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Abel Pascual nació con la zamarra, como dice su padre. «Del Athletic a muerte desde pequeño». Y ha integrado en sus carnes esos valores del filial al que recibe esta domingo (12:00 horas) la Segoviana: «Coraje, entrega, amor, pasión por el fútbol» Así cuando ... aquel juvenil llegó a la cantera rojiblanca cumplió un sueño, aunque fuera por accidente. «Algún ojeador me vio en un campeonato de España y creyeron que yo era de Bilbao, pero yo era del Athletic de Bilbao», sonríe. Cuando pasó con éxito las pruebas, aclaró el asunto: «Oye, yo no soy vasco». La respuesta: «¡No jodas!» La solución fue seguir el camino de Laporte y jugó los partidos con un equipo de convenio –el Danok Bat– para respetar la filosofía del club, pero era un canterano más que compartió residencia con Iñaki Williams, Álex Remiro o Kepa Arrizabalaga.
Hizo un «espectacular» primer año de juvenil en División de Honor y fue a la selección de Euskadi con 16 años. Recibió entonces llamadas de la Real Sociedad, Osasuna y Valladolid. «Yo le digo al Athletic que necesito una seguridad de que vaya a ir hacia delante, que no me quede en equipos de convenio. No me lo podían asegurar, y yo lo entiendo. Es una filosofía centenaria y no iba a venir yo desde Palencia a cambiarla». Un mes y medio de discusiones internas en el Athletic, hasta que José Mari Amorrortu le dijo que no podía. «Justo cuando voy a firmar con el Valladolid, me vuelve a llamar y me dice que por favor, que estaba a punto de convencerles. Y le dije que no podía esperar más». Así que su carrera tiene esa incógnita por desvelar, si hubiera podido convertirse en miembro de pleno derecho de la cantera.
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Luis Javier González
No es la única cantera ilustre en la que ha jugado Abel, que habla de decisiones que marcan una carrera. «Algunas que tomé en el pasado pensaba que eran acertadas. Al final, eres joven y a lo mejor no acabé diciendo como haría ahora». Y cuenta las enseñanzas. La del Sevilla: vivir día a día del fútbol profesional. «Tuve la suerte de entrenar casi todas las semanas con el primer equipo. Fútbol de élite, entrar en ese ritmo de juego, verte capaz». Y la del Valladolid, en la que estuvo dos etapas sin echar raíces. «Ha sido como una relación que no salió bien. No caí de pie en ningún momento».
Así que los caminos le han llevado a recibir con una camiseta azulgrana a ese filial en el que pudo haber jugado. «Para mí es la leche. Me dicen que a lo mejor no meto tanto el pie, pero lo voy a meter más que nunca». Habla de un motivo de celebración para el estadio que recibió en Copa al primer equipo en 2004 en su récord no oficial de espectadores, con más de 6.000. «La gente tiene que venir a apretar. Segovia debe ser consciente que jugar ante un Bilbao Athletic no fácil». Ya ha recibido la invitación para comer el domingo con una peña rojiblanca en Segovia. Con su madre, para matar dos pájaros de un tiro, pues el primer equipo juega a las cuatro. Solo si gana. «Si pierdo, no creo que me deje ver. Me jode más que a nadie».
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