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Quienes lo conocieron no dudan en destacar «el amor a la patria, a la bandera y al Arma de Artillería» que profesaba el coronel ... Cristóbal Díaz. «Era un ejemplo de buen hacer. Todos los días llegaba con la sonrisa puesta», añaden. Su inesperada muerte, el pasado lunes, ha sido un auténtico mazazo para la Academia de Artillería, su lugar de trabajo durante años, pero sobre todo para su esposa, Esther Casado, y sus dos hijos, Adolfo y Elena. Adolfo Cristóbal Díaz tenía 68 años y para este 2020 esperaba dos acontecimientos felices: el nacimiento de su primera nieta, Valeria, y la boda de su querida hija, Elena. El coronavirus ha segado la vida de un «hombre bueno» que ha dejado huella entre quienes lo trataron y quisieron –familiares, compañeros y amigos–.
«Era un hombre apasionado, muy vehemente al hablar, y un pedazo de pan. Solía defender con ímpetu sus posiciones, pero destacaba por su lealtad porque era un militar excelente», recuerda el general Ricardo Sotomayor, director de la Academia de Artillería entre los años 2008 y 2012 e íntimo amigo de Adolfo Cristóbal. «Exponía su postura con vehemencia, pero si yo tomaba una decisión contraria a lo que él pensaba, enseguida la hacía suya y la defendía con uñas y dientes. Adolfo era francamente leal, muy leal. Y una gran persona», añade Sotomayor, consternado por el fallecimiento de su amigo y compañero de la 264ª promoción del Arma.
Adolfo Cristóbal salió teniente en diciembre de 1975 y, antes de regresar a Segovia, a su querida Academia, pasó por una unidad de Montaña, por el Regimiento de Artillería número 46 de León y por el Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra, en cuya dirección de Transportes trabajó. En Segovia se le recuerda por su labor al frente de la Biblioteca de la Academia de Artillería y por haber impulsado, junto con el entonces director, Alfredo Sanz y Calabria, la creación de la Fundación Biblioteca de Ciencia y Artillería (BCA), que está permitiendo la catalogación, conservación, digitalización y difusión de los fondos pertenecientes a la Biblioteca del centro militar, de la cual es titular el Ministerio de Defensa. La Fundación quedó constituida en 2014, el mismo año en que la Academia conmemoraba el 250º aniversario de la fundación del Real Colegio de Artillería. Si de algo estaba orgulloso el coronel Cristóbal –esposa e hijos aparte– era de su profesión. «Presumía de ser militar. Era un amigo estupendo», añade Sotomayor.
Actualmente retirado, la familia daba sentido a la vida de Adolfo Cristóbal. Le quedaban apenas unas semanas para convertirse en abuelo, y su hija, que reside en Londres, tenía previsto casarse el próximo agosto. «Tanto él como Esther, su mujer, estaban muy ilusionados. El golpe ha sido tremendo porque nadie podía esperar una cosa así», apunta Mayte Pérez de Dios, esposa del general Sotomayor e igualmente amiga del matrimonio Cristóbal-Casado. El coronel Cristóbal murió el pasado lunes después de tres semanas en la UCI luchando contra el coronavirus. Primero ingresó en el Hospital General de Segovia y más tarde fue trasladado a Valladolid. Dentro de la gravedad, se encontraba estable y podría resistir el traslado. La situación empeoró después. Un fallo multiorgánico acabó con su existencia. «Llamaron a su esposa para comunicarle que estaba grave, y ella, que es una campeona, una mujer muy valiente, cogió un taxi y tuvo tiempo de despedirse. Estoy segura de que Esther va a salir adelante con sus hijos y con su nieta. Era un matrimonio muy unido, un matrimonio modelo. Estaban realmente enamorados», afirma Pérez de Dios.
Adolfo Cristóbal era un hombre querido y muy conocido en Segovia, y no solo dentro del estamento militar. En el desempeño de sus funciones como director de la Biblioteca de la Academia de Artillería, el coronel mantuvo un vínculo muy estrecho con las instituciones locales. De hecho, en el acta fundacional del patronato de la Fundación Biblioteca de Ciencia y Artillería, constituida legalmente el día 17 de diciembre de 2014, figuran, además de la Academia, el Patronato del Alcázar, el Ayuntamiento de Segovia, la Diputación Provincial de Segovia, la empresa Expal Systems SA y la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Esta vertiente institucional le granjeó muchos aprecios, si es que ya no los tenía ganados porque cultivaba un carácter extrovertido. «Afable y divertido, bromeaba y hacía chistes continuamente y daba gusto conversar con él. Era un gran conversador. Podías estar horas y horas hablando con él, de lo divino y de lo humano, que nunca se te hacía larga la conversación. También tenía otra vertiente, muy humana, la de ayudar a la gente», añade Mayte.
Adolfo Cristóbal Díaz era el mayor de nueve hermanos, hijo del profesor Adolfo Cristóbal y de la periodista, escritora y maestra María del Carmen Díaz Garrido, quien fuera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Segovia y autora de libros de temática segoviana, como 'Leyendas segovianas contadas a los niños', 'Milagros de Segovia', 'Leyendas de Segovia' o 'El Acueducto de Segovia en su bimilenario', además de colaboradora en múltiples medios de comunicación, no solo de difusión local, donde firmó infinidad de artículos y poemas.
Adolfo Pedro Luis –su nombre de pila completo– falleció el día 20 de abril. Ante las restricciones impuestas por el estado de alarma y las exigencias de la crisis sanitaria imperante, el féretro fue conducido directamente al cementerio segoviano del Santo Ángel de la Guarda, donde los restos mortales del coronel recibieron cristiana sepultura a la una de la tarde del día siguiente. En una de las coronas que quedaron al pie del sepulcro podía leerse: «Siempre juntos. Siempre juntos. Siempre juntos».
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