elena rubio
Lunes, 17 de abril 2017, 11:04
Como otras tantas calles de la capital, es empinada. Refleja fielmente la orografía de la ciudad, con un importante desnivel, con su suelo emborrillado y con unas escaleras para subir y bajar. Es la calle Grabador Espinosa, que comunica la céntrica plazuela de Los Espejos con la calle Obispo Gandasegui, en el casco histórico de la ciudad. Por ella es frecuente encontrar a segovianos que utilizan esta vía como atajo para alejarse del tránsito de la calle Real y llegar pronto a esta zona de la ciudad. Pero subir por ella conlleva un pequeño esfuerzo para llegar hasta arriba. Y eso que sus peldaños están separados para que el viandante pueda subir mejor por ellos. Esto permite a los que suben o bajan por ella disfrutar de una calle típicamente segoviana, estrecha, sin circulación de vehículos, donde a ambos lados se encuentran edificaciones particulares de apenas un par de pisos de altura.
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En esta calle se percibe una torre de mampostería y granito, que se enclava dentro del Torreón de Lozoya, que también tiene entrada por esta vía. En concreto, a un fabuloso jardín con columnas, procedentes de otro palacio segoviano demolido. Pero esta calle hoy en día, a pesar de ser exclusivamente peatonal, no es comercial. Sin embargo, desde hace siglos siempre ha estado vinculada al mundo de libros y en concreto a las imprentas. Un nuevo negocio que llegó de la mano de la persona a la que rinde honor esta calle, Antonio Espinosa de los Monteros (Murcia 1732-Segovia 1812), quien fue el grabador principal de la Casa de la Moneda de Segovia en 1774.
En pleno siglo XVIII, en la ciudad no había ninguna imprenta abierta. Por eso, Espinosa decidió abrir una en 1778 de la que llegaron a salir 500 ediciones. Estaba ubicada en la casa llamada de Segovia, en la Plazuela hoy del Conde de Cheste, tal y como recoge Mariano Sáez y Romero en su ejemplar Las calles y plazas de Segovia.
Espinosa fue, además, el creador de la Escuela de Dibujo de Segovia, que se fundó en 1778 donde hoy está situado el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente. Según Saéz y Romero, Espinosa impartió dibujo, además del grabado en hueco. «Al contratar con el municipio el establecimiento de la escuela práctica de dibujo se obligó a establecer el arte de hacer punzones y matrices de letras de imprimir y toda clase de grabado en hueco, en madera, de monedas, medallas y para ilustración de libros y dar gratuitamente la enseñanza de Geometría práctica para artesanos», puntualizaba este escritor hace un siglo.
La calle Grabador Espinosa se denomina con este nombre desde hace más de cien años. Sin embargo, para muchos segovianos todavía se conoce como La Potenda, debido a que hasta principios del siglo XX se denominaba de esta manera, nombre equivocado en cierta manera porque quería hacer referencia a una poterna, «la que había al final de la calle al lado de la célebre puerta de San Martín, entrada principal de la ciudad». Las poternas eran pequeñas puertas secundarias que permitían a los habitantes de las ciudades amuralladas salir o entrar de forma disimulada sin ser vistos. Pero era el tiempo en que se consideraba que la puerta de San Martín, adosada cerca de la Casa de los Picos, estorbaba a los vecinos porque «bueno fuera que el ayuntamiento, lejos de paralizar las obras de la puerta de San Martín, emprendiera además el derribo de las otras puertas, que no valen seguramente las molestias que al vecindario ocasionan», como aseveraba el semanario La Tempestad en 1887. Así que si una puerta como la de San Martín suponía un estorbo, no es de extrañar que una poterna o potenda, como la conocían los segovianos de a pie, también pasara por la piqueta, dejando su existencia solo en el recuerdo de su nombre.
Años después, en esta calle hubo otras imprentas. Una de ellas fue la imprenta Gabel, en el número 14, cuyo local está ocupado por la librería Torreón de Rueda desde el año 2015. Es un establecimiento que llama la atención. Su cartel en letras de madera rememoran esas letras de imprenta, pero en su interior varios miles de libros se encuentran en las estanterías distribuidas por la estancia ya que «tenemos unos fondos de 37.000 libros», destaca su propietario, Fernando Gutiérrez.
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El establecimiento está especializado en libro antiguo y descatalogado. De hecho poseen libros desde el siglo XVI hasta los de hace apenas una década. Entre los más curiosos destacan todas las ediciones de la conocida Historia de Segovia, de Diego de Colmenares, la más antigua de 1637, así como numerosos volúmenes relacionados con la historia de España, diccionarios, libros sobre América y las colonias, mapas, grabados, postales antiguas y exlibris. El nombre de la librería no hace mención al Torreón de Lozoya, cuya entrada está por la calle, sino a la primera ubicación de la librería, en la calle Escuderos ya que «el primer establecimiento que abrimos estuvo en un antiguo torreón del casco antiguo de Segovia llamado de Rueda, por la familia que antaño allí habitaba», recuerda Gutiérrez. Después, el padre de Gutiérrez, César, tuvo la librería en la Casa-Museo Antonio Machado hasta que finalmente se trasladaron a esta ubicación, donde los segovianos les van conociendo «poco a poco porque también participamos en la feria del libro antiguo y de ocasión», que se celebra en la Avenida del Acueducto en el mes de noviembre.Aunque sobre todo, son conocidos fuera de Segovia, por personas interesadas en este tipo de libros, tanto por la geografía nacional, como internacional. De hecho, el libro más lejos que han enviado ha sido uno de cocina española a Australia, destaca Gutiérrez.
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