garantías» a los visitantes que acudan a las atracciones turísticas: «Que allí donde haya un castillo, un espacio protegido o un monumento de interés, haya una manutención y revisión diaria de las condiciones sanitarias», pide Asenjo. Esta es la forma más eficaz de conseguir que los nuevos visitantes no se queden en el alojamiento y salgan para visitar los parajes y el patrimonio de interés de Segovia.
Los gerentes de los alojamientos y negocios del turismo rural tienen quizá la mayor de las responsabilidades para dar garantías y seguridad a los visitantes frente a sus posibles temores de contagio. Según Asenjo, todos están ya tomando medidas en este sentido, a través del seguimiento exhaustivo de las normas genéricas del Ministerio de Sanidad y también de las recomendaciones de los expertos del sector. La profunda desinfección del espacio antes de que cada cliente se hospede en uno de los enclaves es algo que ya tienen interiorizado. Algunos se armarán los guantes y lo harán ellos mismos y otros lo solventarán con un refuerzo en el personal de limpieza, pero lo que es seguro es que esta labor no estará exenta de costes. Otra de las indicaciones es retirar del espacio todos los elementos de decoración que no sean esenciales para la habitabilidad y que puedan favorecer la transmisión del virus por el constante contacto con los huéspedes. Además, los arrendadores deberán cambiar la forma en la que hasta ahora llevaban su negocio a través de la digitalización de los trámites que normalmente se hacían presencialmente.
Rellenar un formulario con los datos personales, realizar el pago por la estancia, poner a disposición del turista información de interés en la zona o hasta la entrega de llaves son escenarios que han a cambiar con la desescalada para evitar, en la medida de lo posible, el contacto físico entre personas. Y para ello, la tecnología parece ser la mejor aliada durante la desescalada.
Los gerentes de los hoteles, paradores y casas rurales están preparándose en tiempo récord para una transición a la que muchos aún no se habían atrevido. Algunas de las prácticas que incorporarán durante este verano serán las reservas por internet. Con este objetivo en mente, la propia asociación ha impulsado su propio portal de reservas (seruralsegovia.com) para facilitar la tarea de buscar alojamiento en función de las fechas, el tipo de alquiler, o el número de huéspedes. También se recomienda a los arrendadores promover el pago con tarjeta a través de la adquisición de datáfonos o, en la medida de lo posible, por internet. Se recomienda también a los gerentes de los alojamientos eliminar todo tipo de prestación de información turística en formato físico a través de folletos o mapas sobre la zona. Algunos empresarios están desarrollando referencias mediante el diseño de códigos QR que los huéspedes puedan escanear con sus dispositivos o aplicaciones para el móvil.
Eduardo Álvarez recuerda momento en que su bandeja de entrada dejó de recibir correos y su teléfono dejó de sonar para preguntar acerca de una posible reserva en su hotel rural y restaurante El Mirador del Hayedo, en Riofrío de Riaza. Fue a finales de febrero y, a pesar de que la primavera no fue nunca una época de alta ocupación para este enclave turístico, el fin de las consultas vaticinaba lo peor. Cuando entró en vigor el estado de alarma, los peores augurios de Álvarez se hicieron realidad: la única reserva que había confirmada se canceló y, poco a poco, semana tras semana, llegó a su bolsillo las consecuencias de tener el hotel cerrado. Aunque durante los fines de semana de la temporada baja no solían recibir muchos huéspedes, entre abril y mayo sí que acogían grupos de personas que acudían con motivo de las comuniones o las bodas o, por supuesto, de la Semana Santa o el puente de mayo: «Ha sido bastante lamentable, la verdad», declara Álvarez.
Para él, como para el resto de negocios que dependen del turismo, es fundamental que avance la desescalada hasta que se desbloqueen los desplazamientos entre comunidades. En los ocho años de trayectoria del hotel, este apenas ha recibido una o dos pernoctaciones de personas provenientes de la misma provincia de Segovia, un dato «ínfimo» que demuestra la gran dependencia de los turistas de otras comunidades. Aproximadamente un 75 % de los huéspedes proceden de Madrid, mientras que el resto se reparte entre los visitantes de otras provincia de Castilla y León como Valladolid y Salamanca, de la zona norte de España, en especial del País Vasco, y, en lo últimos años, de Valencia. La presencia internacional en este hotel también es prácticamente anecdótica, pues se reduce a algunos grupos de ingleses y americanos que hacen rutas en bicicleta y otros naturales de Francia que pasan por allí con sus motos, pero esto ocurre una o dos veces al año. Por ello, todas sus esperanzas están puestas en el turismo dentro de España. «La sensación general» que reina en el sector es que este año será el del turismo rural: «No nos vamos a ir lejos», vaticina.
