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El Segosala gana a finales de 2023 en Mioño un partido peleón y dos de sus artífices, Clau y Miri, le dicen a su técnico, Agustín Pérez, quién tiene la culpa del sufrimiento. «A esta chica es mejor tenerla en el equipo que de rival». Es Alba García, que marcaría el curso pasado 28 goles, una de las estrellas de Segunda División. «Ahí empezó la coña», recuerda la cántabra, que eligió al Segosala sobre el codiciado Futsi por amistad. «Tienen un proyecto alucinante y es totalmente diferente. Este club mira más por las personas que por los resultados, eso dice mucho de la gente que hay aquí». Y aquí está, con el reto de superar los 30 goles –lleva 19– mientras prepara sus oposiciones a Policía Nacional, a los 19 años. Como cuando tiene delante la portería, Alba no pierde el tiempo.
Alguien que empezó jugando con cinco años en los recreos: siempre con chicos, hasta los 11 años, cuando la estructura separa géneros. «También hacía natación, pero siempre fútbol sala, siempre». Seguramente ese rodaje con chicos definió su estilo agresivo. «He tenido mucha suerte, era de las mejores y todos querían ir conmigo. Me han tratado como si fuese un chico más, no me han discriminado ni infravalorado por ser chica». Por eso le costó el cambio a jugar solo con chicas, tanto por competitividad como por el estilo. «Ya desde pequeña, tenía que ir mucho más fuerte, no daba ni un balón por perdido. Era agresiva, uf…»
A los 15 años, llamó el Mioño y debutó en Segunda, organizándose para estudiar y viajar desde su Santander natal a Castro Urdiales. «Siempre he sido súper cuadriculada. De hecho, agradecía tener tan poco tiempo porque me sabía organizar mejor que cuando tenía más». Tras acabar la temporada, recibió la oferta del Ourense, irrechazable porque le permitía asomarse a la élite, aunque los partidos serían con el filial, en Segunda. «Entrar en dinámica de Primera en entrenamientos, poco a poco ir mejorando y si me lo ganaba, subir. Era una motivación de la leche».
Así fue su primera migración, en primero de Bachillerato. Llegó en agosto a un piso compartido con jugadoras de Primera. «Me costó un montonazo, mis compañeras eran muy mayores, de 30 o 35 años». A partir de septiembre, entró en una residencia universitaria. «Que también, vaya tela». Allí cayó, con estudiantes de cuarto de carrera. «Me sacaban igual diez años». No pudo pasar desapercibida, por ser insultantemente joven; además, aunque había otros futbolistas becados que no eran universitarios, ella era la única chica. «Hice un grupo de amigas que me ayudaron un montonazo. Dieron valor a que estuviera allí con 15 años».
Tampoco sobraba el tiempo, pues entrenaba de lunes a viernes –si no era con Segunda, era con Primera– y tenía que estudiar. Descubrió el gallego, una lengua que le encanta, pero no le daba la vida. «Salía de la residencia a las seis de la mañana, llegaba a las tres y media, tenía que ir a entrenar a las seis y a lo mejor no volvía hasta las 11. Me tocaba levantarme a las cinco para hacer deberes y llevarlo al día, y eso me afectó en lo deportivo; descansaba poco y estaba agobiada porque no tenía los resultados académicos que yo quería». Cuando acabó el primer trimestre, no estaba bien ni como jugadora ni como estudiante, así que hizo las maletas y se reenganchó al Mioño. «No podía continuar con esa vida porque no estaba rindiendo ni en una ni en la otra. Al fin y al cabo, de este mundo viven dos chicas contadas, y ni eso. Lo más importante es formarte académicamente. Esto es una pasión desde pequeña, pero no me va a dar de comer en un futuro».
Y conoció a Segosala en un amistoso 2022 en Santander. «Nos ganaron, es un equipo que me impresionó porque jugaba muy bien». Entabló relación con Claudia Garrido. De ahí, a Miri Esteban. Sus dos primeras amigas. La temporada siguiente llegó a Segosala al grupo del norte, así que volvieron a encontrarse. Y cuando coincidieron en Castro Urdiales, ya fue un encuentro entre amigas que las segovianas ganaron 3-4. «Me lo paró todo Sonia», recuerda. Ahí llegó el famoso consejo a Agustín y los contactos entre él y su futura pupila. «En la vuelta hice un partidazo, tengo que admitirlo». El Segosala impuso su superioridad física y ganó 6-1, pero el Mioño se marchó por delante al descanso, con asistencia de Alba. Ya con Segosala, perdió en Mioño en noviembre, así que siempre ha estado en el lado perdedor. El mes que viene tendrá otra oportunidad.
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Alba le dijo a Agustín que había recibido una oferta de Futsi, parecido a la de Ourense: jugar en Segunda, pero rutina de Primera. Y hablamos de uno de los tres mejores clubes de España. El técnico dijo: «Yo no puedo competir contra Futsi». Y ella se dejó querer: «¿Por qué no?». Entre broma y broma, dijo que sí en mayo. «Es verdad que me costó un montonazo tomar la decisión, igual un mes y pico». El precedente de Ourense tuvo mucho que ver. «Para volver a pasarlo mal, me niego». Llegó con un pan bajo el brazo, pues propuso participar con sus futuras compañeras en el 'play off'. «Ahí que me fui a Ceuta, sin pensarlo. Y eso me ayudó mucho de cara a pretemporada». Y entrena a las niñas de 13 y 14 años. «Me tienen enamorada».
Está siendo el año más complicado del Segosala, con una pésima racha a final de año que las alejó de la fase de ascenso a Primera. Pero, con tres victorias consecutivas, ha despertado a tiempo: están octavas, a cuatro puntos del cuarto. «Estamos más unidas que nunca, sabemos que depende de nosotras. El año pasado se vio, no se decidió hasta la última jornada. La cuestión es pelear finde a finde. Soy muy optimista, sé que vamos a entrar».
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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