La Universidad Rey Juan Carlos deja su sello en Pedraza

.Veinte alumnos y ocho profesores. Dos instituciones, el Museo Ignacio Zuloaga y la Universidad Rey Juan Carlos. Arte y patrimonio histórico y permanente (aunque en ruina) y creación artística efímera. Binomios de una intervención en la antigua iglesia de Santa María de Pedraza de la Sierra. La tierra y el cielo unidos en la sexta convocatoria de las Conversaciones con el Paisaje que organiza la Facultad de Bellas Artes de la universidad madrileña, una dimensión más de la formación de los alumnos, seleccionados para esta edición que han denominado Ahora el cielo.

La profesora Marta Linaza y la coordinadora del grado de Bellas Artes, Raquel Sardá han dirigido el trabajo para crear en el suelo del templo vacío y a cielo abierto un pavimento vinculado al movimiento del sol a lo largo del día, en jornadas cercanas al equinoccio de primavera. Y para hacerlo han contado con la colaboración de la familia de María Rosa Suárez Zuloaga, propietaria de la iglesia de Santa María, han seleccionado a los alumnos y han involucrado a otros profesores de distintas disciplinas. El templo tiene con esta escultura temporal una imagen nueva; en el espacio que fue la nave principal y en el que ocuparon los enterramientos, desde el que se ve al fondo el castillo propiedad de los Zuoloaga, una de las enseñas de Pedraza.

Quien este domingo entraba en la iglesia desacralizada podía ver de nuevo la vinculación con lo sagrado que han buscado profesores y alumnos. La han logrado con las proyecciones del sol a través del círculo vació de la bóveda, que a medida que avanzaba durante el día (el pasado 31 de marzo) marcaba unas elipses muy claras a lo largo de todo el espacio del templo, trazándolas de nuevo con pequeñas teselas de color, sobre todo blancas de mármol de Macael porque, como explicó la profesora Linaza, la intervención es una escultura múltiple , ningún material está más unido a la escultura que este y «atrapa la luz, que es lo fundamental del asunto». El resto de la escultura lo forman pequeñas piezas revestidas de pan de oro «doradas como la ornamentación de la iglesia» colocadas en distintos sitios.

Es arte efímero, sí. Pero la instalación permanecerá el tiempo que quieran los propietarios del inmueble y el que resista a los embates del clima y del tránsito de personas en el recinto, de manera que, además de en las fotografías y las memorias (humanas y digitales), mantendrá algo su soporte físico. Además, forma parte del proyecto de innovación docente y experimentación con la escultura, que descansa en la idea de que profesores y alumnos trabajen en conjunto en la producción artística, comentó Raquel Sardá. Esto es, otra forma de permanencia: en el currículo de docentes y estudiantes.

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