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Con más de seis mil vecinos (y un porcentaje bastante alto de población extranjera), el barrio de La Albuera es uno de los más poblados ... de Segovia. «Es un número que, con una ligera tendencia creciente, se mantiene con el paso de los años, pero el barrio en sí desgraciadamente se ha quedado viejo, con cerca de un 70% de gente con 60 y más años; hay gente joven, claro que sí, calculo que la edad media pasará de los 50 años», explica José Luis Labrador, presidente de la Asociación de Vecinos.
«El barrio se ha quedado viejo; vine aquí con 11 años y tengo 74... Antes éramos jóvenes y nos hemos ido haciendo mayores. Tenía sus carencias, como es lógico, como las redes sanitarias y residuales, que estaban bastante mal; eso, a Dios gracias, se ha corregido este año, se ha metido un presupuesto municipal bastante bueno, las obras efectuadas más o menos llegan a los 400.000 euros», destaca. Como ha sucedido con otras zonas de la ciudad, La Albuera no se ha librado de los efectos de la pandemia. «Y no nos podemos relajar», apuntó José Luis Labrador. «Todavía hay gente que tiene miedo», recuerda.
En un recorrido por el barrio se pueden contemplar dos parroquias (la del Carmen y San Frutos), dos institutos (IESLa Albuera, IESMaría Moliner), al que hay que añadir el centro privado de educación Alcázar de Segovia, dos colegios (CEIP Eresma y CEIP El Peñascal), un centro de salud, «a lo mejor un poco saturado porque me parece que a este centro de salud vienen los vecinos de Nueva Segovia y San José...» , instalaciones deportivas, como el estadio municipal de La Albuera, las pistas de atletismo Antonio Prieto, el complejo deportivo Carlos Melero gestionado por Forus, las piscinas municipales, el primer parque de calistenia (sistema de ejercicios físicos con el propio peso corporal) de la ciudad de Segovia, cuya construcción era una demanda de los deportistas segovianos, el mercado municipal de La Albuera (uno de los puntos neurálgicos), el centro integral de servicios sociales, CISS, que lleva el nombre de Jesús Mazariegos, parques y jardines, zonas de recreo infantil, comercios para atender las necesidades básicas del barrio, el cementerio... y una mezcla de viviendas en la que conviven los bloques de pisos con las casas unifamiliares y edificios bajos, sin olvidar aspectos que han formado parte de la historia de la ciudad, como el campo de fútbol del Peñascal, un terreno áspero e irregular en el que las tierras de labor estaban salpicadas de grandes peñascos de granito, de ahí su nombre, que todavía permanece prendido en el recuerdo de muchos segovianos. Se construyó tras la Guerra Civil, en el año 1945, después de que la contienda dejara prácticamente inutilizados los terrenos donde la Gimnástica Segoviana jugó hasta el inicio del conflicto bélico, situados en Chamberí, junto a la carretera de La Granja. La Albuera fue creciendo durante las décadas de 1950 y 1960 y en los años setenta pegó el estirón definitivo con la urbanización de los terrenos comprendidos entre el campo del Peñascal y los terraplenes que se asoman a Las Arenas.
«Yo creo que el barrio está bien en cuanto a servicios, aunque todo se puede mejorar. Por ejemplo, en cuanto al transporte, los autobuses, creo que ahora estamos bastante bien, hay una buena comunicación; no digo que no se pueda mejorar, que todo es mejorable en esta vida», aunque el presidente de la agrupación vecinal sí quiso dejar constancia de problemas de aparcamiento, sobre todo en las inmediaciones del mercado. «Aparcan muchos coches de los institutos, que viene sus profesores en sus vehículos y muchos alumnos que vienen también en sus vehículos y se quejan los profesionales del mercado de que vienen los proveedores y muchas veces se ven morados para dejar la mercancía;hay también mucha gente que vive por ejemplo en La Granja y trabaja en Segovia, deja aquí su coche, y no tiene que preocuparse de nada, se coge el autobús y va y viene a trabajar y listo. Hay gente que se queja», señala el presidente de la asociación vecinal, que sin embargo es consciente de que es un problema que no es sencillo de solucionar.
José Luis Labrador considera que «este año se ha hecho una buena obra, pienso yo. Y además hay otro proyecto, en el triángulo de la calle Lérida y la calle Tours, donde el cementerio, hay un proyecto de unos bloques de entre seis u ocho plantas, aunque de momento no sabemos más. Eso dará una salida al barrio por la calle Valencia. Otro saco de botella se sitúa en una zona de la avenida Marqués de Lozoya, que no tiene salida y habría que dar una solución, creo». Tener más salidas es una de las reivindicaciones.
Hay otro proyecto nuevo. «Se han asfaltado muchas calles y arterias principales, como la avenida Marqués de Lozoya, las calles colindantes y tiene que estar a punto la calle Lérida y Alfonso VI. También hay un presupuesto para cambiar la iluminación de lámparas LED y quitar las instalaciones eléctricas que hay por las fachadas y parece que hay un presupuesto casi de medio millón de euros», dice.
Precisamente representantes vecinales mantuvieron una reunión en días pasados con la alcaldesa Clara Luquero. «Estuvimos hablando de los presupuestos, que hay un presupuesto para iniciar ya el asfaltado de la calle Lérida y Alfonso VI y también hay un presupuesto para cambiar todas la red eléctrica en lámparas LED, y creo que eso es inmediato, por el tema de los remanentes», subraya el representante de los vecinos.
La Junta de Gobierno Local aprobó y dio luz verde en fechas pasadas a varios proyectos dentro del plan de asfaltado de la concejalía de Obras, Servicios e Infraestructuras. En el barrio de La Albuera la Concejalía de Obras actuará en la calle Alfonso VI, con una partida de 66.899 euros, y en calle Lérida, por 62.420 euros. Medio Ambiente también plantó nuevos árboles en el parque del Peñascal
Pero aún queda camino por recorrer. «Siempre quedan cosas por hacer y más en barrios como el nuestro, pero a lo mejor obras de tipo menor, deterioro del pavimento, aceras levantadas o con baldosas que faltan en distintas zonas, instalaciones eléctricas, cuidados generales, como la vegetación... «Lo malo es que se asfalta una calle a lo mejor y te surge una avería de una red sanitaria o residual y hay que levantar la calle, con los problemas que eso acarrea. No digo que no se haga nada, pero a lo mejor igual haría falta un estudio en profundidad porque además hay mucha gente mayor y esto puede causar accidentes. En líneas generales y personalmente estoy bastante contento en cuanto a las inversiones que se han hecho en el barrio este año», añade el presidente de la asociación vecinal.
¿Y tienen los vecinos conciencia vecinal? «Hay algunos que sí, otros directamente pasan... Aquí abrimos las puertas a todo el mundo, estamos abiertos a solucionar los problemas, que para eso estamos, y a que la gente se implique en la asociación», una agrupación que está constituida por un censo aproximado de 350 socios, que pagan una cuota simbólica (seis euros al año). «En general, sí que colaboran. Aquí hemos hecho de todo, reuniones socioculturales, con abogados, ingenieros, jueces...», apunta Labrador, que no quiere pasar por alto el apoyo del Ayuntamiento, con el que además la asociación renovó el convenio de cesión de la sede, en la calle Tejedores. «En general los vecinos sí que se implican en la vida de la ciudad y en las actividades que organiza la asociación, que no son pocas», resalta.
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