La única casa rural del pequeño pueblo de Fuentemizarra se llama Entre Hoces, y está regentada desde hace dos años por Laura Sanz. Antes de decretarse el estado de alarma, Laura vio cómo se vaciaba su agenda de reservas. Durante marzo, abril y mayo, ahora perdidos por la pandemia, esta casa solía recibir la solicitud de al menos dos reservas por mes, sin contar el éxito de Semana Santa, por lo que para esta joven fue «un palo bastante gordo» hacer frente a los gastos invariables de la hipoteca y los suministros mientras que los ingresos se quedaban «a cero». Sin embargo, tras los paulatinos avances de la desescalada, la gerente de esta casa de unos 200 metros cuadrados de residencia y otros tantos de zonas exteriores ha recibido una gran noticia esta semana, que le ha hecho recobrar la esperanza: la reserva por parte de una familia madrileña con tres niños pequeños para la segunda mitad de junio y todo julio, algo inusual para este tipo de alojamientos. Tal es la incertidumbre en torno a la 'nueva normalidad' de los próximos meses, que la de esta familia se trata de una reserva «flexible», con una sola premisa: instalarse en cuando el estado de alarma se lo permita. Para ello, los requisitos indispensables de los nuevos inquilinos, según narra Sanz, fue tener wifi y una piscina. El primero de ellos, porque los dos padres de la familia seguirán teletrabajando durante la mayor parte de la estadía y, la segunda, para hacer más llevadero el verano sin playa.
No obstante, Sanz prevé que, como mucho, las ganancias de este verano serán similares a las de años anteriores, puesto que las estancias por tanto tiempo suelen conllevar mayor descuento que recibir a diversos ocupantes. Por el lado bueno, esta gerente se ahorrará el laborioso trabajo de desinfectar a fondo la casa a la salida de cada grupo de personas y aprovechará la tregua hasta agosto para ponerse al día con las medidas de seguridad a adoptar, aunque ya ha comprado productos específicos de la lista recomendada por el Ministerio de Sanidad para convertir su casa en un búnker protegido contra el virus.
La luz al final del túnel que comienza a vislumbrar el sector está aún más lejos para las empresas que ofrecen actividades de turismo activo. En este caso, la luz es tan pequeña que apenas se ve, y está aún más disipada por las numerosas dudas que surgen de cara a una posible vuelta a la normalidad.
«El objetivo ahora es llegar vivos al 2021», declara Diego Benito, copropietario de la empresa Bocanada, que tiene su sede en Sebúlcor y oferta rutas en piragua en las Hoces del Río Duratón. Para este tipo de actividades «la temporada está prácticamente perdida», según el gerente, que asegura que el 95 % de su facturación proviene de la temporada entre Semana Santa y octubre. Durante los meses de sequía, Benito, como tantos otros empresarios, ha tenido que hacer frente a los gastos imparables derivados de su actividad, como el mantenimiento de las cuatro instalaciones que tiene en Fuenterrebollo, San Miguel de Bernuy, Villaseca y Fuentidueña.
Al menos ha conseguido mitigar el gasto del personal gracias al ERTE al que ha sometidos a sus dos empleados que tenía, y tanto el como su socio se han beneficiado de las ayudas a autónomos concedidas por el Gobierno, por las que ambos reciben 850 euros al mes y se han visto eximidos de pagar las cuotas de 350 euros al mes en cada caso. Esto les ha permitido mantenerse flote, pero el impacto del parón ronda los 5.000 euros de pérdidas al mes. A pesar de ello, Benito reconoce que no es de los empresarios del sector que peor lo están pasando, pues tiene conocimiento de compañeros que están perdiendo hasta 500 euros al día: «Van a caer muchas empresas», lamenta. También se siente afortunado de que «todo esto» le haya «pillado» con solo dos personas en plantilla porque, si hubiera ocurrido dos meses más tarde, habría tenido que meter en el ERTE hasta 25 personas que suelen trabajar para él en temporada alta. Con la legislación actual, en el momento de recuperarlos, tendría que mantenerlos en plantilla durante, al menos, seis meses, lo que hubiera acabado en desastre. Benito cree que la falta de llamadas pueda deberse a que las reservas de actividades suele ser de lo último que los visitantes prevén para su estancia, pero, aunque fuera así y este verano percibieran una «reactivación» de las visitas, la temporada ya «no va a ser buena» para esta empresa, después de haber «perdido la primavera» y lo máximo a lo que aspiran es a «minimizar las pérdidas».
Además, dentro de esta nube de incertidumbre que lo empaña todo, existe la posibilidad de que, aunque el turismo rural se potencie este verano, este sea un tipo de viajes que primen el descanso aislado, más tranquilo y en pequeños grupos, donde no tendrá cabida actividades como las organizadas por Bocanada.
Otras de las dudas que asola al sector del turismo activo es el de las normas que se tendrán que adoptar a la vuelta. Así lo manifiesta Álvaro Herranz, gerente de SegoviAventura. Según la norma actual que rige este tipo de actividades en la fase uno, estas deben realizarse en grupos de máximo diez personas. También está prevista la recomendación del uso de mascarillas y guantes a la hora de realizar todo tipo de actividades. «¿Cómo vas a obligar a una persona un 15 de agosto a 32 grados a que se ponga guantes y mascarilla para hacer piragüismo?», pregunta, de forma retórica, este empresario.
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