Si el martes Águeda Marqués probó las revoluciones de su motor y firmó en París la carrera de su vida, bajando dos segundos su marca personal en los 1.500 metros lisos (4:01,60), ayer dio una demostración de madurez, resolviendo con solvencia la ... repesca para asegurar la tercera y última plaza en liza para una semifinal olímpica. Así es como la segoviana, que partía como la 52ª atleta del mundo, pegó un salto de gigante en su evolución para colarse entre las 24 mejores, las que pelearán hoy a partir de las 19:35 horas por una plaza en la final de una de las pruebas con más nivel del programa atlético de los Juegos.
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El cambio de formato en el atletismo olímpico al implantar las repescas buscaba acabar con el punto de aleatorio que tenían las clasificaciones en algunas series. Hasta ahora, pasaban ronda los mejores de cada carrera y las últimas plazas, en lugar de decidirse por puestos, se resolvían por tiempos. El formato se mantiene en las pruebas de velocidad, pero no en el medio fondo. Al final, todo dependía de si salía una carrera rápida o lenta. La alternativa ha sido cerrar las plazas a los puestos –en el caso del 1.500, las seis mejores de cada una de las tres series– y citar al resto a una repesca: 24 atletas divididas en dos carreras con tres puestos de semifinalista en liza en cada una de ellas.
La novedad tiene la ventaja de una segunda carrera olímpica, pero muchos no lo han aprovechado: una de las polémicas de los Juegos es ver repescas llenas de vacantes cuando otros atletas que han trabajado igual de duro se han quedado en casa. No menos polémico es cómo algunos atletas bajan las revoluciones cuando se les escapa el tren de los puestos clasificatorios y guardan balas para la repesca. Lo hizo Esther Guerrero en su semifinal, mientras la segoviana entraba con todo en la línea de meta, sin guardarse balas. La primera puso sobre la mesa su experiencia, su cinturón de campeona de España, para gestionar ayer una carrera razonablemente rápida y colarse en semis como tercera de su serie, completando el pleno de españolas en semis tras el pase directo de la soriana Marta Pérez.
Lo vio desde la barrera Águeda, que pisó el tartán acto seguido. Una docena de mujeres ante una última oportunidad. Mientras las demás caminaban con sus pensamientos hacia la línea de salida, la segoviana hacía alguna aceleración más. Concentrada, pero inquieta. Tuvo el honor de llevar el dorsal número 1, por eso partió pegad a la calle 1 cuando sonó el pistoletazo de salida. Empezaba su 'final' olímpica de París.
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Entre las seis mejores
Esta vez no importaba el reloj, sino el puesto. Y fue una de las carreras que le gustan, esas de seguir el ritmo, sin llevar el timón. Había atletas que acreditaban menos de cuatro minutos de marca personal, suya era la responsabilidad. Peleó en un primer momento por ir pegada a la cuerda, pero antes del primer 400 rehuyó la batalla y ganó espacio por el exterior de la calle 1, un síntoma de buenas piernas. No abandonó en ningún momento el tren de cabeza, incluso dando la sensación de frenarse a sí misma.
Así llegó el toque de campana y la estirada definitiva, que Águeda gestionó como si aquello fuera un chicle. Mientras hubiera solo dos mujeres por delante, todo iría bien. Así que aceleró sin acelerar del todo, pues el objetivo era no reventar. Superada la última curva, se pegó a la italiana Sintayehu Vissa, que ganaría la serie con 4:06,71, y a la británica Revee Walcott-Nolan, segunda, con la que se abrazó al cruzar la meta con un tiempo de 4:07,05 antes de sentarse y asumir lo que había hecho. Detrás quedaron la irlandesa Sarah Healy o la australiana Linden Hall, mujeres que han bajado de los cuatro minutos.
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Quizás ese sea el mínimo para pensar hoy en la hazaña de una final, algo que han hecho ocho de sus once rivales en la primera semifinal. Volverá a vérselas con Laura Muir (3:53), plata en Tokio, además de con la extraterrestre Faith Kipyegon, plusmarquista mundial (3:49), o con su compatriota keniana, Nelly Chepchirchir (3:56), o la etíope Birke Haylom (3:53). Por el medio están la estadounidense Elle St Pierre (3:55) o la británica Georgia Bell (3:56). O la propia Guerrero (3:59). Aquí no hay repescas, hay que estar entre las seis mejores para pasar. Los datos dan la razón a Águeda cuando cruzó el martes la meta novena pese a su tiempazo: cómo corre esta gente.
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