Templo románico de la Natividad de Nuestra Señora.

Adrados: La vieja olma seca y tallada

Especial Municipalismo. El patrimonio de Castilla y León ·

En la Plaza Mayor, el árbol centenario acompaña a los vecinos, que presumen de su iglesia románica y de la ermita dedicada a San Roque

el norte

Viernes, 3 de julio 2020, 09:48

Adrados son pinares, vino y oveja churra. Y su olma centenaria, con dibujos tallados por un vecino. Seca, como el olmo al que cantó Antonio Machado, es ahora un símbolo de un pueblo que, como tantos, sufre el azote de la despoblación. Sus casas, muchas de piedra blanca de la cercana localidad vallisoletana de Campaspero, están en la falda de una pequeña colina, con los vigilantes pinares a su alrededor.

Publicidad

Arriba, verja de entrada a la iglesia de la Natividad; uno de los cruceros situados por la localidad y la vieja olma tallada con la Casa Consistorial al fondo.

Adrados también es vino. Sus viñedos tuvieron y aún cuentan con una bien ganada fama. Y lechazo churro, por algo está en la comarca llamada de La Churrería.

Su vida tranquila pasa siempre por la Plaza Mayor, donde la Casa Consistorial se erige como vigia de la vida de los adradenses. Su torre de ladrillo, con campana y reloj, mira a la vieja olma seca.

Iglesia

El otro edificio representativo del pueblo es la iglesia parroquial, dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. En origen fue románica, construida en el siglo XII, como recuerda su puerta de ingreso, formada por dos arquivoltas de boceles y escocias, que se apean sobre dos pares de jambas; otras características que indican cual es su estilo son sus alguazas de forja románica de la vieja puerta y la cornisa de canecillos del muro norte.

Ruinas de la ermita de San Benito y, a la derecha, pozo con abrevadero en los entornos del pueblo.

El templo se articula en tres naves, con una cúpula sobre el crucero y una torre campanario a los pies. Varios retablos barrocos, dos de ellos con pinturas sobre tabla de Alonso de Herrera, una de las cuales formó parte de la exposición en Segovia de las Edades del Hombre, pueden verse en su interior. Además son hermosas una cruz procesional y una custodia de sol, excelentes obras de los talleres plateros segovianos del siglo XVI.

Ermitas

A las afueras del pueblo, otro edificio románico espera, aunque en un estado muy diferente. Son las ruinas de la ermita de San Benito, de la que solo se mantiene en peligroso estado, parte de su bóveda de medio cañón y de la de cascarón de la cabecera.

Publicidad

Mejor suerte corre la otra ermita del pueblo, dedicada a San Roque como tantas otras en la provincia. El santo, protector contra la peste, es venerado en muchos pueblos, desde que en 1599 hubiera una epidemia.

Es un edificio de principios del siglo XVII, de planta rectangular, con dos arcos muy juntos de medio punto para acceder al mismo, algo que ocurre en otros templos cercanos como los situados en las localidades de Torrecilla del Pinar o de Fuentesaúco de Fuentidueña. Cuenta con una fachada de piedra en sillería y el resto es mampostería. En la parte superior existe una cornisa pétrea, que sujeta la cubierta que es de madera y de teja.

Publicidad

El pueblo cuenta con dos ermitas, la de San Benito, en ruinas, y la de San Roque

Dentro, un altar neogótico con la imagen de San Roque, venerado en este pueblo de tranquilidad, pinares, vino y ovejas churras, al que añade un patrimonio hermoso y una olma a la que han sabido envejecer de una forma artística.

Qué visitar

  • Patrimonio Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora: Románica del siglo XII, con varios retablos barrocos en su interior; Ermita de San Benito, en estado de ruina y Ermita de San Roque, edificio del siglo XVII con dos arcos de medio punto para acceder al templo.

  • De interés En la Plaza Mayor se encuentra la Casa Consistorial, con una torre con reloj y campana; a sus pies, la olma centenaria que ya seca ha sido decorada por un vecino.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad