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Arco de la Fuencisla, que fue restaurado en el año 2009. Antonio de Torre

La puerta de entrada a Segovia

En la carretera de Arévalo se ubica el Arco de la Fuencisla, un monumento barroco construido en el siglo XVIII en el marco de la reurbanización de la ciudad

el norte

Lunes, 29 de mayo 2017, 12:56

Es apenas un kilómetro de recorrido. Una distancia que muchos segovianos realizan a diario para disfrutar de un paseo muy agradable donde se combina una espectacular vista de algunos de algunos de los monumentos más destacados de la ciudad con uno de los tramos del cinturón verde que bordea Segovia.

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Es la conocida como carretera de Arévalo-Erillas, es decir, el camino que conduce desde la capital hasta ese municipio abulense y que se encuentra a las afueras de la ciudad, con un arranque que se sitúa en el conocido como Arco de la Fuencisla. Por allí pasan a diario cientos de vehículos, que tienen la obligación de parar y ceder el paso, porque cuando se levantó la construcción no era ni inimaginable que algún día existieran coches a motor y el trasiego que podría tener. Precisamente, ese paso continuo de vehículos hizo que en 2009 el Ayuntamiento de Segovia tomara la decisión de restaurar el Arco de la Fuencisla para que recuperara todo su esplendor, unas obras que duraron cinco meses y tuvieron un presupuesto cercano a los 69.000 euros. La construcción se encontraba muy deteriorada, debido al paso del tiempo y los efectos del agua y la contaminación ocasionada por el continuo paso de coches, aunque también es cierto que el arco presentaba deficiencias de ejecución muy severas. En el arco se puede ver representada en su parte superior «la leyenda del milagro de María del Salto y viene a ser una especie de pórtico del valle del Resma, poco después de su confluencia con el Clamores; en el otro lado, se representa a San Fernando con la bola del mundo en la mano», tal y como recoge Juan Antonio Folgado en su libro Las calles y Plazas de Segovia y sus Barrios Incorporados.

Gracias a esos trabajos, la restauración permitió documentar algunos elementos que se habían perdido con el paso del tiempo, como la corona metálica que tenía la escultura de San Fernando o un pendiente que adornaba a la Virgen de la Fuencisla. Hoy todos los que pasan por allí, a pie o en coche, pueden admirar este monumento, que es un claro vestigio del arte barroco en la ciudad.

El arco se construyó porque existía un importante empeño municipal para reurbanizar la ciudad. Se trataba de crear una puerta de acceso a la población a través del camino real de Medina del Campo. La construcción del Arco de la Fuencisla, allá por el año 1706, estuvo rodeada de una fuerte polémica que enfrentó al arquitecto Mateo de Escobedo con el Ayuntamiento de Segovia. Incluso Escobedo ingresó en prisión y el trabajo pasó a manos de Juan de Ferreras, quien lo remató, ya en el año 1721. Estas vicisitudes explican las deficiencias de la construcción original. En la actualidad, una acera bordea por uno de sus lados el arco, lo permite a los segovianos caminar por este espacio. De hecho, esa es la estampa frecuente a determinadas horas del día, segovianos de diferentes edades, en grupos, parejas o solos, haciendo deporte con uno de los fondos más espectaculares de Segovia: El Alcázar.

Además, pasado el Arco de la Fuencisla, a mano izquierda, también se puede contemplar el puente de San Lázaro, que llevaba al antiguo Hospital de San Lázaro, muy cerca de este enclave.

A pesar de ser una salida de la ciudad, apenas existen edificaciones, solo unas pequeñas casas bajas diseminadas por el recorrido, con excepción de un antiguo silo, un gran bloque de ladrillos que hoy alberga una de las sedes del Itacyl, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y león, en concreto el centro de investigación en acuicultura.

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Los amantes del pádel también tienen en esta carretera, prácticamente enfrente del edificio del Itacyl, un lugar donde practicar este deporte, unas pistas cubiertas que cuentan con muchos aficionados en los diferentes meses del año.

Este espacio también está poblado de diferentes espacios hosteleros donde, sobre todo ahora con la llegada del buen tiempo, acuden muchos ciudadanos a disfrutar del buen tiempo en sus merenderos.

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