elena rubio
Lunes, 3 de abril 2017, 11:10
Hoy en día es un pequeño espacio de la ciudad, encajonado entre un destacado inmueble cultural y unas viviendas, pero con una ventana abierta a la plaza de San Martín y su iglesia. Las personas que transitan por esta plaza cuadrangular tienen claro a dónde van. Por ella no hay coches y apenas se encuentra una pequeña acera, delimitada por bolardos. Es la plaza de las Bellas Artes, que se encuentra entre la plaza de San Martín y la calle del Gobernador Llasera.
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Actualmente, el arte pervive en este espacio gracias a que aquí se ubica el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente. Pero el edificio dedicado al pintor de Turégano no siempre estuvo tal cual se puede ver ahora, porque, como recuerdan en la web del museo, «el edificio ha cumplido a lo largo de los siglos los cometidos más dispares, sufriendo también importantes transformaciones y destruyendo de forma irreversible el plano original del conjunto». De hecho, el edificio que se contempla en la actualidad ha acogido a lo largo de la historia de la ciudad otras utilidades, ligadas en los últimos tres siglos de forma directa a las artes plásticas. En 1778, el inmueble albergó la Escuela de Dibujo que comenzó a dirigir Antonio Espinosa de los Monteros hasta que en 1841 arranca la Escuela de Artes y Oficios, que perduró hasta 1974, cuando «hubo de ser clausurada por su estado ruinoso». Un espacio que después sería trasladado a la Casa de los Picos de Segovia, hoy denominada Escuela de Arte Superior y Diseño, donde se imparten desde enseñanzas artísticas Superiores de Diseño de Producto, pasando por ciclos formativos de ilustración, tapices, alfombras y revestimentos murales. Es decir, los oficios de antes pero adaptados a los nuevos tiempos.
Pero en la plaza de las Bellas Artes el hueco que dejó la Escuela de Artes y Oficios tardó tiempo en llenarse. Los más mayores recuerdan que el espacio estuvo perdido y la maleza «creció sin control», perceptible sobre todo desde la gran casa nobiliaria construida en el siglo XV, que está a escasos unos metros. No fue hasta 1966 cuando empezó su restauración y tres decenios después, en 1998, cuando se inauguró el inmueble que se puede contemplar en la actualidad, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.
Actualmente, alberga la exposición del pintor Carlos León, hasta el próximo 4 de junio, y además está la posibilidad de visitar la exposición permanente con obras del propio Esteban Vicente (1903-2001), el único artista español de la primera generación de la escuela de Nueva York del expresionismo abstracto. No obstante, por este pulmón del arte contemporáneo de Segovia también han pasado obras postreras de genios como Dalí, Goya, Picasso, Miró, Kandinsky o Sorolla, y con frecuencia ofrecen talleres enmarcados en el ámbito educativo, para acercar el arte a los más pequeños.
Capilla de artesonado
De todas formas, aquellos que no acecden al museo, pero están cerca de la plaza de las Bellas Artes, siempre ceden a la tentación de fotografiar su exterior. No es de extrañar. Una parte del inmueble conserva un precioso artesonado segoviano, un arco de medio punto y un escudo en piedra con el Acueducto. Es el recuerdo de que el edificio fue, inicialmente, el antiguo Palacio de Enrique IV, cuya edificación se remonta a 1455. Después, tras la muerte del rey, el palacio se dividió en tres partes. Una de ellas es lo que aún queda en la plaza de las Bellas Artes. Una señal de turismo indica a los que visitantes que en el interior del inmueble se esconde una fantástica capilla renacentista con artesonado mudéjar original y bóveda gótica en piedra caliza y las estatuas yacentes de sus fundadores, Pedro López de Medina y su mujer, Catalina de Barros, quien adquirieron esta parte del palacio. Ambos nobles fundaron en su interior el denominado Hospital de Viejos en 1548.
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Además, en esta plaza, durante decenios, estuvieron un verraco y un toro, que también tuvieron morada en la plaza de San Martín, aunque «actualmente se encuentran a buen recaudo en el Museo Provincial al objeto de resguardar tan valiosas piezasEn torno a 1980, algún desaprensivo pintó al toro ojos y boca, utilizando para ello un spray de pintura roja» según recuerda Juan Antonio Folgado en su libro Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados.
Desde el exterior de la plaza, y junto a la esquina de la casa nobiliaria, segovianos y turistas tienen también una vista incomparable y diferente de la iglesia de San Martín, desde donde se puede contemplar la parte trasera del templo, su atrio y por supuesto, su imponente torre.
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Todo un auténtico cuadro de este espacio de la ciudad. Por tanto, el nombre de las bellas artes ha estado ligado desde hace siglos a este espacio, donde los segovianos han asociado creatividad representada en todo tipo de obras, desde dibujos, pinturas o esculturas en esta pequeña plaza, en el corazón de la ciudad.
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