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Libres ya de las restricciones que impuso la pandemia del coronavirus, mujeres de todos los barrios y pueblos de Segovia se lanzan estos días con auténtico fervor a la celebrar la fiesta de Santa Águeda, que para colmo encaja perfectamente en el calendario, 5 de ... de febrero, primer domingo de mes. A la espera de la gran cita de Zamarramala, la música y la alegría por Santa Águeda ha tenido durante el viernes y el sábado un preludio de lujo en los barrios de Santo Tomás, San Millán y Nueva Segovia.
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En San Millán, cuyas aguederas llevan varios días recorriendo las calles del barrio ataviadas con los manteos y repartiendo bollos, la fiesta estalló tras la misa, en los locales del centro cultural, donde se degustó una rica tajada de chorizo al son de la música de la dulzaina y el tamboril.
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César Blanco Elipe
En Nueva Segovia, las celebraciones por Santa Águeda han conseguido pleno arraigo durante los últimos años. Y ha quedado patente. Decenas de personas, la mayoría mujeres de todas las edades, protagonizaron una divertida mañana que comenzó con la ceremonia religiosa en la iglesia parroquial de la Resurrección. Después, mayordomas y aguederas portaron en andas la imagen de santa Águeda por las calles aledañas. Con las mujeres del barrio marchaban la alcaldesa de Segovia, Clara Martín, la subdelegada del Gobierno, Lirio Martín, y la pregonera de la fiesta, la empresaria Rocío Ruiz, directora del restaurante José María.
La fiesta de Santa Águeda siempre ha sido una buena ocasión para clamar por la igualdad entre hombres y mujeres, pero en los últimos años, a la luz de los lacerantes datos que arrojan las estadísticas sobre violencia de género, también sirve de altavoz contra el machismo. Las mujeres de Nueva Segovia aprovecharon asimismo para pedir el final de la guerra en Ucrania. Lo hicieron durante la quema del pelele, que tuvo lugar delante de la puerta de la iglesia. El monigote llevaba puesto en mono verde militar y en el pecho lucía un cartel en el que podía leerse «No a la guerra». El muñeco de paja ardió como la yesca en medio de los coros, la música y la algarabía general. La tajada y la limonada pusieron el epólogo a la celebración matutina.
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