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Entrada principal al campus universitario María Zambrano.

Una plaza tomada por veinteañeros

Este céntrico espacio ha sufrido una de las transformaciones más visibles de los últimos años con la construcción del campus María Zambrano

elena rubio

Lunes, 22 de mayo 2017, 12:53

Rodeada de edificios construidos desde hace décadas a su alrededor, es uno de esos puntos neurálgicos de la ciudad por la que cada día pasan cientos de personas a pie o en coche, sobre todo porque comunica con tres importantes vías de circulación de la ciudad, la Avenida Padre Claret y la calle José Zorrilla. La rotonda con una fuente que se encuentra en el centro permite a estos vehículos tomar las diferentes direcciones para llevarles a una vía u otra. Es la plaza de la Universidad, situada entre las calles del General Santiago, Coronel Rexach, Blanca de Silos, María de Pablos, Ortiz de Paz y Cantarranas.

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Uno de los lados de esta plaza es donde el espacio ha sufrido una transformación evidente, que comenzó hace apenas un decenio, cuando allí se encontraba el acuartelamiento militar Alto de los Leones. Fue en junio del 2006 cuando la piqueta inició su trabajo en las traseras del Regimiento, concretamente en el edificio que en su día albergó la llamada Casa Grande, sede de una de las industrias más florecientes de la provincia en la antigüedad, la fábrica de paños que Laureano Ortiz de Paz relanzó y amplió en la segunda mitad del siglo XVIII. Pero lo que sigue más en mente de los segovianos es el derribo de la fachada principal del acuartelamiento al destruirse los muros de repletos de elementos de cantería y los grandes escudos que se encontraban allí. Junio del 2009 fue un año clave para el hueco vacío que había dejado el acuartelamiento. Era el momento de la construcción del campus público de Segovia, tras décadas esperado por varias generaciones de segovianos, que comenzaría a funcionar en el curso 2012-2013.

Tres años en los que la apertura del Campus María Zambrano ha conseguido transformar la zona de forma evidente, no solo estéticamente, por la apertura de este gran edificio de hormigón con numerosas ventanas, sino por los segovianos que allí se encuentran. Desde su inauguración son cientos los estudiantes que a diario transitan por sus aceras para dirigirse al interior del edificio principal de este espacio educativo, lo que «ha permitido dar mucha vida a esta zona, se trata de una plaza muy soleada por lo que es ideal para salir a tomar algo y hacer un descanso entre clases en una de sus terrazas y en los días de verano y primavera», comenta la profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad del campus de Segovia de la Universidad de Valladolid, Isabel Rodrigo.

La llegada de estos nuevos vecinos también ha provocado la aparición de establecimientos pensado en las necesidades de estos jóvenes, como varias tiendas que ofrecen servicios de reprografía, donde los estudiantes pueden sacar todo tipo de fotocopias e imprimir trabajos, entre otras cosas. Comercios que conviven con otros que llevan instalados en la zona desde hace años como prendas de vestir, ropa para el hogar, un estanco, así como numerosos bares, que han cobrado una fuerza especial. «El ambiente de la plaza está guay, es todo gente joven y las terrazas siempre están llenas de gente. La gente universitaria va a su rollo, así que no hay conflictos tampoco», comenta Nora Martín, alumna de último curso del Grado de Relaciones Laborales y Recursos Humanos.

De hecho, aunque los jóvenes están satisfechos con estos locales, son muchos los que reclaman una cafetería en el interior del campus, como Juan, alumno de Publicidad y Relaciones Públicas, que considera «poco práctico» tener que salir fuera «sobre todo en los meses de más frío». Precisamente, esta instalación lleva siendo requerida por los jóvenes desde hace tiempo, y sobre todo, con la construcción del edificio de la segunda fase. Un espacio que tampoco estará en el campus porque no puede ser menor de 500 metros cuadrados. Lo deseable sería entre 500 metros cuadrados y 1.000, lo que supondría dedicar a la cafetería entre 500.000 y 1.000.000 euros; es decir, entre un 7 y un 15 % del presupuesto total de la segunda fase «para un espacio no académico», como indicaba hace un año el vicerrector, Juan José Garcillán. Así que hasta que en la zona no se realice el proyecto municipal que contempla en un futuro un comedor y servicios de apoyo a la Universidad de Valladolid, los estudiantes seguirán saliendo a estos espacios a tomar un refrigerio. De momento, los alumnos que pueblan esta zona de la ciudad, «muy céntrica», como comenta Nora Martín, también están contentos con el nuevo edificio que ha dado nombre a este espacio,ya que «tiene sus más o sus menos porque faltan aulas más grandes o más espacio en la biblioteca, pero en general a mí me gusta».

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Los profesores también están satisfechos con el inmueble proyectado por los arquitectos Ricardo Sánchez y José Ignacio Linazasoro, un gran edificio de hormigón con una gran ágora y tres grandes volúmenes comunicados entre sí. «Dar clases allí está muy bien, nada que ver con los edificios que teníamos antes, especialmente Mahonías, que era donde yo trabajaba. Al edificio aún le quedan algunas carencias, como la falta del salón de actos y los despachos con menos afluencia de profesores, pero todo esto se solventará en la segunda fase que ya avanza rápidamente», comenta la profesora Isabel Rodrigo.

Cambio de nombre

La última transformación sustancial del espacio se produjo hace menos de un año cuando, se cambió el nombre de este espacio de Plaza Alto de Los Leones a Plaza de la Universidad. Los trabajadores municipales eran los encargados de poner la nueva placa tras haber sido aprobada la denominación por el pleno municipal para hacer cumplir la ley de la Memoria Histórica.

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Este cambio de nombre concuerda en la actualidad con el inmueble que preside la plaza, un hecho que se ha producido a lo largo de los últimos años en función de los edificios que allí se establecían. Algunos segovianos la recuerdan como plaza del Quinto, quizás porque en las proximidades se sorteaban los nombres de los futuros reclutas. Aunque, según explica Manuel González Herrero en su libro Vida y Muerte del Río Clamores, se denominaba plaza del Quinto «al quinto de la Cacera de Navalcaz, cuyas aguas discurren por este ensanche bien despejado, como arroyo Clamores, que aquí se salvaba por un puente para pasar a la plazuela del Caño Grande».

Tras finalizar la Guerra Civil, la plaza cambió de nombre por el que ha estado vigente durante los últimos 70 años, porque allí estaba el Regimiento de Artillería de Campaña número 41 denominado Alto de Los Leones de Castilla.

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Según recoge Juan Antonio Folgado, en su libro Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados, el puerto de Guadarrama o Alto de El León pasó a denominarse, por parte del régimen triunfante Alto de los Leones de Castilla, en reconocimiento a los combatientes castellanos del bando nacional.

La denominación Alto de El león databa de los tiempos de Fernando VI (1746-1759), en que el gobierno español puso un león acostado de piedra para señalar en dicha cima el límite entre las entonces denominadas Castilla La Nueva y Castilla La Vieja.

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