claudia carrascal
Segovia
Lunes, 25 de octubre 2021, 14:09
Miles de kilómetros, cerca de 3.000 en el caso de las personas que proceden de Rumanía, para trabajar unos meses en España y poder vivir en su país el resto del año. Se trata de los temporeros que se mueven por la península ... para encadenar campañas de recogida de cítricos, de aceituna o en el caso de la provincia de Segovia de patata, planta de fresa o uvas, entre otros cultivos, aunque también realizan otras labores como la poda. Como mínimo suelen ganar 50 euros al día por un trabajo que los demandantes de empleo nacionales normalmente no quieren desempeñar debido a las duras condiciones, ya que requiere un importante esfuerzo físico a temperaturas altas o muy bajas.
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El problema es que cada vez hay más dificultades para encontrar mano obra para el campo. Según el presidente de UCCL-Segovia, Juan Manuel Palomares, este año está siendo especialmente complicado porque «se han cerrado de forma repentina las fronteras con Marruecos para traer contingentes y desde era con el país con el que más trabajábamos». Aunque desconoce el motivo de esta situación, cree que se trata de una decisión temporal que puede deberse a las tensiones de Melilla.
A ello se suma que cada vez cuesta más traer a trabajadores de Rumanía. «No quieren venir porque sigue habiendo cierto miedo a la pandemia. Se quedan en otros países que les pillan más cerca y les ofrecen mejor remuneración, como Alemania», asegura. También han analizado la posibilidad de traer trabajadores de otros países, como Ucrania, pero «no hay un convenio y sin un acuerdo de migración no podemos traer contingentes», lamenta.
Todo ello está complicado la gestión de la llegada de los 4.000 temporeros que solicitan cada año a este sindicato empresas y agricultores de la provincia para la campaña de otoño, la más compleja del año. Estos son los meses con más demanda porque se llevan a cabo la campaña de selección de la fresa y la recogida de la patata y de otros cultivos hortícolas en las zonas de Nava de la Asunción, El Carracillo, y el noreste de la provincia. Además, se está desarrollando la vendimia en la zona de Rueda, en el límite con Ávila y Valladolid, así como al norte de la provincia, donde se ubican las denominaciones de origen de Valtiendas y una parte de Ribera del Duero. Sin olvidar que es una época del año en la que otras zonas del país, en especial del sur, también demandan un gran volumen de mano de obra.
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Los datos reflejan esta compleja situación. El año pasado la bolsa de empleo de UCCL contaba por estas fechas con 1.537 inscritos y en la actualidad tan solo hay 131. «Hay que ser realistas y si no hay temporeros para cubrir las necesidades del campo lo más seguro es que las campañas se alarguen», puntualiza. En cuanto a la posibilidad de contratar a personas locales, Palomares afirma que se hará, pero incide en que «no es fácil encontrar a gente dispuesta a llevar a cabo este trabajo». Por eso, los últimos años más del 90% de los temporeros de la provincia son extranjeros.
El año pasado tuvieron la oportunidad de testar los resultados de trabajar con personas locales debido al cierre de fronteras y a la mayor demanda de empleo en este sector como consecuencia del cierre de la hostelería y la restauración.
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Sin embargo, el abandono fue superior al 50%, «muchos duraban días e incluso horas porque no estaban acostumbrados al trabajo y aunque hay más medios que hace una década la parte manual sigue consistiendo en agachar el lomo y no parar en toda la jornada», especifica Palomares. En UCCL se encargan de gestionar la llegada de varios contingentes, incluidos los trámites con la Subdelegación del Gobierno y los desplazamientos. Asimismo, les reciben en Segovia, les proporcionan la información necesaria y controlan que todo el proceso se realiza con las garantías laborales y sanitarias. También ejercen como intermediarios en las relaciones entre el trabajador y el empresario. Sin embargo, este último es quien se encarga de gestionar el alojamiento y de proporcionar las herramientas y los equipos de protección.
No todas las empresas recurren a los servicios de organizaciones como UCCL, sino que son las propias agrupaciones de empresarios las que facilitan la contratación de estos jornaleros. El presidente de la Asociación Española de Viveristas y responsable de la empresa segoviana Viveros Campiñas, Gustavo Herranz, indica que tanto la agrupación local como la nacional tienen experiencia en buscar trabajadores. Aunque admite que a veces recurren a organizaciones agrarias como Asaja para coordinar la llegada de temporeros que se encuentran en otras zonas del país.
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«En nuestro sector la mayoría de los trabajadores temporales son extranjeros y un número muy elevado proceden de Rumanía», detalla. A su favor cuentan con que muchos llevan seis temporadas o más acudiendo a la recogida y selección de la planta de la fresa por lo que ya conocen el trabajo. De los en torno a 5.000 temporeros que los viveros de la provincia necesitan cada año, la mayoría para la campaña de recolección, también hay un pequeño porcentaje de personas extranjeras que se han afincado en la provincia.
La situación sanitaria ha mejorado con respecto al año pasado, pero Segovia ha visto triplicada su tasa de incidencia de la covid por los numerosos brotes surgidos entre los temporeros que estas semanas se emplean a fondo en los campos de la provincia. Los responsables sanitarios y los representantes institucionales insisten en pedir a los trabajadores llegados de otros países sin el certificado de vacunación contra la covid que se 'pinchen' la dosis pertinente del antiviral en los puntos habilitados en la provincia segoviana para poder trabajar con mayores garantías de seguridad. El problema del aumento de la incidencia que se ha generado a lo largo de este mes, en buena parte a raíz de la proliferación de contagios en algunos grupos de jornaleros, tiene que ver con que no se exige esta acreditación que avale la inmunización de estos obreros del campo. Muchos de estos temporeros recalan en Segovia para incorporarse al tajo sin haberse vacunado frente al coronavirus. Se trata sobre todo de ciudadanos rumanos que se hacen la PCR o el test de antígenos para descartar la infección, aunque no han pasado por la inoculación del antiviral. Hasta hace una semana se habían vacunado 350 temporeros
De este modo, los viveros de la provincia están contribuyendo a revitalizar y rejuvenecer los pueblos, aunque también es un aliciente para los trabajadores, ya que les resulta más cómodo vivir en sus casas y desplazarse tan solo unos pocos kilómetros para ir a trabajar que venir todos los años desde su país de origen. Esto repercute en los empresarios, que no tienen que preocuparse de proporcionarles un alojamiento para su estancia.
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A pesar de que en su caso han podido conseguir a los trabajadores que necesitaban para esta campaña, reconoce que la pandemia ha complicado las gestiones porque a los procedentes de Rumanía este año les exigían un pasaporte covid o test de antígenos para salir del país. Por el contrario, cree que el Brexit ha contribuido a que haya mayor disponibilidad de jornaleros.
Herranz recuerda que hace tan solo unas décadas la mayor parte de los trabajadores eran vecinos de los pueblos cercanos, pero «la despoblación y envejecimiento han pasado factura». Por otro lado, se trata de un sector en crecimiento que demanda cada vez más trabajadores. En la actualidad en la provincia hay unas 1.300 hectáreas que permiten producir 600 millones de plantas de fresa.
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